La capital nipona será el reto más grande que ha enfrentado Milena. Autor: Miriam Jeske Publicado: 19/07/2021 | 03:09 pm
Aunque en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 el remo cubano no logró sacar medalla alguna del lago Rodrigo de Freitas, siendo el guantanamero Ángel Fournier el mejor ubicado, con su sexta posición, sí se acudió con una representación de siete exponentes que patentizó la salud favorable de esta disciplina en nuestro país. Cuatro años atrás, en la edición precedente, efectuada en Londres, se asistió con seis figuras.
En marzo pasado se desarrolló la Regata Continental, torneo clasificatorio para la cita multideportiva bajo los cinco aros en Tokio. Nuevamente el lago brasileño Rodrigo de Freitas acogió un evento cualitativo y en sus aguas bogaron cuatro remeros antillanos en tres modalidades: Osvaldo Pérez y Alexei Carballosa (LM2x), Carlos Andriel Ajete (M1x) y Milena Venegas Cancio (W1x).
Sin Fournier, el encargado de ubicar a la Isla en el radar internacional de este deporte en la última década, le correspondió a la espirituana Venegas garantizar la presencia de la Mayor de las Antillas en el concurso de remo en la capital japonesa, que se celebrará en el Canal del Bosque de Mar, después de ser la única clasificada en el preolímpico carioca.
La singlista consiguió el cupo el 5 de marzo, en la jornada de cierre, luego de concluir en la cuarta plaza de la final A, con crono de 8:14.25 minutos, superada por la mexicana Kenia Lechuga, la paraguaya Alejandra Alonso y la trinitaria Felice Chow, ocupantes del podio por ese orden. Las cinco primeras de esa prueba cumplieron el propósito con el que acudieron a la lid en Río de Janeiro.
Pero ese día Milena no solo festejó su clasificación por primera vez a unos Juegos Olímpicos, también salió refulgente del agua porque había conseguido el mejor de los regalos en su cumpleaños 24.
«Ese día no pude festejar mucho, fue una jornada muy complicada, con dos regatas, una por la mañana y la otra por la tarde. Sin embargo, ese 5 de marzo fue espectacular para mí, inolvidable, cumpliendo otro año más de vida y a la vez logrando el sueño más grande de mi corta carrera deportiva.
«Concursamos con botes alquilados, los nuestros se preveían que estuvieran allá con mucho tiempo de antelación, pero nunca llegaron. La embarcación que me dieron es para alguien de 75 a 85 kilogramos y yo solo peso 65. Las condiciones en cuanto a botes no fueron las adecuadas. Por otra parte, la pista era impredecible, con aire muy fuerte», declara a Juventud Rebelde la joven nacida en el poblado Arroyo Blanco, en el municipio Jatibonico.
Meses antes de competir en el certamen brasileño, ella enfermó del nuevo coronavirus y confiesa que se le derrumbó el mundo. Mas luego comprendió que ese no podía ser el final y continuó con los entrenamientos. Le dijo al comisionado nacional, Ángel Luis García, que pusiera a su disposición un ergómetro (máquina para realizar una simulación de la acción de remar). Lo cierto es que no era una opción desistir a su aspiración de llegar a Tokio.
Con completa sinceridad reconoce que pensó que no obtendría el boleto, debido al tiempo que permaneció en pausa por la pandemia y que después tuvo que reajustar su rutina preparatoria. No obstante, la voluntad para no sucumbir ante una situación tan adversa le deparó tamaña sorpresa en su aniversario 24.
«Poder competir en los venideros Juegos Olímpicos representa, desde ya, un orgullo enorme, sí, el más grande que he tenido en la vida. Será mi primera vez en una competición tan fuerte, no puedo hablar de resultados, pero sí espero avanzar lo más posible, he dado muchísimo en cada sesión de entrenamiento por ese objetivo», dice la yayabera, quien comenzó en la EIDE en tenis de campo y a causa de una reducción de matrícula en la institución docente deportiva se trasladó a remo.
Desde su incorporación a esa disciplina, a los entrenadores les gustó su estatura y mediciones corporales. Varias veces la llevaron a la Escuela Nacional a realizar pruebas de remorgometría, con resultados muy alentadores que, junto a sus medallas en los Juegos Juveniles Nacionales, influyeron en su promoción a la Escuela de Remo y Canotaje José Smith Comas, ubicada en las afueras del municipio artemiseño de Caimito.
«Los días allí son bastante rutinarios, se basan en entrenamiento, descanso y alimentación. Nos levantamos a las seis de la mañana para la primera sesión, luego hacemos la segunda alrededor de las 11. Remamos entre 18 y 20 kilómetros en dependencia de lo previsto, también pasamos tiempo en el gimnasio. A las cuatro de la tarde retomamos la preparación, esa es la última sesión. El descanso es muy importante cuando se cumple esta rutina diaria», explica la doble medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y discípula del entrenador granmense José Luis León.
Has remado en varias modalidades, pero como singlista me comentaste que te sentías súper, además, parece que ahí está tu mayor potencial.
- Sinceramente, me siento más cómoda remando en el single, es una modalidad en la que no dependes de nadie. Es solo tu sacrificio el que te llevará, o no, a conseguir un gran resultado.
Eres doblemente privilegiada. Coincidiste en la selección nacional con un crack como Ángel Fournier, multimedallista en eventos internacionales, y eres espirituana, igual que Maira González, la mejor remera cubana de todas las épocas.
-Conozco a Maira, es esposa de un entrenador que tuve y que admiro muchísimo. Tengo buena relación con ella y sé que está contenta con mis logros. Claro que en un futuro cercano deseo ser la excelente deportista que fue ella e igualar o superar sus actuaciones.
«En el caso de Ángel, figuras como él son dignas de admirar. Muchos de sus resultados, sobre todo en Campeonatos Mundiales, demuestran estabilidad y nivel en la élite de este deporte, creo que cualquier atleta quisiera lograr sus actuaciones. Yo lo veo como una estrella y espero que así lo recuerden siempre».
La yayabera confiesa que compite más relajada en la modalidad individual. Fotos: Miriam Jeske