Desplazados en busca de comida. Foto: AP. GINEBRA, julio 27.— El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) denunció que es «alarmante» la situación humanitaria en varios poblados del sur de Líbano, atacados por Israel desde el 12 de julio, y donde escasean agua y alimentos.
En una nota publicada en Ginebra, Suiza, agrega que en el sur libanés «las bombas de agua no funcionan por falta de electricidad y de combustible. También se están agotando las reservas de alimentos y se necesitan medicamentos básicos, especialmente para las enfermedades crónicas», reporta ANSA.
La Cruz Roja no puede acceder a las poblaciones al sur de la ciudad de Tiro, aunque un convoy de este organismo logró arribar a la ciudad portuaria con 90 toneladas de harina y otros artículos de primera necesidad. Esperan que otro convoy llegue este viernes a Sidón, luego a Jezzine y el domingo regresarán a Tiro, dijo un funcionario del organismo de socorro internacional.
En Blida, una localidad a pocos kilómetros de Bint Jbeil, unas 700 personas, entre ellos 300 niños, se refugiaron en una mezquita, comentó un delegado del CICR.
En otras ciudades aisladas, las calles permanecen desiertas, la gente se esconde, tiene miedo a los bombardeos y muchos cuerpos permanecen bajo los escombros o en las vías de comunicación, añade el CICR.
Aunque Israel dice haber aceptado extender los corredores humanitarios en el Líbano y está abierta la ruta entre Beirut y la frontera siria, vía Aarida, en otra carretera al norte de la capital libanesa, tres camiones fueron atacados por Israel y dos choferes murieron, expresaron fuentes de seguridad citadas por ANSA.
La ayuda no ha podido llegar a miles de personas en dificultades en las localidades de Rmaich y Ain Ebel, muy cerca de la frontera, al sur de Bint Jbeil, donde el ejército israelí ha encontrado la resistencia de Hizbolá y se enfrentan las fuerzas en conflicto desde hace tres días.
La agencia IRIN señala que el Alto Consejo Libanés de Ayuda establecido por el gobierno de ese país estima en 800 000 las personas desplazadas, entre ellos cien mil extranjeros que fueron evacuados —incluidos libaneses de doble nacionalidad. Más de cien mil están refugiados en escuelas y edificios públicos.
Pero muchas familias en Tiro, Bint Jbeil y Marjeyoun permanecen cercados en sus casas y no han visto el sol desde que Israel comenzó las hostilidades hace ya dos semanas y no saben qué está sucediendo en las inmediaciones.
Al mismo tiempo, el ministro de Salud del Líbano, Mohammed Jalad Khalife, dijo en Beirut que cerca de 600 civiles libaneses han muerto durante el ataque masivo israelí, pues cerca de 400 cuerpos han sido recibidos por los hospitales de todo el país y se cree que entre 150 y 200 personas se encuentran sepultadas entre los escombros de los edificios destruidos por los ataques de la aviación, a los que los rescatistas no pueden llegar por los intensos bombardeos israelíes, reporta Xinhua.
«Todo esto sucede porque en Roma no se llegó a un cese el fuego, el cual todos estábamos esperando», declaró a la televisión local un ciudadano libanés que no quiso identificarse, añade el reporte de ANSA, lo que también fue expresado por el presidente del Parlamento libanés, el chiita Nabih Berri, quien dijo a la agencia estatal libanesa: «El criterio para evaluar el éxito de la conferencia de Roma era el lograr finalmente el cese el fuego. Y como ello no sucedió significa que la conferencia fracasó».
Este jueves, por fin el Consejo de Seguridad logró ponerse de acuerdo en su sede en Nueva York para emitir una declaración sobre el ataque israelí contra un puesto de la ONU en el que murieron cuatro funcionarios del organismo internacional, pero no incluye una condena y mucho menos rechaza la agresión desproporcionada contra el pueblo libanés, que el régimen de Tel Aviv presenta como una represalia contra la milicia chiita Hizbolá, que es apoyada por el 87 por ciento de los libaneses en su resistencia ante Israel.