Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Esquizofrenia periodística

Cuando la impresión puja con la preparación e intenta suplantarla; cuando la fiabilidad de la fuente resulta difusa y los elementos argumentales, secundarios a la velocidad de transmitir; cuando aparecer es la brújula, sin que importe demasiado cómo se cruza el océano, se abre el campo a lo que la profesora Yamile ha dado en llamar «populismo mediático», «periodismo amateur» y «esquizofrenia periodística»

 

Autor:

Reinaldo Cedeño Pineda

Nunca podré olvidarlo, nunca podré perdonarlo, nunca dejaré de agradecérselo. La profesora Yamile me expulsó dos veces consecutivas del aula universitaria. Quintero, Universidad de Oriente. Ella se apareció con todos aquellos conceptos, cayeron sobre mí como la arremetida de un aguacero sin paraguas. Comenté algo impropio, casi lo susurré; pero su oído era fino.

A la segunda, decidí no pronunciar una palabra, no mover los labios, no respirar. Tal vez percibió en el aula mi protesta silenciosa y volví a ganarme el pasillo. «Peor es callar», me dijo.

Ella dictaminó que el Periodismo, el de verdad, ha de «barrer el diarismo». Ella me hizo pensar en qué periodismo necesitábamos, me tasó las palabras, me subió la varilla. Pasan los años y aquellos instantes los guardo, los aprieto sin rencor alguno.

Muchos intentos y muchos dolores nos han unido por estos caminos. Y allí estuve, en la presentación de su libro Tinta negra para recursar el periodismo (Editorial Oriente, 2013), uno de los análisis más lúcidos que he leído sobre el proceso de comunicación contemporáneo en los últimos años.

En el universo de hoy, con su cultura de la navegación y sus comunidades virtuales, escribe la doctora Yamile Haber Guerra, «predominan la instantaneidad, que ha desplazado a la inmediatez de la radio, y la interactividad como primera experiencia en la historia de los medios, por encima de las innumerables ventajas de la televisión (…) los receptores tienen contacto simultáneo con el emisor y con el mensaje (…) se ha producido un desplazamiento desde la transmisión de información, propia de la llamada era analógica, hacia la producción de contenidos, propia de la era digital».

En consecuencia, asoman interrogantes que pueden generar, a estas alturas, más de una polémica: ¿Cada ciudadano al producir (colgar) determinados contenidos en las redes, está haciendo, efectivamente, periodismo? ¿Tendría sentido el estudio y la propia existencia de una profesión que puede ejercerse con semejante «facilidad»? ¿Estamos arribando a un periodismo de opiniones y no de hechos? ¿Se anda confundiendo el soporte con el mensaje, la calidad del soporte con la calidad del mensaje? ¿Son los muros los nuevos medios?

La autora de Tinta negra para recursar el periodismo tiene consideraciones al respecto: «La velocidad detrás de la transmisión de datos no pude suplir el tiempo que se necesita para redactar una noticia (…), el periodismo no puede reducirse a la simple comunicación de datos (…). La tecnología combinada de los audiovisuales y las computadoras no bastan a la información periodística (…), muchos avezados en el manejo de estas y otras tecnologías, no han aprendido a utilizar las palabras que, a pesar de dichas tecnologías, siguen siendo imprescindibles».

Me parece estarla escuchando en las aulas, cuando me detengo sobre la ilustrativa metáfora de la manguera de bomberos: «A un ciudadano sediento de información se intenta calmar con un torrente tal que al final se queda como al principio: ¿cómo me informo?, ¿cuál es el mejor sitio para informarme?, ¿qué información selecciono?». 

Cuando la impresión puja con la preparación e intenta suplantarla; cuando la fiabilidad de la fuente resulta difusa y los elementos argumentales, secundarios a la velocidad de transmitir; cuando aparecer es la brújula, sin que importe demasiado cómo se cruza el océano, se abre el campo a lo que la profesora Yamile ha dado en llamar «populismo mediático», «periodismo amateur» y «esquizofrenia periodística». Se han confundido peligrosamente los ámbitos públicos y los privados.  Escribir siempre ha sido responsabilidad, siempre ha entrañado respeto, ¿o acaso eso ya no importa? 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.