Es 2025 y se cumplen 200 años de la invención del sistema Braille, antigua herramienta de lectura aún irremplazable, que por su importancia suprema ha sido incorporada a muchos ámbitos de conocimiento, en aras de lograr la mayor integración posible de personas con discapacidad visual, y en ocasiones también sonora, a la sociedad.
Desde su creación en 1825 por el joven Luis Braille, este alfabeto táctil, compuesto por combinaciones de seis puntos en relieve que forman letras, números y signos de puntuación, constituye la mejor oportunidad de acceso a la educación, la literatura y la comunicación de millones de personas.
En el mundo actual, su relevancia se ha visto amplificada gracias a la integración con nuevos recursos informáticos, aunque el concepto continúa siendo el mismo, inventado hace dos siglos.
Los artefactos modernos se componen de lectores de pantalla y líneas electrónicas que han revolucionado la manera en que las personas ciegas interactúan con la información digital. La línea braille electrónica, el dispositivo de más fama dentro de los avances en la rama, puede conectarse a computadoras y móviles para convertir el texto digital en caracteres braille en tiempo real. Con esta opción pueden navegar por internet y utilizar aplicaciones de mensajería.
A estos avances se suman equipos electrodomésticos inteligentes, como termostatos y asistentes de voz, que pueden ser controlados mediante interfaces táctiles en braille, y eso permite a las personas con discapacidad visual interactuar con su entorno de manera eficaz e independiente.
En el área de la educación, el progreso ha integrando herramientas que fomentan el aprendizaje en braille, con la inclusión de dispositivos interactivos y aplicaciones educativas, además de plataformas como LEGO Braille Bricks, que combinan la instrucción con la diversión, y ayudan a los niños a familiarizarse con el alfabeto de una manera lúdica y efectiva.
Como la tecnología avanza, es probable que el braille siga evolucionando y encuentre nuevas formas de integración. La impresión en 3D, por ejemplo, ofrece la posibilidad de crear gráficos y materiales educativos con mayor precisión y accesibilidad.
Este sistema, más allá de algunas limitaciones pertinentes a otros elementos que comprenden la escritura (como el subrayado, las negritas, los cuadros y tablas; además de la escasa signografía para la química, física, matemática, informática o música), sigue siendo un elemento imprescindible para lograr la inclusión en la escuela, la sociedad y el ámbito laboral de las personas con una discapacidad tan importante como la ceguera, a veces combinada con la falta de audición.
En dos siglos este alfabeto ha demostrado ser mucho más que un simple sistema de lectoescritura. Su capacidad para adaptarse y evolucionar con la tecnología asegura que seguirá siendo una herramienta esencial en el futuro y superará con creces cualquier deficiencia.
Así, la visión de Louis Braille de un mundo donde todas las personas, independientemente de su capacidad visual, puedan acceder a información y participar plenamente en la sociedad, se mantiene más viva y relevante que nunca.