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Entre disputas y peligros: derechos humanos y el futuro que queremos

Autor:

Yasel Toledo Garnache

En un contexto caracterizado por guerras militares y comunicacionales, políticas y simbólicas, por manifestaciones de neofascismo, irrespeto entre gobiernos y muertes, llegamos a otro 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos a nivel internacional. La fecha fue escogida porque en esa jornada de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento elaborado por representantes de las diversas regiones del planeta, con diferentes antecedentes jurídicos y culturales.

Esa propuesta fue proclamada en París como un ideal común para todos los pueblos y naciones, y ha sido traducida a más de 500 idiomas. El primero de sus artículos establece: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».

¿Pero qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué 76 años después el mundo está en esta situación? ¿Acaso las mujeres y los hombres no somos suficientemente inteligentes para comprender que está en juego nuestra propia supervivencia?

Mucho se debe continuar haciendo al interior de cada una de las sociedades, pero también a nivel global para lograr valores verdaderamente compartidos. ¿Acaso es imposible que todas las naciones, todos los gobiernos y pueblos, mostremos al menos respeto hacia los demás y un espíritu colaborativo? ¿Por qué unos lo hacemos y otros no?

Es preciso que nos ayudemos con las palabras y también con las acciones, que eliminemos las guerras y las masacres, que no exista más el afán de conquista de territorios ni riquezas a costa del asesinato ni el exterminio de otros.

Han pasado siglos de civilización y en algunos aspectos no se ha avanzado tanto como se necesita. Siguen existiendo imperios que imponen puntos de vista, decisiones y estrategias, para hacerse más fuertes; pueden utilizar bombas; también sanciones y bloqueos económicos a pueblos, plataformas digitales, contenidos culturales y algoritmos para colonizar de otras maneras.

Uno de los mayores desafíos es poner de moda la sensibilidad, la ética, el respeto y la concreción de proyectos a favor de las amplias mayorías.

La cultura puede desempeñar un rol esencial como elemento indispensable en la comprensión de la humanidad y su devenir, pues abarca manifestaciones creativas por las que se transmiten ideas, prácticas y conocimientos, además de las formas de vida que han existido en el transcurso del tiempo y en diversas latitudes, en estrecha relación con el medio natural donde se manifiestan.

Hay también derechos culturales que deben ser respetados. Los cubanos somos afortunados de que en nuestro país el acceso al arte y la cultura en su sentido más amplio es prioridad. Es admirable, como a pesar de las limitaciones de recursos, provocadas en gran medida por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos a la Isla, aquí continúan siendo diversas y de gran calidad las propuestas artísticas, como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la Bienal Internacional de La Habana, que abarca las artes visuales, y el Festival Mundial de Juventudes Artísticas Romerías de Mayo.

Nuestra nación posee un amplio sistema institucional para apoyar los procesos artísticos, en los que están incluidos, además de los de grandes profesionales, los que emergen en las comunidades, en el sector de aficionados y en otros espacios: lo popular y lo relacionado con las academias. Debemos sentir profundo orgullo, por ejemplo, del sistema de la enseñanza artística que permite desarrollar talentos desde edades muy tempranas de manera gratuita.

Cuba es manantial de artistas de gran prestigio a nivel internacional, en ámbitos como la música, la danza, las artes visuales y el cine. Un elemento muy llamativo, que suele despertar asombro en creadores de otras partes del mundo, es el acceso masivo del pueblo a propuestas de gran nivel, y también la protección a tradiciones y gustos populares. Aquí hay organizaciones de creadores, como la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que brindan becas, premios, eventos y espacios para el debate y la construcción colectiva.

Una sociedad, un país, es también como un ser vivo, en el que cada una de sus partes están de alguna manera muy relacionadas; así es también el planeta. Las guerras en regiones distantes, las disputas y las acciones, en especial de grandes potencias, pueden tener efectos negativos en la humanidad, en algunos lugares más que en otros.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene que ser cumplida y respetada por todos, ninguna nación por poderosa que sea debe estar excepta. La vida de la humanidad, de las mujeres y hombres en cualquier país o de nuestros descendientes, depende, en gran medida, de ello.

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