Kristy Nicholson a sus 23 años quería ser contorsionista pero le temía a los espacios pequeños. Aunque es muy flexible, si no vencía su miedo nunca podría realizar el sueño de entrar al circo. Su madre decidió ayudarla y comenzaron las prácticas en los lugares más insospechados de la casa. Cuando ganó confianza, la niña casi mata a su progenitora de un infarto, sorprendiéndola metida en la lavadora, en lo más alto del closet o en la casita del perro. Todo porque la vieja estuviera orgullosa.