Preocupación de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay y Brasil por la instalación de bases militares en Colombia con inmunidad para sus soldados Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
No es fácil la tarea que tendrá ante sí la Unión Sudamericana de Naciones en su cita de Bariloche, Argentina. El reto, como siempre ha sido, le viene impuesto, en última instancia, desde el Norte.
Lo deseable sería lograr la necesaria posición contundente para desalentar un plan que hará de ese Cono Sur no solo presa fácil y «legal» de los apetitos imperiales sino, además, trampolín de sus afanes hegemónicos sobre otras regiones. Pero ello debería lograrse sin quebrantar la unión. Y esa unión que ha dado razón de ser a UNASUR está también, precisamente, en juego. Incluso, no faltan quienes opinen que el deseo de dividir forma parte de la trama sucia... Una trama que ya está obteniendo dividendos en el clima enrarecido, primero, por las acusaciones falsas contra los mandatarios de Venezuela y Ecuador, las que hicieron renacer, tal vez demasiado pronto, los fantasmas ajados de negados vínculos con las FARC: la organización guerrillera colombiana tempranamente certificada como narcotraficante y terrorista, según la definición que hizo W. Bush.
Pero los motivos de la cita rebasan esas disonancias porque tienen que ver con el bien común, aunque quizá no todos entiendan la trascendencia de lo que se está definiendo. O no puedan verla. Lo que convoca es el acuerdo entre Colombia y EE.UU. que abrirá las puertas, las ventanas y los balcones del país andino a los marines junto con sus aviones, barcos, tanques, radares, y toda la parafernalia necesaria para la vigilancia, el desplazamiento rápido y, cuando fuere preciso, la acción, con una libertad de movimiento que sobrepasará incluso el uso de las tres, cinco, siete instalaciones mencionadas en los puntos que se han conocido del acuerdo, y que les permitirá correr y volar, desde allí, hacia zonas de África.
La reunión arriba a Bariloche «transferida» de la cumbre de UNASUR de hace dos semanas que dejó el análisis del tema para esta cita, a la que las posiciones llegan también transferidas y, además, lamentablemente divididas. En el mejor de los casos es posible que la piedra angular de los debates girase sobre la comprensión que haya en torno al término «soberanía», toda vez que se ha tratado de legitimar el acuerdo bajo el entendido de que se trata de la decisión soberana de Colombia. Probablemente ese fuera uno de los argumentos del presidente Álvaro Uribe en la rápida y —para los medios, muda— gira que lo llevó hace poco más de 15 días por Brasil, Bolivia, Chile, Perú, Uruguay, Argentina, Paraguay. Las declaraciones de sus mandatarios mostraron, después, opiniones con matices divergentes.
Más allá de la decisión soberana de Colombia, sin embargo, la fundada preocupación de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay y Brasil, radica en las posibilidades y facultades que el acuerdo dará a EE.UU. para hollar la soberanía de cada una de ellas con salvoconducto, y además, inmunidad.
Parlamentos, organizaciones sociales y sindicales se han pronunciado en contra y, en medio del debate, el presidente boliviano, Evo Morales, ha propuesto una salida salomónica: la celebración de un referendo para escuchar la opinión de la población del Sur.
La mayoría de ellos, seguramente, cerraría el camino a la injerencia que se esconde tras las falsas cruzadas contra el narcotráfico y el terrorismo que «avalan» el acuerdo.