Un joven británico de 32 años fue arrestado por violar la propiedad privada y entrar a una casa ajena. Pero el pobre hombre no quería cometer ninguna fechoría, solo necesitaba tocar unas melodías al piano, porque se considera el fan número uno de Beethoven. Sorprendido por los dueños, Alfred fue a parar ante los agentes policiales, a quienes declaró, con tono ingenuo: «La puerta estaba abierta y el felpudo decía “Bienvenido”, así que simplemente entré».