La homofobia y la transfobia están enraizadas en la cultura, las dinámicas institucionales y las relaciones entre las personas, lo que dificulta su visibilización como problema social y su prevención. Es por eso que Cuba abrió este viernes otro camino para seguir educándonos, visibilizando y debatiendo acerca del respeto a la libre y responsable orientación sexual y la identidad de género
La homofobia y la transfobia están enraizadas en la cultura, las dinámicas institucionales y las relaciones entre las personas, lo que dificulta su visibilización como problema social y su prevención. Ambos fenómenos están presentes en las escuelas, como reflejo de una realidad social en transformación, y requieren una actuación social más efectiva.
Es por eso que Cuba abrió este viernes otro camino para seguir educándonos, visibilizando y debatiendo acerca del respeto a la libre y responsable orientación sexual y la identidad de género, como ejercicio de justicia y equidad social.
Así lo reconoció Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), al presentar la 11na. edición de las jornadas cubanas contra la homofobia y la transfobia «¡Me incluyo! Por escuelas sin homofobia ni transfobia», que mantiene, por segundo año consecutivo, a nuestras instituciones educativas como su principal centro de acción, porque son imprescindibles para generar conocimientos que nos alejen de prejuicios que aún persisten en nuestra sociedad.
En ese sentido explicó que se trata de abogar por la formación de los estudiantes en las escuelas sobre el respeto y aceptación de las diferencias de los demás, preparar a los educadores para que transmitan con eficacia mensajes de humanismo, y crear conciencia para eliminar la violencia de género en los centros de estudio.
Castro Espín destacó que, con el apoyo del Ministerio de Educación (Mined) y las diferentes organizaciones de la sociedad civil, se desarrolla un conjunto de estrategias dirigidas a las escuelas. Estas deben ser uno de los espacios más seguros donde estén nuestros hijos y en el cual todas las personas se sientan acogidas, respetadas, amadas y bien tratadas, y aprendan también esos valores.
Para la Isla es trascendental motivar el cambio en las conciencias y actitudes de las personas que excluyen, rechazan y aíslan a quienes poseen una orientación sexual o identidad de género no heteronormativa. Por eso desde hace 11 años se celebran las jornadas cubanas contra la homofobia y la transfobia.
«Creo que hemos ido aprendiendo y encontrando un camino, no siempre con satisfacción, pero se ha avanzado», afirmó la Directora del Cenesex, quien además reconoció el apoyo del Partido, el Gobierno y el Estado cubanos en la realización de estas jornadas y las actividades comunitarias, académicas y artísticas para el intercambio de experiencia entre activistas, profesionales y miembros de la comunidad.
Precisamente desde hace dos años nos ha colocado frente a la oportunidad de mirar (nos) en un espacio trascendental de la sociedad como son las instituciones educativas. Y lo ha hecho porque la violencia homofóbica y transfóbica que se ejerce en las escuelas afecta a todas las personas que están inmersas en esa situación: víctimas, victimarios y testigos, se apuntó en la conferencia de prensa.
Igualmente se resaltó que tiene un significativo impacto sobre la salud física, mental y el bienestar de la comunidad educativa. También estas situaciones crean un clima de inseguridad, miedo y descontento en la comunidad escolar, disminuye la confianza en el personal educativo y en la institución, aumenta el riesgo de conductas autolesivas y obstaculiza la construcción de relaciones enriquecedoras y libres de prejuicios.
UNA ESCUELA INCLUSIVA
Prevenir y enfrentar la homofobia y la transfobia en las escuelas contribuye a garantizar uno de los principios de nuestro Sistema Nacional de Educación: el acceso a la educación libre de discriminación, por lo que es necesario promover no solo políticas y normativas específicas, sino también cambios sociales y culturales, que se expresan en las subjetividades y en las relaciones de las personas.
Sobre ello, Irene Rivera Ferreiro, viceministra de Educación, en diálogo con Juventud Rebelde explicó que la escuela cubana es inclusiva y los temas expuestos en estas jornadas tienen mucho que ver con la formación, la preparación, la cultura y con un cambio de mirada y de concepción de las personas que forman a nuestra niñez y adolescencia.
Ahora el centro de nuestra atención es la preparación que deben recibir los docentes, pues es entre quienes primero deben generarse las posibilidades de transformación, apoyo, comprensión y en los que no deben existir comportamientos que estigmaticen y discriminen, destacó.
Rivera Ferreiro detalló que el Ministerio cuenta desde hace varios años con el Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y Derechos, el cual en estos momentos se está perfeccionando para que de una manera más clara y precisa aborde los temas de la violencia de forma general y en particular aquella que se genera por orientación sexual e identidad de género.
«Estamos impartiendo cursos, capacitaciones específicas, seminarios y otras acciones para todos los docentes del país sobre prevención educativa. Igualmente trabajamos en la revisión de la resolución ministerial 139/20011 para la gestión curricular y los programas de formación y capacitación de docentes sobre educación integral de la sexualidad», dijo.
Como decía la Viceministra, si no logramos que el profesor tenga esta concepción, sea capaz de transmitirla y hacerlo por un objetivo común en el trabajo con los estudiantes, es muy difícil empezar un diálogo en el aula. Además, como apuntó Castro Espín, la escuela como centro cultural más importante de la comunidad debe llegar con su trabajo educativo a toda la población.
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