Golpistas rociaron con gas pimienta a la población que defiende la constitucionalidad boliviana. Autor: AFP Publicado: 27/06/2024 | 11:44 pm
La paz, junio 27.— La tranquilidad reinaba en Bolivia luego de que la rápida movilización de las fuerzas populares, la firmeza y cohesión del Gobierno, y la lealtad del grueso de las Fuerzas Armadas frustraran el intento golpista encabezado por el exjefe del Ejército, Juan José Zúñiga la víspera.
De acuerdo con la orden de investigar dada en esa jornada por la Fiscalía, junto con la de aprehensión contra Zúñiga —quien poco después era detenido—, se dio a conocer la captura de cerca de otros diez militares implicados, y el acopio de «bastante información».
La noticia la ofreció el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, el propio miércoles, cuando aseguró que la Policía desmantelará «la red antidemocrática» que intentó transgredir el orden constitucional, y formada por «un grupo minúsculo de militares que tuvieron la osadía de intentar tomar el poder, que reside en el pueblo, por la fuerza», aseveró.
Veinticuatro horas después de los acontecimientos, analistas del patio y foráneos tratan de establecer tanto los orígenes como las causas del rápido fracaso de la intentona.
Tan importante como la rápida y unida reacción popular de defensa del Gobierno y la democracia, la firmeza del ejecutivo y el apoyo internacional a la institucionalidad y en rechazo al golpe, se valora el escaso respaldo que encontró Zúñiga entre las unidades donde, había advertido, los uniformados estaban acuartelados y, presuntamente, prestos a seguirlo.
Así lo reconoció el propio militar sedicioso durante la entrevista que le efectuaron autoridades policiales tras su captura, y que divulgó la ministra de la Presidencia, María Nela Prada.
En sus declaraciones, Zúñiga reconoció que no pudo «consumar los objetivos del alzamiento porque sus refuerzos tardaron en llegar», y precisó que «las unidades de Viacha tardaron en llegar», así como «el personal de la Armada y de la Fuerza Aérea», que «no pudieron llegar».
El interrogatorio también permitió corroborar que se trataba de una acción planificada de antemano, un elemento en duda para los observadores, atendiendo a la prontitud con que depusieron su actitud Zúñiga y los efectivos de la Policía Militar que le secundaron en la toma de la Plaza Murillo, y la violenta entrada al Palacio de Quemado, que fue
virtualmente asaltado por el exjefe castrense.
En la transcripción de las declaraciones firmadas por el reo, este puntualizó que «se decidió que se realizaría el levantamiento el día miércoles 26 de junio a horas 11.00, ya que se encontraban todos los comandantes de las fuerzas militares».
Durante una entrevista concedida a Telesur, el prestigioso analista político y economista Hugo Moldiz brindó nuevos detalles.
«Él (Zúñiga) instruye a las 12:30 del mediodía el acuartelamiento, eso sucede de manera efectiva —todas se acuartelan en el país sin saber el motivo—. Sin embargo, ya cuando el general Zúñiga toma la Plaza Murillo, la Octava división, por ejemplo, que queda en el Oriente boliviano en Santa Cruz, decide no plegarse a la aventura golpista. Lo mismo pasa con la Séptima división —que está acantonada en Cochabamba— y lo mismo pasa con Challapata donde hay vehículos pesados y de asalto—, deciden no plegarse. Prácticamente lo dejan solo. Yo diría que un factor adicional es —aunque luego cambia— el rechazo de sectores, incluso de la oposición, a un golpe de Estado.
Mientras, distintas organizaciones gremiales, sociales y populares que se erigieron en defensa de la Constitución se mantienen alertas.
Así lo expresó la Central Obrera Regional (COR) en la paceña localidad de El Alto, que levantó la movilización y el bloqueo de vías anunciado antes, pero advirtió que se mantiene en estado de emergencia.
En otras declaraciones, el propio Moldiz ha advertido que «el golpe de Estado sigue», en una imagen que pretende remarcar la necesidad de identificar los nexos y raíces del intento golpista. Hallar a los autores intelectuales, comentó la víspera ante BTV.
En tal sentido, es preciso recordar las advertencias formuladas en las semanas recientes por el ejecutivo acerca de que se preparaba un «golpe blando», en alusión a los esfuerzos derechistas por sembrar la matriz de opinión de que existe una crisis económica, con el propósito de debilitar el apoyo al Gobierno.
A ello se suman escarceos con la embajada estadounidense en Bolivia que ha sido señalada de injerencia por parte del ejecutivo, lo que provocó la llamada a consultas a la jefa de esa legación, así como la tibia reacción de la Casa Blanca cuando el golpe estaba en marcha y el pronunciamiento de su sede diplomática en La Paz, algo más fuerte, cuando los sublevados ya estaban derrotados.
Además, planea a favor de la inestabilidad una propuesta de adelanto de elecciones que circula en el legislativo, estimó Moldiz en sus declaraciones a Telesur.
«Coincido plenamente con lo que dice el Vicepresidente: (…) se ha vivido un episodio de un capítulo que todavía no ha concluido; va a depender de cómo reacciona el gobierno, de cómo hacer ajustes muy rápidos en la gestión, en el grupo de colaboradores que acompañan al Presidente, y cómo logra consolidar relaciones políticas con un amplio sector del campo popular, para poder desbaratar el peligro que acecha todavía a la democracia boliviana».