Cinco de los seis candidatos en uno de los últimos debates. Autor: El Tiempo Publicado: 26/05/2018 | 11:01 pm
El momento llegó. La certeza de las muchas advertencias sobre la importancia que tendrá el nuevo presidente de Colombia en la materialización de la compleja paz, conseguida tras difíciles negociaciones y apenas en ciernes, podrá constatarse mejor desde mañana.
Los colombianos eligen hoy al nuevo mandatario entre cinco candidatos que no han hecho del proceso, precisamente, el tema central de sus respectivas campañas —pues ese es un mérito que le tocaría al saliente Juan Manuel Santos—, pero cuyo desempeño, sin embargo, resultará determinante para garantizar que no se escuchen más las armas y, si fuera posible, exterminar una violencia con raíces profundas que, como la guerra, fue plantada por la injusticia social.
Por añadidura, el acto comicial ocurre en un momento delicado para el recorrido iniciado con la firma de los acuerdos de La Habana, en septiembre de 2016, no solo porque quedan segmentos del articulado sin legislar —algo indispensable para que se implementen—, sino porque no se ha cumplido con otros tan relevantes para su credibilidad como la liberación de los guerrilleros presos; o porque la materialización de otros postulados aún debe definirse bien en todos sus detalles y consolidarse, como el funcionamiento de la Jurisdicción Especial (JEP), determinante para el futuro de los desmovilizados de las FARC-EP sobre los que pesen acusaciones.
Pero tan preocupante como ello es la continuación de la violencia contra activistas sociales y políticos e, incluso, contra guerrilleros que entregaron las armas a cambio de su inserción en la sociedad, y tres decenas de los cuales ya han resultado asesinados, en una demostración de que continúa la llamada parapolítica.
El persistente deseo estadounidense de extradición del excomandante guerrillero Jesús Santrich, hecho prisionero en Colombia en virtud de la solicitud llegada desde Washington, podría resultar la más clara y dramática imagen de los peligros que se ciernen sobre la paz colombiana, toda vez que se ven en tan vulnerable situación exinsurgentes que como Santrich, incluso, tomaron parte en las negociaciones. Aunque, solo de momento, la JEP ha negado que se le extradite.
A ello deberá dar cara quien gane la presidencia y para hacerlo tendrá que enfrentar, pactar o contar —según el Presidente que resulte electo— con un Congreso que se acaba de renovar y donde obtuvo mayoría la extrema derecha, lo que de por sí constituye una retranca adicional a los retos de la propia sociedad.
Tal vez esos resultados puedan ser un indicio de por dónde se moverá el voto este domingo aunque, si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta, los dos de mayor puntuación tendrán que acudir a segunda vuelta, el 18 de junio.
Los nunca infalibles sondeos muestran en primer puesto a Iván Duque, considerado el delfín del expresidente ultraderechista Álvaro Uribe, del Centro Democrático, y en segundo a Gustavo Petro, exguerrrilero del M-19 y exalcalde de Bogotá a quien algunos han llamado «la esperanza de la izquierda»: el candidato mejor punteado del centro hacia allá.
Pero algún estudio afirma que el segundo puesto este domingo no sería para Petro sino para otro representante de la derecha, el exvicemandatario Germán Vargas Lleras.
Otro exvicepresidente está en las boletas, el liberal Humberto de la Calle, un hombre más conocido por su fructífera labor como jefe negociador del Gobierno en las conversaciones de paz, que por su desempeño en el ejecutivo y quien, consecuentemente, desde la campaña ha defendido el proceso.
Completa la lista Sergio Fajardo Valderrama, quien va representando a la Coalición Colombia, donde están el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el Movimiento Compromiso Ciudadano; y Jorge Trujillo, de Todos Somos Colombia. Se dice que en la eventualidad de la segunda ronda, y estando Petro en ella, los seguidores de Fajardo le darían a este su apoyo; así como los de Vargas Lleras podrían dárselo a Duque si el exvicemandatario no pasa al balotaje.
De alguno de ellos dependerá la paz: el candidato no inscrito de esta jornada electoral, porque su consecución estará a expensas del voto.