Casa de las Américas, el hogar por antonomasia del escritor en Cuba, le rindió entrañable tributo a la misma hora en que era sepultado en Montevideo
Justo cuando los restos de Mario Benedetti eran llevados a descansar al Panteón Nacional de Uruguay, acompañados por caravanas de estudiantes, intelectuales y obreros que al paso del féretro arrojaban flores, bolígrafos y lápices —por aquella voluntad suya de que «Cuando me entierren / por favor no se olviden / de mi bolígrafo»—, en La Habana, la Casa de las Américas también le ofrecía merecidos honores.
La huella del escritor en Casa fue rememorada en la mañana de ayer mediante nostálgicas fotografías. También se escuchó su voz recitando Quemar las naves, y otros poemas como El sur también existe e Identidad, musicalizados por el catalán Joan Manuel Serrat y el uruguayo Daniel Viglietti, respectivamente.
Un momento especial resultó la lectura de los versos que conforman los poemas No te salves y Un padrenuestro latinoamericano, en las voces de los Premios Nacionales de Literatura Pablo Armando Fernández y Nancy Morejón.
Roberto Fernández Retamar, presidente de la prestigiosa institución cultural, apuntó sobre Mario que es «uno de los más leídos y admirados, y probablemente el más querido de los escritores latinoamericanos de este tiempo».
Benedetti siempre fue un apasionado colaborador de Casa de las Américas, donde fundó en la década del 60 el Centro de Investigaciones Literarias.
Entre los asistentes al homenaje de Casa estuvieron el ministro de Cultura y miembro del Buró Político del PCC, Abel Prieto; Miguel Barnet, presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana, y Armando Hart, director de la Oficina del Programa Martiano.