Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Un elefante en el hospital?

Autor:

Osviel Castro Medel

En estos tiempos complicados, de escaseces y virus —no solamente biológicos—, varios de mis seres más queridos estuvieron internados en hospitales, en los que, afortunadamente, fueron salvados de enfermedades delicadas. Por eso y más llevo en lo profundo la gratitud a los que hicieron retornar sanos y salvos a los míos.

 De seguro, a lo largo y ancho del país muchas otras personas tienen agradecimientos similares para esos profesionales capaces de vencer insatisfacciones y coyunturas difíciles en instituciones médicas, casi todas disminuidas estructuralmente por el paso implacable del almanaque.

 Sin embargo, la gratitud no debe llevarnos a callar realidades que lesionan los servicios de Salud Pública y los alejan de la anhelada excelencia. Lesiones que, dicho sea, surgen casi siempre por la apatía de unos pocos.

 Reafirmo estas ideas porque en el constante ir y venir por centros asistenciales he visto con alarma varios «elefantes», que no son apartados de la cotidianidad y han terminado formando parte del paisaje en salas, cuerpos de guardias y otros sitios relacionados con la atención pública.

 No deberíamos permitir, por ejemplo, que una llave de agua permanezca abierta todo el tiempo en un baño, ajena a una cura para tal despilfarro. O que una pared tenga, a la vista de todos, huecos sin tapar y unos tomacorrientes zafados, colgando de un cable, como monumentos a la chapucería. O que veamos como «habitual», sin que nos duelan la cabeza y el alma, la ausencia de sillas para los acompañantes.

 Tampoco tendrían que estar en esas instituciones aquellos seres pegados a un teléfono celular, inmóviles ante la urgencia de pacientes; ni hemos de aceptar la escena del camillero o la camilla que no aparecen para trasladar a un enfermo; mucho menos la de la sala sucia, doloroso significado de abandono.

 Peor aún es que nos acostumbremos a la pregunta: «¿Trajo jeringuilla?». Y que el interrogador tenga una en el bolsillo y nos diga: «Si no trajo, no puedo hacer nada».

 Y el colmo sería culpar al bloqueo de tales desaguisados o pensar que publicándolos le hacemos «juego al enemigo», como en ocasiones sueltan por ahí. Verdad que el cerco económico daña a la nación, pero cualquier otro muro levantado desde adentro será mucho más perjudicial.

 Cada detalle en contra de una buena atención, cada grieta organizativa, cada mala respuesta ante una premura del público… abre heridas que no se suturan con el tiempo, tampoco con la exposición mediática de «nuestros grandes logros».

 «Quienes no estén a la altura de nuestros galenos —los sacrificados, los que nos reciben siempre solícitos sin importar día u horario— deberán replantearse su labor y enrumbar el camino hacia otros senderos. A esos, que no constituyen mayoría, se les debe impedir tergiversar el sentido altruista que ha caracterizado la medicina en Cuba», escribía al respecto hace casi nueve años la talentosa colega del periódico Granma Mailenys Oliva. Esas letras parecen haber sido escritas ahora mismo.

 Claro, el camino del mejoramiento de nuestro sistema sanitario pasa también por la responsabilidad social de los beneficiarios, algunos de los cuales muestran actitudes irracionales o francamente destructoras.

 Ahí están los casos de quienes lanzan una almohadilla a un inodoro; de los que arrojan comida sin importarles tupir un lavamanos, de los que gritan a las 11 de la noche, en plena sala de neonatología: «¡Pañales!» o «¡Tamales, buenos tamales!», de los que fuman en medio de las escaleras.

 Hay una frase que encaja de modo especial para referirnos a la Salud Pública: «Esto es de todos». Por eso debe llenarnos de orgullo que, aun con tantas carencias, nuestro país sea referente en muchos indicadores. Y debe inquietarnos al límite —hasta conducirnos a la denuncia o el reclamo— todo aquello que pueda asemejarse al cuento del elefante: al principio estorbaba, pero después terminamos aceptándolo. Sería imperdonable que las instituciones vinculadas con el alivio o el remedio de seres humanos se llenaran de «abscesos» y no hagamos, desde todos los niveles, lo suficiente por impedirlo.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.