Nigeria se encuentra sumida en una crisis política que amenaza con estremecer a uno de los más grandes estados petroleros de África. Y por supuesto, EE.UU., que no está precisamente de luna de miel con Abuja, luego de incluir a este país en una lista de terroristas, ya comienza sus movimientos para evitar que los vínculos con uno de sus mayores proveedores del crudo en ese continente se enfríen más.
Desde el 23 de noviembre, el presidente nigeriano, Umaru Yar´Adua, está hospitalizado en Arabia Saudita debido a una afección cardiaca. Ante la falta de información sobre su salud, hubo quien echó a volar su imaginación y regó a los cuatro vientos que el mandatario podía contar sus días de vida, o incluso que había muerto. Los comentarios de un vocero presidencial, desde Angola, no bastaron para convencer de que el Presidente aún vive y se recupera.
Este martes, el mismo Yar´Adua dio su primera prueba de vida: «Estoy mejor gracias al tratamiento. Espero que pronto haya grandes progresos, lo que me permitirá volver», dijo telefónicamente, sin más detalles, a la BBC. No obstante, hay quien espera una imagen o algún video.
El descontento en muchas élites políticas se nota, y ya la oposición, como era de esperarse, denunció ante los tribunales el hecho de que a pesar de la gravedad del Presidente, sus funciones no hayan sido transferidas al vicepresidente Goodluck Jonathan. Organizaciones de la sociedad civil también se han lanzado a las calles de Abuja para protestar, mientras que los gobernadores de los 36 estados nigerianos se reúnen para discutir el estancamiento político, que ha conllevado a postergar la aprobación de una política de privatizaciones en el sector petrolero que se discute desde hace meses en el Parlamento, de suma importancia para las transnacionales del hidrocarburo.
Ante esta situación, que amenaza aún más la precaria estabilidad de esa nación, esta semana debe llegar a Nigeria el subsecretario de Estado para Asuntos Africanos, Johnnie Carson, para dialogar con el vicepresidente Jonathan y el líder del Senado, David Mark, según fuentes oficiales nigerianas. Anteriormente, Carson y Mark tuvieron una charla telefónica facilitada por la embajada norteamericana en Abuja.
Muchos intereses están en juego. Nigeria es el quinto proveedor de petróleo de EE.UU., y el país con la mayor inversión norteamericana en África, por lo tanto la presencia de Washington en el actual escenario interno es clave, principalmente cuando desde ya otros colosos hacen sus cálculos y preparan el terreno para las elecciones que se deben desarrollar en 2011. Para ello, según el rotativo nigeriano Next, ya se encuentran en el país representantes de la Unión Europea, Canadá y Japón.
Además, si el vacío institucional se posterga, pueden dispararse todavía más los enfrentamientos en el Delta del Níger, una zona demasiado rica en petróleo, donde grupos opositores armados atacan las instalaciones petrolíferas y los oleoductos operados por trasnacionales como Shell y Chevron. Debido a esta violencia, la producción petrolera nacional se ha reducido aproximadamente en un tercio, y el Pentágono observa a esa nación con ojos especiales. De hecho, las conversaciones de paz del gobierno federal con estas guerrillas también quedaron en un paréntesis desde que Yar´Adua se enfermó.
No pudo ser peor el comienzo de 2010 para este gigante petrolero… y las temperaturas pueden caldearse aún mucho más.