«La cultura legítima de cada etnia, comunidad, pueblo o nación —vista en todas sus manifestaciones y estimulada en sus expresiones—, puede alejarse de su papel, por lo que es necesario seguir los buenos ejemplos y multiplicarlos, pues existen inteligencia y voluntad adonde acudir para oponernos a la barbarie que destruye el patrimonio cultural».
Así advirtió Rafael Bernal, viceministro cubano de Cultura, al dar la bienvenida a los más de 700 delegados de más de 65 países que participan hasta el jueves en el V Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, y en cuyo acto inaugural estuvieron presentes los miembros del Buró Político Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, y Abel Prieto Jiménez, ministro de Cultura.
El diálogo mundial sobre la diversidad cultural y la preservación de las identidades nacionales como legado de nuestros países a las generaciones futuras constituye un pilar fundamental en este Congreso.
Un tema al que también se refirió en la apertura del evento Catherine Stenou, directora de la División de Políticas Culturales y de Diálogos Interculturales de la UNESCO.
«Esta diversidad —dijo— constituye la condición esencial de la paz y el desarrollo sostenible y contribuye a la misteriosa alquimia del encuentro cultural que lidera prodigiosas energías, transformando la cultura de un intercambio de variantes en promesas de un futuro cada vez más humano».
Pero al decir del escritor cubano Miguel Barnet, todavía esas ideas sobre la significación de preservar y defender el patrimonio y la diversidad cultural no se han convertido en objetivo verdaderamente prioritario para los gobiernos.
Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz, destacó la voluntad de Cuba en la aplicación de políticas específicas y en la participación en empeños por la salvaguarda del patrimonio cultural material e inmaterial.