Para este jueves están anunciadas al menos 120 manifestaciones contra la guerra a lo largo de Estados Unidos Autor: Tomado de Internet Publicado: 08/01/2020 | 10:27 pm
Apenas recibió el informe del bombardeo iraní a dos bases militares en Irak que albergan tropas de Estados Unidos —cerca de la medianoche del martes—, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se apresuró a declarar: «No pasa nada. Todo está bien», restando valor a la primera respuesta armada de Teherán al asesinato del mayor general Qasem Soleimani, ordenado por el jefe de la Casa Blanca el pasado 2 de enero.
La televisión iraní mostraba las imágenes de la trayectoria luminosa de los cohetes balísticos dirigidos contra las bases aéreas de Al Asad, en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar, visitada por Trump en 2018, y en Erbil, capital de la región del Kurdistán.
Los funerales del mítico comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución, recién habían concluido en Kerman, su ciudad natal, donde millones de simpatizantes coreaban «Muerte a Estados Unidos», la consigna enarbolada desde julio de 1979 cuando la movilización popular derrocó al régimen del emperador Reza Pahlevi.
La Revolución Islámica había arrasado a golpe de sacrificios la odiosa dictadura del Shah, instalado en el poder en 1953 tras un golpe militar organizado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), para derrocar al Gobierno electo democráticamente de Mohamed Mossadeq, quien se atrevió a nacionalizar el petróleo.
Fue en ese momento cuando Washington sembró la semilla de la discordia con el pueblo iraní, al pretender eternizar el saqueo de sus riquezas petroleras y el uso de la estratégica nación persa como plataforma de su dominio en Oriente Medio.
En un discurso pronunciado en la ciudad de Qom, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, líder de la Revolución Islámica de Irán, aseguró este miércoles que los ataques con misiles a las bases aéreas estadounidenses en Irak «son solo una bofetada» y no la venganza por el asesinato del general Qasem Soleimani.
«La venganza es otra cuestión. Anoche recibieron una bofetada (pero) los actos militares de este tipo no son suficientes. Resulta imprescindible poner fin a la presencia corrupta de EE. UU. en esta región», enfatizó Jamenei.
A su vez, el presidente iraní Hassan Rouhani dijo que la «respuesta final» al asesinato del general Soleimani «será expulsar a todas las fuerzas estadounidenses de la región», en una definición precisa del carácter estratégico de la represalia imaginada por Teherán.
El Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (CGRI) aseguró que al menos 80 militares estadounidenses murieron en el ataque a las bases aéreas en Irak, que sufrieron cuantiosos daños.
Sin embargo, Trump reapareció en la Casa Blanca este miércoles insistiendo en que el ataque iraní no provocó muertes de soldados estadounidense, y volvió a enfatizar en que «Irán debe abandonar sus ambiciones nucleares y dejar de respaldar a terroristas».
Se trata de los mismos pretextos utilizados desde que asumió la presidencia para recurrir al terrorismo de Estado, los ataques «preventivos» al estilo nazi e imponer asfixiantes sanciones económicas a la nación persa —que prometió intensificar— para derribar por hambre a la intransigente Revolución Islámica, nacionalista, patriótica y antimperialista, y provocar un cambio de régimen que satisfaga su apetito revanchista.
Si sufrieron más o menos bajas, poco importa. Irán tuvo una vez más la osadía de desafiar al «ejército más poderoso y mejor equipado del mundo», como alardeó el mandatario estadounidense al anunciar que estudiará nuevas medidas punitivas.
Sin embargo, todo indica que Washington supo de algún modo del aviso previo sobre el ataque que envió Irán al gobierno de Bagdad «por respeto a la soberanía de Irak», según dijo el canciller iraní Javad Zarif.
El diplomático persa definió los ataques del martes contra objetivos estadounidenses como «medidas proporcionadas en defensa propia» e indicó que Irán no tiene intención de emprender ninguna otra acción, siempre que Estados Unidos no ataque a Irán nuevamente.
Más allá de la palabrería amenazadora, con la que Trump se presenta como «hombre fuerte» ante su electorado, y a pesar de que la riposta militar de Irán pueda ser vista como limitada, su simbólico desafío a la supremacía bélica de Estados Unidos no escapará a quienes en Oriente Medio juzgan que los días de su poderío indiscutido han quedado atrás.