José María Heredia. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
Al nombre de Heredia han quedado ligados para siempre los versos al Niágara impetuoso y su Himno del desterrado, que lo acompañan en el sitial donde se le reconoce como nuestro primer poeta romántico.
Sin embargo, una obra escrita en cuatro tomos, y no precisamente en versos, fue la que el poeta consideró como uno de sus trabajos más meritorios. Así lo refiere a su madre en una carta fechada el 18 de noviembre de 1827: «Yo trabajo en una obra gitanesca, que llevo a la mitad a fuerza de constancia. (…) Ella impondrá silencio a los que dicen que solo sé hacer versos, y será la base más sólida de mi fama».
El referido texto, que apareció publicado en Toluca, México, entre 1831 y 1832 bajo el título de Lecciones de Historia Universal, retornará este martes al público lector. Una versión facsimilar de los únicos ejemplares que existen de este texto y que solo se atesoran en la Biblioteca Nacional José Martí, será presentada para revelarnos una faceta desconocida del célebre poeta cubano.
Señala el Doctor Eduardo Torres Cuevas, director de la mencionada institución, que este empeño literario convierte a Heredia en «el primer historiador de América Latina en realizar una Historia Universal, la primera escrita en español en nuestro continente de la cual se tenga noticia y que fue dirigida específicamente a los estudiantes latinoamericanos con un fin pedagógico. Este libro provee un descubrimiento: el de un Heredia que no es solo el padre de nuestra poesía patriótica sino también de la historiografía latinoamericana».
Para Torres Cuevas resulta importante destacar cómo este hombre que luchó por la independencia fue también «un creador de pensamiento, una especie de historiador-poeta, porque siguiendo la máxima de José de la Luz y Caballero la historia es una de las más bellas formas de la poesía. Ese poeta escribió la historia porque “no en balde entre Cuba y España tiende inmensas sus olas el mar”, diferencias que se atrevió a explicar desde la interpretación de los acontecimientos de los pueblos y sus raíces. Resaltó así nuestra propia épica, esa que era necesaria que el joven latinoamericano de su tiempo dominara, contribuyendo al nacimiento de una cultura latinoamericana que tiene sus bases en la Historia».
Para la edición facsimilar que se presenta, gracias a la participación del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México, los cuatro tomos aparecen compilados en un solo volumen, en el cual se reproduce tal y como se publicó en su primera edición cada página original de las Lecciones..., conservándose así la misma letra, ortografía de la época y presentación del único juego de libros que se conserva de este texto singular, explicó Torres Cuevas.
De poeta a historiador
Cuando a José María Heredia se le relaciona con la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar —el primer intento de liberación del yugo español por parte de los criollos—, tuvo que marcharse de Cuba al exilio: primero a Estados Unidos y luego a México, donde realizó su mayor producción creativa y continuó su carrera política llegando a ser, incluso, diputado al Congreso.
Durante su estancia en tierra azteca es que nacen sus Lecciones.... Hasta entonces el conocimiento se recibía a través de los Elementos de Tytler escritos en inglés, por lo cual Heredia se dio a la tarea de traducirlos al español para beneficio de «la juventud de nuestros pueblos».
Pero como él mismo explica en la Advertencia e Introducción de sus Lecciones..., pronto se vio precisado a «refundir» aquella obra. De modo que lo que comenzó como una labor de traducción con los capítulos de la Historia antigua, se complejizó hasta el punto en que ya en la Historia moderna tuvo que tomarse «mayores libertades», al notar que «como buen inglés, Tytler da una preferencia poco racional a la historia británica».
No contento con acomodar en tres tomos las 50 lecciones de Historia antigua, otras diez que a modo de apéndice resumen la Historia de los judíos y extenderse en 65 lecciones más hasta el reinado de Luis XIV, donde concluyen los apuntes de Tytler, Heredia inició su cuarto tomo para «completar el cuadro interesantísimo del último siglo y el tercio del presente que va corriendo en cuyo período han ocurrido sucesos de inmensa importancia e incalculable influjo sobre la suerte futura del género humano».
Como el agudo historiador y esmerado pedagogo, donde terminó Tytler se arriesgó Heredia, quien no pudo dejar de sistematizar para las próximas generaciones hechos tan trascendentales como la revolución de las trece colonias, la revolución francesa, además de las luchas independentistas de nuestra América, marcadas por el grito de Dolores con Hidalgo, las épicas batallas de Bolívar, Sucre y San Martín, y la declaración de independencia de Haití.
Los que hoy se lean estas Lecciones… tendrán el extraño privilegio de pasar en pleno siglo XXI por el aula de Heredia, como aquellos estudiantes para los cuales diseñó y dictó estas clases cuando se desempeñaba como director del Instituto Literario de Toluca, hoy Universidad Autónoma del Estado de México, en el cual impartiera varias cátedras, además de la de Historia Universal.
No es su curso un ramillete de acontecimientos ordenados cronológicamente, sino que Heredia se propuso «dar una idea instructiva de la historia en general», para lo cual fijó también «la atención en las costumbres de las naciones, sus leyes, la naturaleza de sus Gobiernos, su religión, adelantos intelectuales y sus progresos en las artes y las ciencias», brindando una visión multicultural a través de los tiempos e imperios.
En su último capítulo dedicado a modo de resumen a enunciar las figuras ilustres que en el siglo XVIII y XIX contribuyeron a la civilización del hombre, mencionó a los músicos alemanes Handel, Haydn y Mozart, los célebres escritores franceses Voltaire, Chataubriand y al político Rousseau, al padre de la economía política Adam Smith y la pluma poética de Lord Byron, de Inglaterra. Incluyó junto a ellos a «los sabios filósofos Varela y Saco», como nombres representativos de una América donde «las letras y bellas artes apenas salen de la infancia».
«Si la posteridad concede lugar entre ellos como poeta el autor de estas Lecciones dirá que Cuba fue su patria», escribió junto al punto final de esta obra que hoy queda ante los ojos del lector.