Es necesario apreciar los recursos disponibles y actuar con racionalidad, y generar opciones atractivas que van más allá de ir a la playa y al campismo. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:23 pm
Vueltas es una comunidad villaclareña cuyo nombre, por sí solo, pone al descubierto la forma peculiar de su fisonomía pueblerina. La mayoría de sus calles, todas asfaltadas y limpias, convergen en un parque pequeño de estructura redonda, con una glorieta que históricamente ha sido testigo de los acontecimientos recreativos más importantes de la comarca.
Este consejo popular, perteneciente al municipio de Camajuaní, con más de 14 400 habitantes, está integrado por 20 circunscripciones, dispuestas en su mayoría alrededor del poblado. Allí, como en cualquier otro sitio de Cuba, los jóvenes son diversos en gustos, preferencias y maneras de obrar, lo que siempre supone un desafío serio para quienes tienen la misión de pensar cómo atraer y entretener en estos meses veraniegos desde cerca de casa.
Del centro al occidente del archipiélago este diario fue en busca de cómo darle vida al verano en la comunidad y con la iniciativa de su gente. Algo que, según pulsamos, no siempre encuentra buen cauce.
Pensar en todos
Cuando llega este período del año la camajuanense Dadilka López González quisiera quebrar esa norma a veces tan monótona de hacer casi lo mismo día tras día, y así darle media vuelta a la bruma cotidiana de sus otros meses.
Pero si bien le motiva divertirse, en no pocas ocasiones cae en un vacío a la hora de organizar su tiempo para recrearse, pues no encuentra la mejor opción de acuerdo con sus condiciones. Dadilka apenas rebasa los 26 años y tiene un niño de cuatro. Vive con su abuela, cuyos cuidados recaen por completo sobre ella. Es médico y actualmente cursa la especialidad de Angiología.
Sus obligaciones hogareñas y las responsabilidades de familia, asumidas felizmente en plena juventud, le impiden trasnochar o ir con frecuencia a determinados lugares hasta tarde. De nada de ello se queja. Sin embargo, a veces lamenta no encontrar esa posibilidad pensada para personas como ella que, aunque quizá no sean muchas, también buscan pasarla bien de una manera más apacible y en horarios menos convencionales para el gusto de las multitudes.
«Si sales un domingo o un sábado por la tarde, en contadas ocasiones encuentras algo. La mayoría de las instituciones culturales están cerradas. Es entendible que cumplan un horario, pero pienso que debieran flexibilizar más sus servicios en esta etapa del año.
«Con esto no estoy diciendo que no trabajan. Al contrario, me consta que algunas hacen un gran esfuerzo. Solo que a veces me siento ajena a mi comunidad porque sus opciones van por un lado y por otro el tiempo del que dispongo para salir, dar una vuelta y encontrar una propuesta atrayente. Y como yo existen también otros jóvenes.
«Aunque no puedo todas las semanas, no sabes cuánto desearía llevar en las mañanas de domingo a mi niño a una actividad infantil y no ir solamente al parquecito, el único lugar que siempre permanece abierto».
Con la misma edad que Dadilka, otra realidad acompaña a su coterráneo Yoandry Alonso Cabrera, un joven casi «todoterreno», que disfruta con igual entusiasmo ver un juego de béisbol o un buen programa en la televisión, ir al cine a la proyección de una película, asistir a una fiesta de amigos, que sentarse en las noches en uno de los bancos del amplio parque de su pueblo. Pero más allá de eso también hay preferencias y gustos que lo marcan.
Desde que estudiaba en la Universidad comenzaron a despertársele inquietudes por el rock en su diversidad de matices y tendencias más contemporáneas, pues se trata de un género que le apasiona y que ha encontrado no pocos seguidores y amantes en el lugar donde vive.
Si bien reconoce que se ha respetado la realización de una peña que, de algún modo, ha contado con cierto apoyo institucional, sugiere que esa voluntad de tener en cuenta el amplio espectro de gustos e intenciones que coexisten en una comunidad no escape al buen deseo de proyectar una propuesta veraniega inclusiva, abierta a la participación de todos.
«Eso a veces falta, sobre todo porque se privilegian opciones más facilistas y de menor rigor en su diseño. Hay que complacer con la música tecno, la disco y el reguetón, pero también se debe tener presente que nunca faltan los que disfrutan y desean escuchar otros ritmos, por muy controversiales que parezcan a la mayoría de las personas».
