Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La opción de Juventud Rebelde

Con el tiempo y el empuje de sus fundadores, Opciones terminó siendo más que un semanario, un proyecto editorial, ya con perfil y vida propia, aunque siempre subordinada a la misión periodística del diario madre, Juventud Rebelde, cuyas necesidades más apremiantes ayudó a resolver. Que hoy celebremos sus primeros 30 años es la confirmación de cuán útil y necesaria era una publicación de este carácter

Autor:

Arleen Rodríguez Derivet

Vivíamos los peores años del Período Especial. Juventud Rebelde debió reducir a la mitad su plantilla en la sede y enviar al resto de los trabajadores a otros medios que no se afectaban, como los impresos, por la crisis de papel que sobrevino con la caída del Muro de Berlín. El aire central del edificio que compartíamos con otros periódicos y con la imprenta, dejó de dar servicio y los veranos se hicieron insostenibles en aquella suerte de horno de microondas en que se convertían los locales de cristales hacia afuera y pladur hacia adentro, cuando llegaba el verano que nunca termina en Cuba.

De los carros, ni hablar: sin piezas, sin mantenimiento y sin gasolina, agonizaban en el viejo taller. Apenas sobrevivía el Lada de la dirección, renovado en algún momento anterior, para mover a los periodistas a las coberturas que crecían con el intenso movimiento de una sociedad en la que faltaba todo menos el empeño por salvar el rumbo socialista, en medio de tantísimas carencias.

Fidel hablaba casi diariamente y con los jóvenes más. Bicicletadas, movilizaciones agrícolas y planes recreativos, desbordaban la agenda periodística.

 La pasión de los más jóvenes reporteros no cabía en las 8 y a lo sumo 12 páginas semanales, cuando llegó a dirigir el periódico un inquieto innovador: Jesús Martínez Beatón «Pititi», tan joven como la mayoría y tan apasionado como todos los trabajadores de Juventud Rebelde, que ese era el extra del que nos enorgullecíamos todos.

Pititi es ingeniero agrónomo, pero había hecho sus pininos en nuestro oficio como dirigente estudiantil y juvenil. No le costó nada sumar su visible entusiasmo para la vida con el que desbordaban los talentosos y competitivos muchachos de la redacción y el que conservaban algunos de sus principales cuadros.

De aquella mezcla inteligente y alegre -no tengo ni un solo motivo para recordar con tristeza aquellos años difíciles -, surgieron ideas tremendas que no caben en el recuerdo, aunque siempre será imposible soslayar dos espectaculares experimentos: un programa de radio dominical (Rebelde en Rebelde) y este periódico turístico, comercial y financiero, cuyos 30 años celebramos este 2024.

El primero me pareció siempre una idea maravillosa, seguramente por mi entrañable relación con la radio desde que era estudiante y porque, a la larga, era un modo de dar salida a los muchos trabajos que no encontraban espacio en el papel, a la vez que se resolvía hacer llegar los trabajos a muchos más seguidores que con la limitada tirada de esos tiempos.

Otra cosa sería esto que conocemos como Opciones, una idea que por el camino fue cediendo al interés comercial por encima de los propósitos políticos de una primera versión en la que no logramos colocar publicidad pagada.

Me explico: en la idea original de Pititi, se buscaba tomar una pequeña parte del papel disponible a cuenta de bajar la tirada, para hacer una suerte de Juventud Rebelde internacional (a imagen y semejanza de Granma Internacional), incluyendo publicidad. Así fue hasta que intentamos vender la página más cara, que era la contraportada. El potencial comprador nos dijo que le encantaría hacerlo, pero no podía en un medio llamado "rebelde" (seguramente bajo el influjo derrotista del postmodernismo despolitizador). Luego de ver a dos, tres y más inversionistas que pensaban lo mismo, nos reunimos para buscar otro nombre y replantearnos el perfil.

En la búsqueda de orientación, encontramos a un genio de la economía financiera. El gran Regino Boti, para entonces asesor del presidente de CIMEX, nos recomendó tomar un nicho absolutamente virgen en la comunicación en el país, tras aprobarse la nueva Ley de Inversión Extranjera en 1993.

Según Boti, Premio Nacional de Economía y con el doble aval de sus estudios en Harvard y sus años de labor en CEPAL, los inversionistas extranjeros demandan mucha información sobre leyes, mercados, estructura económica y comercial del país.

No fue sencillo armar el proyecto, pero se hizo en tiempo récord. Recuerdo en particular a Esteban Ramírez, subdirector infatigable que fue localizando y enamorando a los mejores expertos de cada tema para que nos asesoraran y algunos terminaron siendo parte del primer equipo de trabajo.

En cuanto al nombre, apareció un buen día, en medio de un debate donde alguien preguntó: ¿seguimos sin opciones? Y otro u otra respondió: ese puede ser el nombre, Opciones.  Pititi ya no era el director cuando Fidel anunció la aprobación del proyecto Opciones en una reunión de la UPEC, pero su espíritu innovador había prendido en JR y ya no se fue más. En menos de seis meses, Opciones nos había permitido ingresar 100 mil dólares con los que compramos computadoras, aires acondicionado independientes y otros recursos para transformar la redacción con un diseño más acorde con nuestra misión y la necesaria interrelación entre todas las partes de la redacción.

Con el tiempo y el empuje de sus fundadores, Opciones terminó siendo más que un semanario, un proyecto editorial, ya con perfil y vida propia, aunque siempre subordinada a la misión periodística del diario madre, Juventud Rebelde, cuyas necesidades más apremiantes ayudó a resolver, liberando a la UJC de una parte de los pesados gastos que siempre supone una publicación.

Que hoy celebremos sus primeros 30 años es la confirmación de cuán útil y necesaria era una publicación de este carácter. En cuanto a su carácter comercial, nada de qué avergonzarse, porque siempre hubo el tino en la conducción editorial para que no cediera a promociones exageradas e indebidas. El tiempo le ha dado la razón a quienes apostaron por Opciones. Y conste, que no siempre estuve entre ellos. Que sea este un homenaje a todos mis compañeros y compañeras que insistieron hasta convencerme de que era posible, útil y revolucionario aquel proyecto parido por la necesidad, la osadía y el talento.

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