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Biden, ¿cómo andan las cosas por tu casa?

El mandatario de la Casa Blanca anuncia casi a diario apoyo adicional en armas para Ucrania, y no pocos conciudadanos le replican: «espero que muestres el mismo entusiasmo por el pueblo estadounidense. Inflación, recesión, altas tasas de interés. La caridad comienza en casa, Sr. Presidente»

Autor:

Juana Carrasco Martín

En las semanas más recientes, casi todos los días, cuando el presidente Joseph Biden habla a los estadounidenses anuncia apoyo adicional para Ucrania en armas y entrenamiento, y esa información la da a conocer también en su cuenta en Twitter, la oficial como residente de la Casa Blanca, @POTUS, pues responde a las siglas de President Of The United States.

El viernes 22 hizo otro tanto y acompañaba el corto texto con un video con sus palabras llenas de optimismo guerrero.

Se me ocurrió darle una ojeada a las respuestas o reply y encontré en no pocas desaprobación, rechazo, decepción y hasta ira, acompañadas de razones más que suficientes para dar paso a esos sentimientos.

«Parece que las compañías privadas de armas están liderando el país desde que Biden asumió el cargo. Tenemos niños hambrientos en nuestro país que podrían ser ayudados y, en cambio, enviamos armas para volar la infraestructura de Ucrania y los humanos que viven allí. Esto no es un movimiento sabio».

«Me alegro de que tengamos tanto que gastar en otro país, cuando su propio país está luchando por encontrar alquileres asequibles para vivir y tratando de pagar la gasolina para ir a trabajar. Esto no se trata de ego…»

«Espero que muestres el mismo entusiasmo por el pueblo estadounidense. Inflación, recesión, altas tasas de interés. La caridad comienza en casa, Sr. Presidente».

En este 2022 hay elecciones de medio tiempo en que se  renuevan parte de los senadores, representantes y gobernadores, una puja entre demócratas y republicanos en la que estos últimos esperan avanzar para alcanzar mayoría en el Congreso y seguir paso triunfante hasta recobrar la Casa Blanca que los seguidores a ultranza de Donald Trump todavía aseguran que les fue robada…

No es precisamente el conflicto en Ucrania lo que más inquieta a los votantes, son las preocupaciones sobre la inflación las que reducen la confianza de los estadounidenses sobre la economía del país y, por supuesto, hacia el Gobierno de turno, y los índices son realmente alarmantes para la clase política, porque la población ve un panorama temible para sus vidas cotidianas.

La famosa encuestadora Gallup acaba de revelar que los estadounidenses tienen bajos niveles de confianza en la economía de Estados Unidos, con solo el dos por ciento de los encuestados calificando las condiciones económicas actuales como excelentes y solo el 18 por ciento diciendo que es bueno.

Por el contrario, el 42 por ciento considera que las condiciones económicas actuales son malas y el 38 por ciento las aprecia como justas.

En esa valoración pública sobre la situación estadounidense, apenas el 20 por ciento dice que la economía está mejorando y aproximadamente tres cuartas partes de la población, el 76 por ciento, afirma que está empeorando.

Y sale a relucir una palabra que realmente estremece hoy por hoy a casi todo el mundo cuando los pesquisados por Gallup se enfocan en el problema más importante que enfrenta EE. UU., la inflación, que se traduce en un alto costo de la vida, y los precios del combustible y el petróleo ocupan la primera línea entre los sindicados en la complicación económica individual y general de la nación.

El presidente Joe Biden ha tratado de culpar a otros por el aumento en los precios de la gasolina, pero la mayoría de los votantes no está comprando sus excusas, es la conclusión de la más reciente encuesta nacional telefónica y en línea de Rasmussen Reports. El 84 por ciento de los votantes estadounidenses probables cree que el aumento del precio de la gasolina, el combustible para calefacción doméstica y otros productos derivados del petróleo es un problema grave, incluido el 61 por ciento que dice que es un problema muy grave, una percepción que no ha variado desde el pasado noviembre.

 Esta contingencia económica, es decir, la inflación, ya golpeaba al estadounidense común de manera persistente por la pandemia de la COVID-19. El conflicto ruso-ucraniano solo lo exacerbó a partir de la intensificación extrema de las medidas económicas contra Rusia y las que ya había establecido el Gobierno de Trump contra China.