Otras miradas sobre un mismo verano
Aunque se articulan alternativas para hacer de la programación recreativa vacacional una opción creada desde y para la comunidad, tampoco alcanza los tonos necesarios en Vueltabajo. Para Lilian García, residente en el Hermanos Cruz, uno de los consejos populares más grandes de Pinar del Río y del país, todavía las actividades tienen un carácter puramente citadino.
«Las mejores propuestas culturales se programan en la plaza o en otros espacios como centros nocturnos y áreas cerradas, pero en los repartos y en los barrios pasa muy poco o nada», subraya.
La joven contadora también advierte que, en no pocas ocasiones, no se divulgan adecuadamente. «Aquí hay muchos niños y a veces han hecho planes de la calle y otras opciones deportivas o culturales en puntos clave del Hermanos Cruz y no nos enteramos».
Si para García uno de los problemas radica en solo centrar las acciones del verano en enclaves de gran confluencia de público, además de que no cuentan con una buena programación y divulgación, para Dania Rodríguez, residente en el consejo popular Celso Maragoto, la dificultad mayor es la falta de ofertas recreativas en los asentamientos.
«No sé si es porque vivimos en zonas periféricas de la ciudad, pero aquí aún no se siente la programación del verano. Al menos yo nunca me he enterado de ninguna acción, de la índole que sea», manifestó la entrevistada.
«Para encontrar propuestas de esparcimiento para mi familia y para mí tengo que trasladarme hasta el centro de la capital», asegura.
Liam Marchante, de la zona perteneciente al consejo popular Capitán San Luis, percibe el dilema desde otra perspectiva. «La mayoría de las actividades programadas responden a determinados gustos y grupos de edades.
«Sea deporte, peña cultural, concierto u otra proposición, solo se piensa en niños y adolescentes; hay muy pocas opciones para jóvenes mayores de 30 años y otros adultos. Es como si el verano solo pudieran disfrutarlo los menores de 25», argumenta.
Otras de las problemáticas resaltadas por los entrevistados en diferentes consejos populares, fueron la ausencia de cursos de verano, o que algunos de los existentes no responden a los intereses y gustos de los pobladores, así como la falta de coordinación entre todos los organismos que potencian las actividades.
Proyectar lo que tengo
En el entendido de que aún los consejos populares no se han convertido en espacios esenciales para propiciar opciones recreativas en esta etapa, conversamos con varios de los implicados en el diseño y la proyección de este verano, con el propósito de encontrar algunas claves desde las cuales corregir el rumbo.
Juanito Ferrer Falcón, presidente del consejo popular de Vueltas, insiste en que hay que ofrecer, en la medida de lo posible, una amplia gama de opciones para que el veraneante pueda elegir. Por tal motivo, el conjunto de instituciones de la comunidad está llamado a articular un funcionamiento más intencionado, que tome en cuenta las exigencias del público, y no le dejen todo el cometido de entretener a esas posibilidades de «desconexión» hogareña que se han abierto con el Mp3 y el DVD.
Asimismo, agrega Juanito, hay que aprovechar las condiciones naturales de cada espacio. En Vueltas, por ejemplo, precisa, como tenemos un río a aproximadamente tres kilómetros de la localidad, al que van muchas personas a diario, hemos valorado la idea de abrir un punto de ventas gastronómicas en sus proximidades, algo que agradecerán sobremanera quienes vayan hasta allí a darse un chapuzón.
Igual opinión tiene Luis Miguel Martínez Hernández, coordinador del proyecto sociocultural La Camorra, en Puerto Esperanza, quien cree que para lograr un verano desde las localidades hay que basarse en los recursos propios de cada comunidad.
«Nosotros, por ejemplo, vivimos un fatalismo geográfico, por la lejanía no contamos con actuaciones de artistas profesionales, pero tenemos un movimiento de aficionados envidiable. Seguramente no todas las comunidades del país pueden decir lo mismo».
Para Osnay Miguel Colina, miembro del Buró Nacional de la UJC, si se habla de recreación —señala—, habrá que aludir a infraestructuras disponibles, capacidad de ofertas desde múltiples espacios y empeño ordenado y racional de las entidades del país.
«El tema de la recreación pasa por la subjetividad de cada cubano, y según se conciba, así serán las expectativas y satisfacciones de cada uno de nosotros».
