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Encuentro del presidente Alberto Fernández con Rafael Correa. Autor: Página 12 Publicado: 11/12/2019 | 10:55 pm
Es evidente que cualquier atisbo de unidad de las izquierdas y el progresismo produce urticaria a quienes desde lares norteños ven el sur hemisférico como territorio para reimplantar, a cualquier precio, la Doctrina Monroe y aquello de América para «nosotros los americanos».
Si a esa alergia se le une la ceguera de la prepotencia y la soberbia, la combinación resulta una escena de insolencia mayúscula, ajena al comportamiento de quien se supone que es el ejecutor más inmediato de la diplomacia de Estados Unidos para este continente y, por supuesto, hace el ridículo con una huida atropellada.
Vayamos al grano. Estos fueron los hechos. Mauricio Claver-Carone, enviado de Donald Trump a las ceremonias y celebraciones de asunción de Alberto Fernández como presidente de la Argentina, perdió la compostura cuando se enteró que estaría presente el ministro de Comunicación de la República Bolivariana de Venezuela, Jorge Rodríguez —como corresponde en las relaciones diplomáticas, y mucho más cuando hay aproximaciones en la mirada integradora de la Patria Grande, como la llamó Bolívar, o de Nuestra América, como la describió Martí—, y también era invitado especial el expresidente de Ecuador, Rafael Correa.
Clarín mediante, el director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos hizo público su disgusto. Arrogantemente, dejó en las declaraciones al diario porteño, mensajes de advertencia para el nuevo Gobierno, sin comprender que ya no moraba en la Casa Rosada uno de los afiliados al imperio y al FMI.
«Desafortunadamente, debido a unas invitaciones y a algunas sorpresas que recibimos al llegar, decidí no ir y me voy temprano. No voy a tener las reuniones de trabajo que tenía programadas para mañana», dijo, y con ello se refería a los encuentros con el presidente Alberto Fernández y con el canciller Felipe Solá.
El atrevimiento y desenfoque fue mayor cuando apuntó: «Queremos ayudar a la Argentina a enfocarse en sus problemas domésticos, en sus problemas económicos, para que triunfe. Una Argentina democrática, estable y con prosperidad es del interés de todos nosotros en el hemisferio occidental».
Para completar las «instrucciones», Claver-Carone despotricó: «Jorge Rodríguez y Maduro no le traen ningún beneficio a la Argentina. Evo Morales no le trae ningún beneficio a la Argentina. Rafael Correa no le trae ningún beneficio a la Argentina. Son cuestiones al revés. Le quitan beneficio a la Argentina, y desenfocan lo que debe ser la prioridad de Argentina, que es el bienestar del país, y cómo pueden trabajar bilateralmente con nosotros y con otros aliados».
Encuentro del presidente Alberto Fernández con Jorge Rodríguez.Foto:Página 12
Pero, todavía le faltaba la gota que rebosara la copa de la insensatez y el disparate: el enviado trumpiano se reunió con la «embajadora» del «presidente virtual» Juan Guaidó, y ninguno de estos dos cuentan para nada en la renovada Argentina.
Desde la mirada casablanquina, el Gobierno de los Fernández cometió tremendo desliz: no le presentó la lista de sus invitados. Una gauchada de independencia y soberanía que la sabiduría popular de Martín Fierro definiría así:
«Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de ajuera»…
Posdata sobre el de «ajuera»
Algunos datos en la ficha de Mauricio Claver-Carone: anticubano por antonomasia y todo lo que ello conlleva en apretar las tuercas del bloqueo y otras agresiones contra la Mayor de las Antillas —incluso cerrar las puertas de la Embajada que abrió el Gobierno de Obama y destilar odio hacia la tierra de sus padres. Este nacido en Miami fue director ejecutivo del comité de acción política US-Cuba Democracy PAC, mediante el cual la maquinaria terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, hacía valer sus pretensiones de ahogar y derrocar la Revolución y al pueblo cubano. Y entre otros cargos también fue representante de Estados Unidos ante el Fondo Monetario Internacional.
