Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ahora

Autor:

Roberto Díaz Martorell

EL dramaturgo, crítico y polemista irlandés George Bernard Shaw (1856-1950) decía: «No esperes la oportunidad correcta, créala», y ahora es uno de los mejores momentos para poner en práctica ese pensamiento, sobre todo porque el escenario cubano se torna fértil cuando a la población se le abre hasta el próximo 30 de noviembre la oportunidad de participar —voluntaria y conscientemente— en las asambleas de rendición de cuenta del delegado a sus electores.

Apelo a este escenario específico de socialización, en primer lugar porque nos están llamando a pensar como país, y considero que la construcción colectiva de soluciones es una de las maneras más sublimes de aportar a ese concepto, teniendo en cuenta que las limitaciones materiales provocadas por la situación energética que vive Cuba, a partir del arreciamiento del bloqueo de Estados Unidos, pueden dificultar cualquier propósito abarcador.

Por eso es que estos espacios populares recobran mayor relevancia y pertinencia, ya que más allá de la regular rendición de cuenta del delegado a sus electores, pueden convertirse, además, en un ambiente de sugerencias, creatividad y formulación de ideas para proyectos con recursos endógenos, tanto materiales como humanos, porque en la comunidad vivimos todos con nuestros saberes particulares y esa es una fortaleza que debemos aprovechar.

La primera ventaja que tenemos es vivir en una nación cuya voluntad política favorece la participación ciudadana; ejemplos sobran, como las consultas populares para la actualización del modelo económico cubano y la nueva Constitución de la República, realidad que evidencia que la máxima dirección del país no solo escucha, sino que también aplica esas opiniones.

Por lo tanto, no es casual que el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez reitere en sus discursos y convocatorias al pueblo la necesidad de ser proactivos en aras de convertir las barreras en fortalezas en el contexto actual en que se desempeña nuestra economía, y de ahí la urgencia de poner todas las potencialidades y experiencias de la comunidad en función de aportar al desarrollo local y nacional.

En ese sentido sería muy provechoso que las referidas rendiciones de cuenta no se realicen por mera obligación de cumplir con una indicación o porque toca en el cronograma; todos sabemos que es un derecho de la ciudadanía y en consecuencia una ocasión para fiscalizar la gestión del delegado y el estado de solución de los planteamientos; sin embargo, ¿por qué no se aprovechan también para ofrecer soluciones?

Razonemos: ¿Cuántas personas en la comunidad tienen conocimientos de construcción, de plomería, de electricidad? ¿Cuántas poseen, al menos, un medio de transporte como vagón, carreta o carretón, entre otros? ¿Cuántas vivieron experiencias positivas ante problemas que hoy engrosan las demandas del barrio y pudieran contribuir? ¿Cuántas tienen ideas que pudieran transformar la imagen y funcionalidad del área de convivencia?

En mi modesta opinión, en esas reservas del conocimiento colectivo descansan muchas de las respuestas, tal vez a problemas añejos y a otros de menor data, pero que si no se socializan y añaden al debate público, quizá la solución demore más de lo esperado, o no llegue. Sin embargo, estoy seguro de que entre todos, con unidad, seriedad, responsabilidad y control desde las autoridades del barrio, el remedio puede ser más eficiente.

Como decía al comienzo de este comentario, ahora es el momento de crear la oportunidad, no de esperar a que las respuestas estatales, que hoy están marcadas por la difícil situación energética, sigan demorando lo que juntos podemos lograr con esfuerzo propio.

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