Matanzas.— Keyla Rodríguez Betetta no puede existir sin el mar. Vivir cerca de la bahía de Matanzas ha sido una gran fortuna, pues si hubiera nacido en otra área geográfica no habría inclinado su talento por el deporte de las velas.
Su entrenador Jorge Valdés lo resume en pocas palabras: «Tiene un gran interés por la navegación. Lo lleva en la sangre».
En quinto grado llegó a la base matancera sin mucho entusiasmo, y su rostro delataba el susto de enfrentarse a algo desconocido. Al principio le tenía miedo al mar.
Keyla hoy es la mejor de su categoría en el país. Vive en Matanzas y, además de sus excelentes resultados deportivos, se destaca en la docencia.
«Me encanta el mar, es mi vida, a pesar de haber pasado muchos sustos, como cuando las toninas nadan a mi lado, o cuando me he virado en lugares muy profundos.
«Lo más difícil es cuando no hay aire fuerte. Por mi peso, cuando se cae el viento no avanza bien la embarcación», sonríe en medio del ajetreo propio de tantos barcos, velas, padres, entrenadores, curiosos, árbitros...
Lo cierto es que los Juegos Nacionales Escolares, en las áreas de la playa El judío, acogen a cientos de matanceros, quienes se aglomeran para ver la competencia. Algunos van motivados por el colorido irrepetible de las velas, quizá hasta sin saber nada de estos deportes naúticos.
Keyla ganó este año el primer lugar en las competencias pioneriles nacionales. Después obtuvo idéntico puesto en el concurso mixto, y se llevó un tercer premio por ser la mejor atleta de la competencia.
«Mis padres están muy contentos, ya saben más de vela que yo», contesta con la alegría de sus 15 años.
La bahía de Matanzas le facilita sus resultados, pues casi siempre navega con el viento de noroeste. «Pero cuando se pone de sur es más difícil», confiesa.
«Optimist, mi barco, es para edades pioneriles, pero me dejaron usarlo hasta noveno grado», nos dice. «Tiene una vela, es el menos veloz y el resultado depende del esfuerzo y dedicación; por eso entreno cinco horas diarias».
Según datos obtenidos en la web, el Optimist fue diseñado por Clark Mills en 1947. El autor se inspiró en una popular embarcación, cuya forma se asemejaba a una caja de jabón que muchos niños usaban en Clearwater, Florida.
El Optimist es una clase internacional de embarcación de vela para niños. Se calcula que existen en el mundo alrededor de 250 000. Lleva un solo tripulante, mide 230 centímetros de eslora, 113 de manga y pesa 35 kilogramos.
«Ahora peso 55 kilogramos y pasaré para el Laser o el 470, pero extrañaré mi Optimist», concluye Keyla.