El dirigente de la UJC propone que para que el verano satisfaga las necesidades recreativas de la familia cubana, se impone conocer exhaustivamente en el consejo popular las características de cada comunidad, sus tradiciones, sus inquietudes.
«En primer lugar, han de tomarse en cuenta las potencialidades recreativas que existen en las instalaciones del barrio: en los parques, los museos, las escuelas, las casas de cultura, las canchas deportivas, las salas de televisión y video, los círculos sociales y los centros gastronómicos. Son indispensables en ese análisis los recursos humanos del barrio y los recursos materiales con que cuenta. De todo ello se desprenderá entonces ese plan de actividades diversas que, sin perder la premisa de la calidad, cubran de alguna manera el interés de los diferentes grupos de edades», subraya.
Llegar al barrio
En cada consejo popular, como en todos los municipios, están creadas las comisiones de recreación. Pero del grado de integración de las instituciones, organismos y organizaciones a cada nivel se deriva que se creen las condiciones propicias para desarrollar un programa coherente y funcional en el barrio, sostiene Colina.
Al mismo tiempo, Colina recalca la importancia de abrir espacios de participación para escuchar propuestas, tomarle el pulso a los estados de ánimo y diagnosticar cuánto agrada o hay que mejorar en lo que se está haciendo.
Con varios años al frente del consejo popular de Vueltas, Juanito, como todos lo llaman, exhorta a lograr una operatividad de conjunto con todos los factores del lugar, de modo que no queden cabos sueltos ni haya que improvisar a última hora.
Por encima de todo, comenta, hace falta un diálogo franco de intereses y generaciones, pues el verano no solo tiene que ver con los niños y jóvenes, sino también con la familia y con todos sus actores. De ahí se desprende entonces una relación que toma cuerpo en la sociedad y en su conjunto de instituciones.
Ese intercambio —define— debe ser motivador, apasionante, con el propósito de que implique y sume, desde el coordinador del CDR, hasta el abuelito que todavía tiene ideas apreciables y quiere hacer. A veces, por uno no ser lo suficientemente sistemático en el llamado a todos los que debían involucrarse, se reduce el diseño de las actividades a un grupo pequeño, lo que lleva a que se tracen las opciones con un alcance mediano y hasta de espaldas a las necesidades de las personas a las que se dirigen las propuestas.
Añade que en ese vínculo de trabajo, que se fundamenta en la coordinación y el apoyo recíproco, cada cual tiene un papel que jugar: los promotores culturales, los instructores de arte, los artistas aficionados, los técnicos y especialistas de las áreas deportivas, los responsables de garantizar las ofertas del Comercio y la Gastronomía, por solo citar algunos implicados, las escuelas y sus instalaciones...
Cuando se comparte sin imposiciones —agrega— lo que se quiere alcanzar y se organiza, estableciendo equilibrios al conceder el protagonismo de cada tarea a unos y otros, difícilmente lo que se programa sale mal.
Al igual que Juanito, José Michel Rodríguez Martínez, presidente del consejo popular de Puerto Esperanza, en Pinar del Río, estima que las acciones intersectoriales, con una coordinación adecuada, son vitales para que los planes queden muy bien elaborados y después se cumplan. Por ello, recalca que debe buscarse una armonía estratégica entre las actividades, los recursos humanos y el financiamiento con que se cuenta.
Por su parte, el miembro del Buró Nacional, de la UJC, Osnay Miguel Colina, considera que el diseño de las actividades está también condicionado por el protagonismo de los dirigentes y líderes comunitarios, y por la voluntad de acción y convocatoria con que se trabaje. Es necesario generar opciones atractivas que van más allá de ir a la playa y al campismo y aprovechar algunas áreas de los centros universitarios y las escuelas, que recesan sus actividades lectivas en esta etapa, pero siguen insertadas en la vida del lugar donde están ubicados.
Lecciones que enseñan
Tanto en Vueltas como en Puerto Esperanza, a más de 500 kilómetros de distancia una de otra, de nada valdría enrumbarse afanosamente hacia un nuevo período veraniego si no se revisan las lecciones extraídas de años anteriores.
En tal sentido, etapas precedentes han servido para demostrar en estas comunidades cuánto implica valorar a tiempo la hora y el espacio oportuno para la recreación y la presentación de las propuestas culturales, cuán valioso resulta concebir las actividades musicales y la proyección de materiales audiovisuales, o prever servicios gastronómicos más variados que no se centren en el consumo de alcohol.
