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Este pequeño libro sapiencial, este antiquísimo manual de cómo ser simplemente una persona, no hemos sabido tenerlo a mano con frecuencia, aunque muchos citan alguna vez su título, incluso esta o aquella frase. Hablo de ese texto clásico titulado Tao Te King, cuyo autor repetimos también con frecuencia: Lao Tse.
Bajo el sello de El mar y la montaña, editorial de Guantánamo, esta edición del Tao..., entre otras características, se distingue por establecer un paralelo con la Biblia judeocristiana. Es decir, que en notas repartidas por todo el libro, la autora de esta versión, Mireya Piñeiro Ortigosa, expone las coincidencias entre las recomendaciones éticas y socialmente prácticas de Lao Tse y el Antiguo y el Nuevo Testamento bíblicos.
Es conocido: las múltiples culturas humanas han llegado a las mismas conclusiones por diversos medios y rutas. Incluso, los siglos pueden ocultar que entre aquellas, a pesar de las distancias geográficas e idiomáticas, probablemente existió alguna mutua influencia. Resulta muy provechoso confrontar cómo son posibles las afinidades entre una doctrina sapiencial como la del Tao y ciertas páginas bíblicas.
Es, por tanto, un mérito destacable de Mireya Piñeiro Ortigosa haber realizado esta búsqueda y haber intentado mejorar la traducción conocida del Tao Te King. Este resulta un libro para meditar y anotar. Porque a cada frase, a cada párrafo, el lector encuentra sugerencias de que lo único válido y verdadero en la vida humana es la paz, la armonía con la naturaleza, la convivencia con el semejante.
Cuánta falta nos hace meditar en propuestas que el viejo Lao Tse nos transmite desde hace milenios. Dice: «El sabio vive en la humildad, su corazón ama lo profundo, sus relaciones son gentiles, su palabra es veraz, su gobierno es justo, su trabajo es perfecto, su acción es oportuna (…)».
¿Estamos de acuerdo en que la sabiduría es mucho más que el conocimiento? La sabiduría consiste en saber que la relación con nuestros semejantes se establece en la igualdad, no sobre dimensiones de mayor a menor. La humildad que el Tao Te King reconoce en los sabios, es el manantial de lo solidario y lo justo.
