Daneris Fernández Fonseca apostó por la literatura desde pequeño . Autor: Hugo García Publicado: 07/10/2024 | 08:21 pm
Matanzas.— Seis años llevaba engavetada Los cuervos de tus ojos, la primera novela bajo la firma del escritor Daneris Fernández Fonseca, ganadora del premio Cirilo Villaverde 2024, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
El jurado, integrado por María Liliana Celorrio, Michel Encinosa y Laidi Fernández de Juan, valoró cómo el texto resalta una interesante mezcla del universo de la cultura, las tradiciones y la historia, injertadas en la urbe yumurina del siglo XX con una pulsación ficcional tan vívida como diversa, y muy meticulosa en los deberes de la necesaria investigación que ese reto impone.
«Estoy muy contento con el premio. Aunque ya había presentado el proyecto en otros certámenes, el hecho de que el jurado de la Uneac se haya fijado en mi obra es algo trascendental en mi vida. Es mi primera novela y tenía muchas dudas, por eso se la había dado a muchos colegas a leer. En ella reconstruyo un entramado de época, porque se desarrolla en un día de septiembre de 1918, en la ciudad de Matanzas. Eso me da mucha más seguridad», nos cuenta el escritor villaclareño, devenido orgullosamente matancero.
—¿Consideras una coincidencia haber nacido en Rodrigo, el mismo sitio de Esteban Montejo, el icónico personaje de Miguel Barnet en Biografía de un Cimarrón?
—Rodrigo es un pueblecito semirrural ubicado en los márgenes de una presa enorme nombrada Alacranes, que se tragó las tierras más fértiles y las mejores fincas. El pueblo está en los lindes de un central azucarero que sobrevive apenas. De verdad que allí nunca escuché hablar de Esteban Montejo; lo vine a conocer mucho después, cuando leí esa obra magistral de Miguel Barnet. Incluso, leí otras obras de Barnet antes de Biografía de un Cimarrón.
«Así que mi relación con él es más bien de reivindicar: una apropiación, más que algo innato. Creo que si preguntas por Esteban Montejo en Rodrigo, más del 90 por ciento te dirán que no lo conocen. No había ni biblioteca pública ni librería, pero en mi casa había muchos libros que mi mamá compraba en los viajes a otros pueblos. Rodrigo aparece, digamos, como espacio de ficción, sobre todo en mi libro de cuentos policiales La culpa es de Michael Jackson, publicado en junio de este año, de los cuales tres venían de libros anteriores.
«Es el mundo de la nueva ruralidad, de esos pueblos que están a medio camino: no los puedes considerar ni como una zona urbana ni como rural, y parece que es la parte de la Isla más dinámica, si nos ponemos a pensar en cómo el campo se ha ido despoblando…
«Es para pensar en esos lugares que se organizan en las periferias de ciudades muy marcadas como de interiores (no como las ciudades de Matanzas y La Habana, necesariamente delimitadas por el litoral), que comienzan a tener toda esa periferia en zonas como de amortiguamiento, barrios llamados “dormitorios”, que empiezan a crecer a partir del éxodo del campo.
«A Rodrigo lo considero un pueblo intermedio, lo que yo digo la nueva ruralidad, y las historias de ese libro son de policías entrampados entre la soledad y los difusos marcos que la ley traza: lo que los cubanos llamamos “luchar” y todas esas líneas rojas que marcan la legalidad».
—Pasaste por talleres literarios en tu etapa de estudiante, ¿qué significó para tu futuro como narrador?
—Empecé a compartir en los talleres literarios lo que escribía ya cuando estaba en la universidad de Villa Clara. En el pedagógico me uní a un taller que dirigía René Batista. Fue la primera vez que leí en público mis poesías y cuentos. Allí conocí a Agustín de Rojas, Lorenzo Lunar y Rebeca Murga; tengo mucha influencia del policial de Lunar.
«Pero no se puede soslayar que participé también en los talleres de Varadero, mientras era custodio en hoteles. En Matanzas, primero me vinculé al taller literario de ese polo turístico. Como peldaños sí funcionan. Se ha hablado mucho en detrimento de los talleres, pero considero que son necesarios».
—Cumpliste misión internacionalista en Angola como combatiente, sin embargo, no has escrito sobre esa epopeya…
—Estuve en 1988 en la unidad de artillería mixta de la Vigésima Unidad de Tanques de Malange. Allí había una biblioteca donde leí a Cortázar y me estrené como poeta. No he sentido la necesidad de escribir sobre eso, porque escribir no va solo de sentimientos: no porque hayas pasado momentos desgarradores te sale un libro, eso no es así.
«Por eso pienso que los caminos de la creación a veces son difíciles… No creo que sea automática, de manera tal que no he forzado ese tema. En algunos momentos me ha molestado mucho saber que hay personas que escriben sobre Angola y no estuvieron allí, pero ni eso me ha motivado a escribir. En su momento escribiré sobre aquellos días, pero tampoco es algo que me quite el sueño, ni que sea un empeño inmediato. Es cierto que atesoro esas vivencias, las tengo en un lugar privilegiado, puede que en mi mente las repase algún que otro día».
—El hecho de acercarte a Matanzas fue definitorio en tu vida como escritor.
—En Matanzas es donde empiezo a escribir en serio, cuando publico y me vinculo a la experiencia como creador. Sin dudas, me convierto en escritor en Matanzas, eso no tiene discusión.
—Escribir para niños es difícil, pero lograste con Mauricio en Peñaparda acercarte a ese púbico infantil por medio de cuentos policiales, algo aún más complejo…
—La literatura infantil fue una experiencia que surgió del taller que impartió José Manuel Espino. Aunque me interesa mucho la ciencia ficción, yo no me defino como cuentista ni novelista. Sí tengo una vocación definida por la historia y por la literatura, por eso me interesa contar historias, lo cual hago de manera diferente, según los intereses que me movilicen en ese momento. Me gustaría volver a la literatura infantil y vincularme a la infanto-juvenil desde las aventuras, la ciencia ficción y el policial.
—Historia del Teatro Sauto, 1863-1899 tuvo buena acogida como monografía, y sobre este afirmaste que un libro de historia no debe renunciar al reto de atrapar al lector…
—Ese libro fue Premio de Investigación Histórica Juan Marinello, y del José Luciano Franco, que se otorga al libro de historia publicado por una editorial fuera de la capital. Me tomé ciertas libertades al escribir esa historia y muchas personas que aprecio no la vieron bien, porque creían que no era correcto mezclar la ficción en un texto histórico. Me aventuré, porque pienso que es válido mientras uno sea coherente y apegado a la verdad.
—Nuevos proyectos…
—Ahora curso el Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad chilena de Concepción, y pienso en una saga de Los cuervos…, en la época de las luchas independentistas, y luego otra en la lucha contra Machado. Actualmente, leo mucho y escribo poco; no tengo mucho tiempo, aunque he escrito poesías. Tengo un texto inédito titulado Un ejército joven como en la madrugada: Matanceros por la República Española, que trata sobre la participación de matanceros en la Guerra Civil Española, texto que me gusta mucho. Si la historia y la literatura habían estado separadas en mi obra, aquí se unen mucho.