Inolvidable fue su trabajo en populares programas como Detrás de la fachada y San Nicolás del Peladero, coincidiendo con otros grandes de los medios de comunicación como Marcos Behmaras, José Antonio Caíñas Sierra y la inolvidable Consuelo Vidal. Autor: Archivo Publicado: 14/11/2024 | 07:36 pm
Cuando revisas archivos y encuentras que una publicación ha contado en su equipo de redactores con firmas como Juan Ángel Cardi, Mitjans, Mario Kuchilán, el Indio Naborí, Carballido Rey, Enrique Núñez Rodríguez, Nicolás Guillén, H. Zumbado y Juan M. Betancourt, entre otros, no te queda más remedio que quitarte el sombrero, incluso la cabeza si fuera necesario.
Palante, medio al que sigo ponderando por su aniversario, fue cuna y tribuna de magistrales escritores, de hombres con excelsa mano en las letras, agudo sentido del humor y afilado lenguaje de innegable pensamiento. De los nombres mencionados, hoy haré sencillo homenaje a uno de los preferidos en mi infancia y juventud, por la acertada aparición de sus guiones en la pequeña pantalla y en la historia de la televisión cubana.
José Manuel Carballido Rey nació en Güines el 15 de abril de 1913, y su eterno adiós llegó en el año de 1987, en La Habana. Consta que fue un inigualable escritor, maestro y realizador de radio y televisión. Inolvidable fue su trabajo en populares programas como Detrás de la fachada y San Nicolás del Peladero, coincidiendo con otros grandes de los medios de comunicación como Marcos Behmaras, José Antonio Caíñas Sierra y la inolvidable Consuelo Vidal.
La infancia y juventud de Carballido Rey transcurrieron llena de contratiempos y diversos oficios desde laborar como obrero en el central azucarero Merceditas, pasando por operario sastre y dependiente, mientras realizaba estudios hasta graduarse de maestro normalista. Obtiene una plaza de profesor y continúa los estudios en las especialidades de Filosofía y Letras, y de Pedagogía. Finalmente consigue el doctorado en Pedagogía por la Universidad de La Habana.
Siempre integrado a las luchas en el Ala Izquierda Estudiantil, participó en múltiples acciones contra las tiranías de turno. Ejerció el magisterio en diversos centros y especialidades hasta que se vinculó con la radio y la televisión como autor y publicista a comienzos de los años 50. Al crearse en 1960 el Instituto Cubano de Radiodifusión, pasa a desempeñar distintas funciones dentro del organismo junto a su labor de autor de programas dramáticos y humorísticos.
Fue un escritor costumbrista muy conocedor del auténtico folclor popular cubano, particularmente el que asentaba raíces en las costumbres campesinas, muy cercano al teatro bufo. Colaboró con diversas publicaciones cubanas como Gaceta del Caribe, Orígenes, Bohemia, Carteles, El País Gráfico, Romances, Hoy Domingo, Palante…, El Nacional de México, La Nación de Argentina y El Nacional de Venezuela.
En la literatura nos dejó importantes compendios de sus obras escritas al estilo de Crónicas del peladero y El gallo pinto y otros cuentos.
Su impronta perduró en muchos espacios de la prensa y de nuestra televisión, incluyendo el añorado y legendario espacio de las Aventuras. Fue un hombre querido por todos, que marcó una etapa crucial en el desarrollo de nuestros medios de comunicación. Vivió y trabajó para su pueblo, que le fue recíproco con tanta entrega. En una oportunidad expresó:
«Parto de la realidad, y de vivencias para escribir mis narraciones, pero la ficción está dentro del quehacer artístico. Me parece que es un fenómeno común en todo escritor. Yo considero que todo creador tiene un compromiso con el pueblo para el cual escribe. No comulgo con la supuesta neutralidad de la cultura y el arte. Para mí, el arte es un arma para la defensa de los intereses y aspiraciones de las masas».
El monstruo
(Fragmento)
—Ansina como se lo cuento, compae Anacleto… Parece cosa de to los demonios… ¿Diga usté?...
Seco y nudoso como una caña brava, con un rostro cetrino y desconfiado hasta la exageración, con una espesa barba que ocultaba toda reacción y unos ojos de afilada mirada, el viejo Anacleto contemplaba impasible al hombre con quien acababa de toparse en un recodo del camino, y aunque llevaba apuro, no dio la menor muestra de impaciencia. Sus hombros caídos, su pecho hundido, sus piernas absurdamente arqueadas, reposaban sobre la bestia en la actitud característica del hombre acostumbrado a vivir perpetuamente en la cabalgadura.
Elias Caraballo se levantó sobre la montura, estiró el largo cuello hacia delante y escrutó el rostro de Anacleto con visible curiosidad. Después, no satisfecho, se acomodó de nuevo. En realidad era cosa en extremo difícil, averiguar si al viejo campesino le interesaba o no lo que él pudiera contarle.
—Le juro a usté —prosiguió al fin— que fue allí mismo, pegado al puente de La Viuda, y me estoy figurando, compae, que ha sido una
bendición pa usté. Coja por el otro camino si no quiere tener mal encuentro. Yo sé que to el mundo dice que usté es hombre de pocas palabras y muchas obras, pero la verdad, esas no son cosas de humanos.
—¡Anjá!
—Como lo oye usté. ¡Si lo sabré yo que ahorita mismo lo vi con estos ojos que Dios me ha dao!... Y había que ver cómo me vino pa’rriba el condenao fantasma o lo que fuera. Óigame una cosa, compae. Le echaban cadela los ojos, los mismito que esos hoyos que tiene el horno del ingenio.
La impasibilidad del viejo estuvo a punto de desanimarlo, pero volvió a la carga.
—Ansina mismo. Diga usté que soy ligero de cabeza y venía algo prevenío, que, si no, allí me deja tieso el condenao bicho. Pasé por su lao igualito que un rayo, pero tuve tiempo de verle el cuerpo. Lo tiene to pelú y los ojos más grandes que la luna, redondos y coloraos… ¿No le da miedo eso, compae?...
—¡Jum!
El otro movió la cabeza y Elías hizo una mueca de asombro…
Carballido Rey
Cuentos cubanos de humor. Selección realizada por Samuel Feijóo, Editorial Letras Cubanas, 1979
FRANCISCO PASCASIO BLANCO ÁVILA (La Habana, 1930) Publicó su primer dibujo en la revista Fotos en 1948. Caricaturista editorial del periódico El Mundo desde 1960 y dibujante de la agencia de noticias Prensa Latina en 1959. Fue fundador del semanario Palante y Palante, que dirigió entre 1970 y 1985.
Innegable creador y defensor del humor cubano en todos sus formatos. Autor de múltiples historietas humorísticas didácticas y su más conocida sección: ¡Ay, vecino!
Premiado en Cuba y el extranjero. Su obra fue destacada con diversas distinciones. Incansable fundador de espacios y publicaciones dirigidas a difundir el humor gráfico cubano y lo más autóctono de nuestra cultura.