Las malas decisiones del presidente ecuatoriano Daniel Noboa le están achicando el paso hacia su deseada reelección.
Su propósito frustrado de privatizar el importante campo petrolero de Sacha, finalmente desecho por la falta de un pago adelantado por la empresa privada binacional que la iba a comprar, y el propósito de que mercenarios del ejército Blackwater intervengan junto a las fuerzas armadas ecuatorianas para combatir el auge delincuencial y la creciente violencia, al parecer, están ayudando a sepultar el interés de Noboa de repetir en la presidencia.
Luego de una ajustada votación en la primera ronda, el 9 de febrero, que dictaminó un empate técnico con la representante de Revolución Ciudadana, Luisa González, aquellas decisiones parecieron marcar un punto de giro en las intenciones de voto, que empiezan a verse en las encuestas más favorables para la aspirante correísta.
Como si no bastaran los nulos resultados que puede exhibir el joven mandatario tanto en el ámbito de la seguridad como en el económico, pese a las promesas de campaña que formuló para llegar al poder en diciembre de 2023, otros hechos «aciagos» están lastimando su imagen de una manera que parece muy perjudicial.
Su incumplimiento de las leyes al desestimar el nombramiento de su ex Vicepresidenta para la primera magistratura durante el tiempo que él estuviera en campaña, hizo que proliferaran acusaciones que lo señalaron de usar dinero del erario público para su carrera electoral.
Ahora, las develaciones sobre presuntos vínculos con el narcotráfico de la Presidenta de su partido, el movimiento de Acción Democrática Nacional (ADN), quien maneja nueve empresas del Grupo Noboa, y dos que se afirma son del propio mandatario, también lo enlodan.
El asunto salió a relucir en el debate televisivo sostenido este domingo por ambos contendientes; y si bien no pudiera afirmarse que estos encuentros definen presidentes, lo cierto es que, según los reportes, Luisa salió mejor parada.
A estas alturas, y cuando falta menos de un mes para el balotaje del 13 de abril, una encuesta —aunque los sondeos no siempre digan la verdad y muchas veces fallan— exhibía para Luisa una intención de voto de 53,96 por ciento, estimulante para quienes retornar a Ecuador a los tiempos de la Revolución Ciudadana, y detener el neoliberalismo que Noboa, para quien el estudio arrojó un 46,3 por ciento de adeptos, seguirá imponiendo a pulso si es relecto.
Sin embargo, tanto como los acontecimientos antes descritos, debe empujar al progresismo la inédita unidad coyuntural lograda por el movimiento correísta y las organizaciones indígenas —la más fuerte de ellas, la Conaie— lo que augura de por sí una mejor posición para Luisa y, lo que es más importante, para la fuerza política que ella representa, si llega finalmente a la presidencia y la alianza rebasa el resbaladizo umbral de las urnas.