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CARACAS, Venezuela.— Con un sable levantado en el emblemático campo de Carabobo, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, encabezó la juramentación de obreros y altos oficiales para realizar la ofensiva general del pueblo en la lucha contra la guerra desestabilizadora que ejecuta la oligarquía nacional y extranjera.
En un largo y emotivo acto, celebrado a pleno sol, con la participación del alto mando político de la Revolución, integrantes de la Milicia Nacional Bolivariana, trabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y un grupo de generales y contraalmirantes, entre otros, el Jefe de Estado afirmó que el mes de octubre «será de preparación para el combate» y «una victoria temprana frente a la guerra económica, psicológica, eléctrica y política contra nuestro pueblo».
En la congregación, de unas 2 000 personas, el mandatario, visiblemente emocionado, hizo levantar las réplicas de las espadas del Libertador, Simón Bolívar, a los altos oficiales (entregadas previamente), quienes repitieron a coro un juramento que contempla acrecentar la unión cívico-militar, defender la Revolución y el legado de Chávez, preservar las garantías del pueblo y la paz, construir la patria socialista y derrotar las guerras del imperialismo y de la oligarquía.
El Presidente aprovechó la oportunidad para recordar a Hugo Chávez —de cuya partida física se cumplieron siete meses la víspera— y agregó que el mejor homenaje al Comandante Eterno era ser leal a su sueño, su ideal y su moral.
«No nos podemos equivocar», sentenció Maduro, en alusión a la tristeza, el inmovilismo y la depresión que cultivan algunos en lugar de la acción, la batalla, el compromiso y la entrega diaria en la calle.
En el sitio que recuerda a los héroes de la batalla donde se selló la definitiva independencia de Venezuela (24 de junio de 1821), el Presidente evocó los últimos días de Chávez y dijo que este, aún en medio de la compleja enfermedad, jamás se resignó ni se entregó y sintió hasta el último segundo de su vida por la patria venezolana.
Acotó que el Comandante Eterno en su lecho de enfermo profetizó la guerra que se avecinaba y que el 22 de febrero, en la última reunión con los colaboradores más cercanos, «dejó orientaciones precisas en todos los campos».
«Hoy todo lo que somos, toda la patria que existe es obra de su sabiduría y humildad», dijo Maduro al referirse al líder bolivariano y subrayó que ahora «podemos decir, desde este campo inmortal, con absoluto amor, que somos hijos de Chávez, de la patria».
Anteriormente el dignatario nacional había alertado sobre planes de un grupo de sindicalistas que buscaban boicotear la Gran Misión Vivienda Venezuela, la cual tiene como propósito construir anualmente cerca de 300 000 hogares dignos para familias humildes.
También rechazó una resolución del Senado de Estados Unidos, que solicita a la OEA un «reporte» sobre las elecciones presidenciales en Venezuela del 14 de abril.
Maduro, asimismo, se refirió a la importancia de «para la etapa que viene de la Revolución, tener un solo mando, una sola estrategia, un solo curso de acción, una sola fuerza».
Luego del acto se ofició en el Cuartel de la Montaña, en Caracas, una misa en honor al Comandante Eterno y se celebró una ceremonia en la que participaron la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Gladys Gutiérrez; la fiscal general de la República, Luisa Ortega; la defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez; y el jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Vladimir Padrino López, además de artistas y pobladores del barrio 23 de Enero.
