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BISHKEK, junio 26.— El gobierno provisional kirguiz levantó hoy el toque de queda en Osh, la ciudad cabecera del sureño estado del mismo nombre, donde al menos 275 personas murieron y dos mil 200 resultaron heridas, tras choques interétnicos.
A pocas horas de la celebración aquí de un referendo sobre una nueva Constitución, la policía volvió al régimen normal de patrullaje en las calles de Osh, donde se pueden observar aún los estragos del caos que reinó por una semana con la quema de decenas de inmuebles.
El toque de queda fue impuesto poco después del inicio el pasado día 11 de los enfrentamientos fraticidas en Osh.
La policía mantendrá, sin embargo, los puntos de control establecidos en la llamada capital sureña kirguisa, donde las autoridades intentan desmantelar las barricadas levantadas por la población en varios barrios para protegerse de los malhechores.
Cientos de jóvenes, armados con palos, fragmentos de metal y en ocasiones con fusiles semiautomáticos sembraron el pánico, incendiaron centros docentes, teatros, comercios, autos y, sobre todo, viviendas que provocaron una estampida de unas 400 mil personas.
Tanto a la región de Osh como a la también meridional Dzhalal-Abad debieron ser enviadas fuerzas combinadas de la policía, guardafronteras y tropas del Ministerio del Interior y del ejército para poder lidiar con los desórdenes.
Algunos funcionarios pusieron en duda la víspera la necesidad de efectuar la consulta popular, que confirmaría el paso de un régimen presidencial a uno parlamentario, pues consideran aún inseguro el ambiente en el sur del país.
Unas 100 mil personas llegaron a cruzar la frontera con Uzbekistán en el momento más álgido de la crisis, cuando muchos vecinos eran apaleados, baleados o quemados por ser kirguisos o uzbecos, según el caso.
