La Oficina del Historiador ha rehabilitado más de 700 inmuebles con un fin social. Foto: Calixto N. Llanes «Andar por las callejuelas y plazas de La Habana Vieja es como viajar en una máquina del tiempo durante casi cinco siglos. Es conocer una variedad asombrosa de épocas, mayormente de la colonia española, en antiguos palacios suntuosos y virtualmente intocados; basílicas de predominante hechura mudéjar, extrañas fortalezas y residencias medievales y renacentistas, importadas desde la Europa lejana».
Así desnuda en sus crónicas el periodista Fernando Dávalos a La Habana del cacique indígena Habaguanex. A La Habana hermosa, que se despliega, como alguien ha dicho, al borde de un poderoso río salado, la Oficina del Historiador de la Ciudad le devuelve el semblante con sus labores de conservación.
Esta Oficina, fundada en 1938 por Emilio Roig de Leuchsenring, lucha por el rescate, la protección y rehabilitación del Centro Histórico, para salvarlo del tiempo y preservar la memoria.
Eusebio Leal Spengler, historiador de la Ciudad de La Habana, junto a arquitectos, historiadores y operarios de alta calificación, más allá de promover y ejecutar el trabajo reconstructivo y restaurador, viene acometiendo una labor social que abarca diversos programas y proyectos en favor del desarrollo humano local.
La directora del Plan Maestro de Revitalización Integral de La Habana Vieja, Patricia Rodríguez Alomá, expresó que las acciones emprendidas por esta institución fomentan la capacidad local mediante la promoción de los recursos humanos, garantizan la participación de la población en el desarrollo social, promueven diversas alternativas de empleo y motivan la sensibilidad ante problemas ambientales.
Este quehacer está dirigido fundamentalmente a la población del Centro Histórico, que según el Censo de Población y Vivienda realizado por el Plan Maestro, en coordinación con la Oficina Nacional de Estadísticas, en mayo de 2001 era de 66 752 personas, lo que representa el 70 por ciento de la población del municipio de La Habana Vieja.
IMPERATIVOS DE LA RESTAURACIÓNEl Decreto-Ley 143 le otorga respaldo legal a la Oficina para promover un desarrollo sostenible del territorio. Foto: Calixto N. Llanes Las edificaciones del Centro Histórico han sufrido el desgaste del tiempo y las vibraciones de una ciudad cada vez más poblada, después de venderse a la especulación por la «sacarocracia», que la cambió por las barriadas del Vedado y El Cerro.
Los antiguos palacios fueron sobreusados. La falta de mantenimiento y la actividad comercial que existió en estos edificios con el advenimiento de la República provocaron la pérdida de sus capacidades estructurales, y con esto también la situación de la vivienda en el municipio se hizo más compleja.
Como respuesta a la difícil situación habitacional, la Oficina desarrolla un programa de reparación de viviendas, dentro y fuera del municipio, según los imperativos económicos. Igualmente realizan acciones emergentes en las viviendas con serios problemas estructurales, en la recuperación de edificaciones de interés y en los hogares ubicados en el entorno de obras en ejecución.
«Mantener el carácter residencial en nuestro espacio urbano, según los parámetros apropiados de habitabilidad y calidad de vida, en un ambiente donde se vincule la población a la labor de restauración, condiciona cada proyecto», aseguró Patricia Rodríguez.
ALIENTO A LA VIDA«Le debo la vida a todo el personal de esta residencia. El consejo de dirección estuvo todo el tiempo pendiente de mi recuperación cuando estuve hospitalizada. Nunca me han dejado sola ni un momento», comentó Ida Baeza.
—¿Cómo se siente con las atenciones que le brindan?
—Encantada de la vida.
Fue la respuesta que me ofreció Baeza cuando visitamos la residencia protegida, ubicada en Cuba y Muralla. Ella es una de las beneficiadas con los proyectos que dedica la Oficina del Historiador a los ancianos.
Este inmueble cuenta con diez apartamentos, donde viven 12 personas con un promedio de edad de 78 años, quienes junto a otros 50 abuelos de la comunidad participan en video- debates y en diferentes talleres; realizan ejercicios físicos y de relajación y visitan museos. Además ellos reciben atención médica y cuidados de un personal que convive en la residencia.
