F.B.: De nuestra relación de cuatro años nació nuestra niña de dos, deseada y amada por ambos. Embarazada me di cuenta de que él me engañaba. Me ofreció disculpas, aseguró que no sucedería más y todo lo que ellos di-cen. Quiso espacio. Se sentía muy presionado por mí y mis celos. Se lo ofrecí y me siguió engañando. No lo vi, nadie me lo dijo, pero lo sé. Cuando la niña nació todo marchó bien. Pero a días de cumplir el añito me engañó nuevamente, aunque siempre lo ha negado. Ahora me fui de la casa porque también necesitaba espacio. Quisiera saber qué decisión debo tomar, soy yo quien duda ahora. Pienso volver porque estoy enamorada, pero creo que no quisiera ser una de las que pasan sus vidas sentadas esperando al marido sin saber nada de él, soñando con su vejez para dormir tranquilas
No basta tu amor, ni el deseo de educar a tu hija junto a él. Al parecer, para ti también cuenta la seguridad amorosa que se desvanece cuando te sientes engañada o te pide espacio. En caso de retornar, es preciso determinar qué tipo de relación quisieran y a qué están dispuestos en lo adelante. Deben encontrar su manera de afrontar esa tensión consustancial a la vida en pareja que en ustedes se muestra con tu certeza de ser engañada y en él con su vivencia de asfixia. Tú quieres saber todo de él y hueles engaño. Él quiere espacio libre y obtiene acoso.
Tal vez estén a tiempo de aceptar que «el saber y libertad absolutos» son imposibles de la vida de pareja. Podrían encontrar el modo de complacer algo de tu necesidad de saberte amada y de su ansia de cierto espacio privado, y serás tú la mujer perfilada en cada paso de su existencia.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida y psicoanalista.
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