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¿Podré rehuir el aparente despropósito al creer que dentro de una guerra se libra otra contienda, en un ejercicio bélico que no se detiene? Aunque soldado en mi juventud, nunca he oído tiros, salvo los de mis prácticas previas antes de convertirme en un miembro de las FAR. La pregunta surge de la lectura de El desbordamiento: anotaciones sobre la Guerra Grande (1868-1878), publicado por Ediciones Unión.
José Abreu Cardet, nacido en Holguín en 1951, penetra con este volumen por entre el humo de la pólvora y los gritos de guerra o de dolor, con el fin de componer una especie de microrrelato de la retaguardia durante la campaña de los Diez Años. Es decir, este libro confirma que las guerras, en particular las de liberación, no recesan en ningún sector.
Aparte de combates y batallas, en los campos de la lucha por la independencia se ejercitaba día a día un sigiloso discurrir por preservar hospitales, zonas de cultivo, campamentos de refugiados, mujeres, niños e inválidos. Si menciono el título de algunos capítulos, el lector percibirá una idea. Cito: La importancia de llamarse Manuel Calvo, Con mi presencia cesaba ya el peligro, La fuerza de los desvalidos, El hambre no tiene fe en el triunfo, El choque de las ilusiones…
Ahora bien, si en su contenido, no muy común en las versiones históricas de nuestras guerras independentistas, se halla el atractivo de este volumen, no puedo obviar la factura. Cada episodio halla también su interés en la composición. El historiador Ricardo Cardet Abreu escribe de modo que cuanto desbroce de la trama bélica menos evidente, hale a la lectura, sin incumplir las normas de la formación estilística de la historia.
Pero me arriesgo a asegurar que la historia, además de para cumplir con la verdad, y con ello apuntalar la identidad de la nación, ha de escribirse también para invitar a la lectura. Leer, por ejemplo, El ingenio, de Fraginals, resulta una aventura placentera además de esclarecedora e instructiva.
Ocurre igual con El desbordamiento: anotaciones sobre la Guerra Grande (1868-1878), largo título de José Abreu Cardet que, a la corta, resulta breve, por el número de páginas y, también, y sobre todo, porque estas azuzan la lectura.