«El principal objetivo de este proyecto es mejorar la calidad de vida de un grupo de personas mayores con problemas sociales. Los incorporamos también a una vida social más activa desde el punto de vista sociocultural y humano», señaló la socióloga Martha Pérez, especialista en Investigaciones sociales del Plan Maestro.
Según apuntó Patricia Rodríguez, esos programas dedicados a la población de la tercera edad pretenden potenciar el vínculo intergeneracional mediante el apoyo mutuo y la solidaridad del resto de los grupos etáreos, así como brindar una asistencia, mejorar sus condiciones de vivienda, crear servicios médicos especializados y favorecer su integración a la vida social.
A LOS QUE SABEN QUEREREn correspondencia con los postulados que establece la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en el año 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el Centro Histórico se emprenden programas dirigidos a brindar a los jóvenes menores de 15 años, de ambos sexos, diversas oportunidades que faciliten su sano desarrollo.
Uno de los proyectos singulares que describió Martha Pérez consiste en que muchos de los museos han cedido locales para aulas de la enseñanza primaria, en las que además de impartir clases de cada disciplina, se establece un vínculo directo de los estudiantes con los valores históricos del lugar.
Esta experiencia pedagógica, sin precedentes en Cuba, surgió en 1995 a partir de la necesidad de mejorar las condiciones ambientales de las escuelas del municipio y de vincular a los niños al proceso de reanimación. Aquella idea inicial, que comenzó a partir de una imperiosa necesidad material, en poco tiempo devino etapa superior de trabajo con los pioneros en el museo, a la que también se incorporaron los alumnos de la enseñanza secundaria.
«Esta actividad incentiva el aprendizaje y las conductas adecuadas en los niños, además de que constituye un instrumento activo de influencia pedagógica para los maestros, ya que favorece el desarrollo de concepciones y actitudes correctas en los pioneros hacia el entorno cultural y natural», valoró la especialista.
Andrés Bargalló, vecino de La Habana Vieja, comentó que fue muy importante la creación del centro de rehabilitación para la edad pediátrica Senén Casas Regueiro, ya que se dedica a la recuperación de niños con parálisis cerebral y otras enfermedades degenerativas del sistema nervioso central, que implican invalidez física y mental.
BORDADORAS Y TEJEDORASLa Oficina del Historiador también beneficia a la mujer, un grupo social que abarca más del 50 por ciento de la población del Centro Histórico. Desde el año 1994 creó la Hermandad de Bordadoras y Tejedoras de Belén, para así fortalecer la capacidad económica de las féminas.
Se les puede ver en la Casa de la Obra Pía, agrupadas por el gusto de realizar trabajos manuales y rescatar técnicas tradicionales, y al mismo tiempo ser más útiles a sí mismas y a la sociedad.
«El objetivo rector de la Hermandad era y continúa siendo mantener el rescate y la tradición de estas habilidades a través de la confección y comercialización de las piezas que elaboran. Esta iniciativa incorporó a la vida social y laboral a mujeres que hasta ese momento estaban desvinculadas», argumentó la especialista en investigaciones sociológicas.
«La Hermandad de Bordadoras y Tejedoras de Belén es el instrumento mediante el cual mujeres de distintas edades, formación y situación social lograron, además de la revitalización de sus economías familiares, su más plena realización», manifestó la socióloga.
Milagro Betancourt, vecina de La Habana Vieja, agradeció la creación del hogar materno Leonor Pérez, institución que se dedica a la asistencia de embarazadas y recién nacidos en el municipio, y cuyas consultas abarcan desde la atención estomatológica hasta de patologías asociadas al embarazo.
«Todos estos programas en el Centro Histórico se realizan teniendo en cuenta los principios siguientes: rehabilitar integralmente el patrimonio mediante planes urbanos y sociales, promocionar la cultura cubana, divulgar los valores patrimoniales, mantener el carácter residencial del Centro, dotar al territorio de una infraestructura técnica y de servicios, y ejecutar proyectos sociales dirigidos a grupos vulnerables», aseguró la Directora del Plan Maestro.