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¿El rock se mezcla en la cocina?

La agrupación cubana presenta una línea que reúne varios estilos del metal en la que se puede apreciar lo mismo «una canción fuerte con toques suaves», que otra a la inversa

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Entre las pruebas de sonido para alistar los instrumentos, los ajustes de las luces y el último vistazo a la escena para la presentación nocturna del pasado 15 de agosto, los muchachos de Rice and Beans sintetizaron 11 años de su vida apegada al rock.

Afuera, la lluvia amenazaba con «enfriar» su inminente concierto de promoción de The need to see, el primer disco de la banda, que produjera la EGREM en 2008 y que ya puede adquirirse en moneda nacional.

Pero la perseverancia fue mayor y la disposición a contar su historia con el género, igual de firme. En el Maxim Rock, de la capital, estos matanceros se propusieron llenar la velada con su onda cross over, una línea que reúne varios estilos del metal y en la que se puede apreciar lo mismo «una canción fuerte con toques suaves», que otra a la inversa.

Ellos no son nuevos en este mundo de la música «dura». Empezaron en 1998, en plena adolescencia. Su ciudad natal, Cárdenas, fue inspiración y lugar de aprendizaje; el sitio donde no le perdían el rastro a las agrupaciones cultoras del estilo.

De ahí que haya en su propuesta un sabor al rock alternativo que se hacía en los años 90 y también algo del trash de los 80.

Para que la melodía de Rice and Beans suene, cinco músicos le ponen alma, corazón y vida, como sentencia la canción: Rodim Delgado en la batería y la dirección, Dennys Perdomo en el bajo, Jorge Montero e Ignacio Moreno en las guitarras eléctricas, y la voz camaleónica de Frank Batista.

El vocalista escribe los textos en inglés de muchos de los temas que interpreta la banda. Él, que trata de ponerle «esa “bomba” de bares y cantinas» a las letras, brindó su casa como el primer escenario del grupo, el sitio donde le diera forma al proyecto junto a Dennys y Rodim.

«Jorge e Ignacio llevan poco tiempo. Ahora es que estamos logrando la química que estábamos buscando», dice Frank; mientras Dennys abunda en la formación musical de los integrantes del grupo.

«Solo Ignacio y yo somos titulados de guitarra clásica en el nivel medio superior. En el caso de Ignacio, su maestro fue el conocido músico Ildefonso Acosta. Los otros son autodidactas. Sin embargo, estudiar y escuchar música, unido a la experiencia de tantos años de trabajo, nos ha fortalecido intelectualmente».

Uno de los enigmas es el porqué de llamarse Rice and Beans (arroz y frijoles en español). Frank explica que no hay nada más cubano y popular que ese plato. «Con el nombre igualmente queremos decir que para nada estamos avergonzados, sino orgullosos de hacer rock and roll nacional, aunque sea en inglés».

¿No es una barrera para ustedes el idioma?, me surge la duda. Rodim Delgado afirma que no. «La gente nos entiende. Llevamos más de una década cantando así y es parte de nuestro sello. De hecho, cuando hacemos un demo, tratamos de que tenga las letras incluidas, por esa misma razón», subraya.

Cuando les interrogo sobre qué les gusta escuchar, hay una diversidad en las respuestas, que asombra. Dennys prefiere la trova. Ignacio la música clásica. Jorge el dead metal y el rock and roll en general. A Frank le agrada desde la música sinfónica hasta el hip hop, y para Rodim no hay nada mejor que la fusión y los Van Van.

Sin embargo, existe un punto común: todos saborean cada sonido salido de instrumentos. Algo así les está sucediendo con The need to see, título sacado de una frase del track Mystery ministry. Rodim siente que es un buen álbum. Lo confeccionaron con temas que ya venían trabajando e incluyeron tres estrenos hechos especialmente para la ocasión.

Aunque es el primer fonograma en una década, piensan que los sorprendió en una etapa más madura de su carrera. Lo concibieron exactamente así, amén de que fue realizado en seis días y sin parar.

La oportunidad de grabar el disco apareció cuando ganaron el premio al mejor demo en el programa de televisión Cuerda Viva. Enseguida se les ocurrió que las canciones serían sobre las cosas que viven, porque, como dice Rodim, todo lo que componen tiene que ver con el contexto donde interactúan.

Desean que tenga buena suerte este volumen, aunque piensan que es necesario desarrollar estrategias para la promoción de los jóvenes artistas, sobre todo los de las provincias.

Para Rodim uno de los puntos que más «golpea» a los roqueros es la falta de espacios. «No puedes promocionarte, si no tienes luego dónde insertarte», señala. A la vez, reconoce que su banda tiene un encuentro mensual con el público, en la playa El Tenis de la ciudad de Matanzas, además de los conciertos que aparecen por el Centro de la Música al que pertenecen.

Una de las ideas aplaudidas por estos muchachos es la de los festivales de rock auspiciados por la Asociación Hermanos Saíz, como los de Santa Clara, Holguín, Camagüey, y, por supuesto, el Caimán Rock, uno de los más importantes.

Por lo pronto, la banda tiene expectativas muy concretas: «competir en el Cubadisco del próximo año; entrar en el mundo de los videoclips con el recién filmado al sencillo A little black thing called pain; grabar otro disco y hacer muchos conciertos».

Tales perspectivas son acompañadas del desafío mayor: hacer rock nacional, con el aderezo de nuestra sonoridad y la inevitable marca propia de Rice and Beans.

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