Mención aparte merece la ineficiente promoción y lo que eso genera: poco conocimiento acerca de las actividades y escasa participación de la gente en lo que, con muchísimo esfuerzo, se organiza.
A veces —explica José Michel Rodríguez, presidente del consejo popular de Puerto Esperanza— se prevé todo con extrema disciplina y rigor, y se deja a un lado la divulgación, como si eso fuera algo secundario. Lo que no se da a conocer ni se comunica con tiempo, por mucho que otros se esfuercen, no trasciende ni logra el mismo impacto.
El problema de la divulgación no posee justificación alguna, cuando se dispone de emisoras radiales y corresponsalías de la televisión en casi todos los municipios del país.
Rodolfo Francis Álvarez, promotor cultural del poblado de Vueltas, también refiere que la envoltura y los mecanismos que se busquen para convocar a cada propuesta son esenciales para su buen desarrollo. A los niños y jóvenes hay que hablarles sin perder la perspectiva de su propio lenguaje, sin denigrar sus gustos musicales y preferencias estéticas. Asimismo, los ancianos llevan también un tratamiento diferenciado.
Identidad joven
Narciso Alfonso, director de la Casa de Cultura Conrado Colón, de Vueltas, insta también a no perder de vista en las propuestas que se conciban la idiosincrasia y los valores identitarios de cada lugar.
«Como somos un pueblo de tradiciones parranderas, el changüí y la conga, por ejemplo, han de constituir elementos a tener en cuenta a la hora de valorar una propuesta popular con la que se pretenda lograr masividad».
Sin perder la intención que siempre aportan los hábitos de vida y las tradiciones culturales de cada comunidad, es necesario potenciar lo que identifica y por lo que sienten especial predilección los niños y jóvenes.
Víctor Luis Benítez, estudiante del centro mixto Andrés Cuevas Heredia, es uno de esos jóvenes de Vueltas que apuesta por una recreación que gane mucho más en atractivos y en «maneras diversas de llegarle a la gente».
Este joven tiene 17 años y desea que en estos meses de verano las noches no transcurran allí tan pasivas como en otras etapas del calendario. A muchos de su edad —expresa— les gusta ir a la discoteca o simplemente salir a los alrededores del parque a escuchar música. En cambio, otros prefieren divertimentos más tranquilos para el día, como llegarse hasta el área de ajedrez y entrenar la destreza mental a través del juego ciencia.
Moviéndose en esta cuerda, el dirigente juvenil Osnay Miguel Colina sostiene que las preferencias de los jóvenes son distintas a las del resto de los miembros de la familia. «Si se conocen sus gustos, hay que potenciar con más fuerza las alternativas que se correspondan con estos. Como es lógico, todo ello sin evitar que otros puedan elegir entre salir de casa o permanecer viendo la televisión o escuchando música, o disfrutar de una buena película, o leer un buen libro en la biblioteca».
En la intención de acoplar a los jóvenes con el barrio, Jorge Luis Lufriú Beade, especialista de la Dirección Provincial de Cultura en Pinar del Río, recalca el papel que pueden desempeñar los proyectos comunitarios como ejes culturales en el espacio donde radican, así como los instructores de arte.
Al juzgar por su experiencia, Luis Miguel Martínez Hernández, al frente del proyecto La Camorra, destaca que hay que contribuir al crecimiento espiritual y cognoscitivo de las propias personas de la comunidad, de modo que se conciban posibilidades de socialización que amplíen los horizontes, al tomarse en cuenta el criterio de todos, el aporte colectivo.
Osnay Miguel Colina, miembro del Buró Nacional de la UJC, exhorta a que la programación cultural que se prevea en todos los consejos populares estimule la visita a los museos, las excursiones y rutas históricas, el hábito de la lectura y la apreciación del arte en nuestros niños y jóvenes.
«Pudiera ser este también un buen momento para impulsar la práctica deportiva, estimular los planes de la calle, los festivales deportivos recreativos, la gimnasia musical aeróbica, la olimpiada interbarrios y los encuentros con las glorias deportivas».
Colina insiste en que de las formas en que se asuma cómo pasar el tiempo libre, desde un concepto de trabajo bien amplio en el que las familias perciban la existencia de un espectro diverso de ofertas, dependerá buena parte del éxito de la temporada. No se trata solo de tener lo que hace falta, sino también de la eficiencia y las intenciones con que se prevé hagamos llegar las propuestas a las personas.