 Con una visión desde el conservadurismo, The Washington Examiner explicaba que el apoyo militar del presidente Biden a Ucrania tiene un precio alto en la propia casa, que coincide con los picos de precios al consumidor más altos en décadas y la fatiga de guerra después de 20 años de permanencia de las tropas en Afganistán.

Los dos pivotes de la política estadounidense para el mundo que desea dominar, el secretario de Estado, Antony Blinken, y el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, visitaron la región en conflicto y quedó claro que la asistencia total de seguridad de EE. UU. a Ucrania supera los 3 700 millones de dólares desde febrero de  2022, pero también los 4 300 millones de dólares desde el comienzo de la administración Biden, como elemento que apuntaba y provocaba a Rusia.

El lunes, Austin dijo en Polonia que uno  de los objetivos de Estados Unidos en Ucrania es ver a una Rusia «debilitada», lo que implica aislarla económicamente del resto del mundo, y el martes, en una conferencia en la base aérea Ramstein de EE. UU. en Alemania, a la que asistieron mandos militares de unas 40 naciones, aseguró que su país seguirá moviendo «cielo y tierra» para enviar armas a Ucrania.

El exmiembro de la junta directiva de Raytheon, uno de los mayores contratistas del Pentágono, anunció que esta reunión tendrá seguimiento mensual en un foro que llamó Grupo de Contacto de Ucrania, enfocado «en ganar la pelea de hoy y las luchas por venir», una promesa de guerra permanente o infinita en la que Washington está involucrada desde hace décadas, aunque el término apareciera durante la etapa en que George W. Bush, el hijo, ocupó la Casa Blanca.

No tienen en cuenta que ese remover cielo y tierra puede abrir el camino al infierno. Hay que tomar muy en serio las continuadas advertencias de Moscú sobre ese rearme de Occidente y de Ucrania…

Entre la espada y la pared

Ahora bien, cuando la inflación prolongada golpea bolsillo y bienestar de los estadounidenses —se le considera la más alta en 40 años—, y se presiona a la Reserva Federal (Fed) para que tome medidas que ayuden a desacelerar el crecimiento de los precios, se le viene arriba una recesión, al menos eso auguran  los conocedores, quienes la ven a la vuelta de la esquina.

La Reserva Federal redujo sus estimados de crecimiento para la economía de Estados Unidos, al calcular que solo avanzará 2,8 por ciento en 2022, cuando apenas en diciembre pasado calculaba que el PIB crecería cuatro por ciento en este 2022.

Según muchas mediciones, la economía estadounidense avanza a buen ritmo. Las últimas lecturas de algunos indicadores económicos clave son todos buenos: el desempleo es bajo, la construcción de viviendas está al alza, las ventas minoristas siguen creciendo y el Producto Interno Bruto mostró un sólido crecimiento.

Sin embargo, decía un artículo de Los Angeles Times, una encuesta reciente reveló que cuatro de cada cinco estadounidenses esperan una recesión este año.

La Oficina Nacional de Investigación Económica (National Bureau of Economic Research), respetada por los economistas estadounidenses porque la consideran encargada de llevar la cuenta oficial de las recesiones, define a esta como un «descenso significativo de la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura al menos dos períodos consecutivos de tres meses y en los que el PIB disminuye, teniendo en cuenta la inflación».

En la práctica eso significa un aumento del desempleo, porque disminuye la demanda de bienes y servicios, las empresas despiden trabajadores, se constriñen las empresas, se hace difícil encontrar  trabajo y se agrava la desaceleración.

En pocas y entendibles palabras, es lo más parecido a un círculo vicioso de la economía que el Estado intenta revertir inyectándole dinero con pagos de desempleo o decretando vacaciones fiscales entre otras medidas.

Dice Los Angeles Times que también se produce una recesión cuando los consumidores pierden confianza en la economía y frenan sus gastos y parece que este será el caso que se avecina, pues el pesimismo permea el ánimo de los estadounidenses.

Existe una especie de válvula de escape y parece que a ella está apelando la administración Biden, excusándose en el conflicto ucraniano: el aumento de los gastos militares y el llamado hecho a una renovación de los arsenales.

Estados Unidos está vendiendo bien sus armas, no solo a Ucrania que tendrá que pagar ese compromiso económico, también a sus socios europeos y de otros lugares del planeta.

Al final, el gran ganador del estrés financiero estadounidense es la improductiva industria bélica y nuevamente se reproduce un círculo vicioso que pone en peligro al mundo.

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