Más de 500 alumnos, docentes y trabajadores se han dedicado al envase de frascos de hipoclorito de sodio, para luego ser distribuidos en farmacias. Autor: Cortesía de la Universidad de La habana Publicado: 02/07/2020 | 09:26 pm
Cuando comenzó todo sintieron miedo y pensaban en los riesgos que traería cambiar la rutina docente por nuevas misiones. Pero también, creían que hacía falta ayudar y que solo el esfuerzo colectivo nos sacaría adelante, como se ha demostrado hasta hoy. «El funcionamiento en sociedad, el aporte de cada uno, es la clave», dijeron no pocos cuando apenas el coronavirus empezaba a desplazarse por el país.
Y, luego de casi cuatro meses de que esa pandemia llegara a Cuba, están convencidos del camino que eligieron. Cuentan que la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de su centro, la Universidad de La Habana, son las «culpables» de cuanto han aportado en esta etapa, desde que, a través de WhatsApp, organizaron un grupo para involucrarse en las diferentes tareas que han asumido.
José Alejandro Ricardo, secretario del Comité UJC de la Universidad, recuerda que cuando se suspendieron las clases presenciales, a ellos les tocó apoyar en el traslado de los jóvenes a sus territorios y en labores de limpieza en las residencias estudiantiles. Y, cuando la dirección de la Universidad brindó dos de ellas: Alamar VI y Bahía como centros de aislamiento, las acondicionaron logísticamente.
Fue ese el debut de los hijos del Alma Máter en decenas de tareas que hoy realizan. Muchos como Karla Santana, estudiante de la Facultad de Derecho, han sido voluntarios en los centros de aislamiento lo mismo en esas residencias como en el hospital Salvador Allende, más conocido como La Covadonga, con «el único propósito de ser útiles».
En estos sitios, con temor primero, pero ya contagiados con la magia de la solidaridad, se ha visto a un centenar de jóvenes limpiando, repartiendo comida, y, como el resto de los voluntarios, ayudando en lo que haga falta. En tal sentido, Karla asegura que «hacer el bien no es solo parte del deber, sino de la felicidad, como dijo Martí, y eso lo hemos visto también al llegar a casas de nuestros profesores eméritos y trabajadores con dificultades económicas que atendemos».
Si la capital —donde están la mayoría de quienes estudian en la Colina— ha sido un hervidero de jóvenes haciendo por salvar vidas ante la COVID-19, ello también se ha sentido en las provincias donde residen quienes vienen a formarse a La Habana. Señala Mónica Mestre Morales, estudiante de la Facultad de Comunicación, que da satisfacción saber que los jóvenes han acudido al llamado del centro de altos estudios para apoyar en sus barrios.
«Un ejemplo, son los miembros de la tarea Educando por amor quienes han contribuido con los niños y adolescentes de sus barrios en las teleclases. Igualmente, quienes se han sumando a atender a las personas más vulnerables de la comunidad», destaca la también presidenta de la FEU en la Universidad.
En diferentes jornadas los jóvenes han aportado a la economía del país, en particular a la producción de alimentos. Foto: Cortesía de la Universidad de La Habana
En todas partes con amor
Son esos detalles los que demuestran que la Universidad de La Habana no está entre las mejores 500 instituciones de su tipo del mundo solo por los resultados académicos y científicos, sino también por el compromiso y la vocación social de sus jóvenes, muy demostrado en estos días de la COVID-19.
Como explicaron los estudiantes —en días recientes— en un encuentro con Diosvany Acosta Abrahante, primer secretario del Comité Nacional de la UJC, ha sido muy reconfortante y positivo lo realizado. Según José Alejandro, alumnos de Biología han participado en la realización de los diagnósticos PCR.
Otros han apoyado al Centro Nacional de Biopreparados —entidad de referencia de nuestra industria biotecnológica— en la producción de Interferón Alfa 2B Humano Recombinante empleado en el tratamiento del coronvarirus y en la confección de dispositivos médicos.
En el intercambio también se conoció del fuerte trabajo desplegado por especialistas y estudiantes de las facultades de Matemática y de Geografía con sus modelos matemáticos y poblacionales como parte del equipo multidisciplinario que analiza, desde diferentes enfoques, la situación en el país causada por la COVID-19.
«Nosotros desde la Sicología hemos contribuido también pues esta es una ciencia social, pensando en las personas y en la vida», dice Idanis Moreno, estudiante de la Facultad de esa especialidad, quien añade que en «en estos días difíciles junto a nuestros profesores hemos ofrecido ayuda a la población utilizando las redes sociales y divulgando diferentes materiales».
Entonces han hablado de la convivencia familiar durante el aislamiento social y han brindado consejos útiles para el autocuidado, para mantenerse en casa, así como para el cuidado del adulto mayor y de los niños. Por eso, afirma con orgullo que «en este tiempo hemos aprendido a ser más creativos, más humanos y solidarios. Hemos hecho y funcionado como una gran red de apoyo y de familia».
Prácticas para siempre
Para quienes han laborado en centros de aislamiento «lo más emocionante es escuchar un PCR negativo». Foto: Cortesía de la Universidad de La Habana
Cuando los jóvenes hablan de sus experiencias ninguno repara en el cansancio acumulado, se les ve contentos y con ganas de seguir haciendo, sobre todo ahora que el país se está recuperando.
Como reconoció Mario Ernesto Almeida, estudiante de la Facultad de Comunicación, «en este período se ha fortalecido el trabajo de las organizaciones juveniles. La UJC y la FEU han sido más reconocidas por la población por su protagonismo y por su entrega, pues nos han visto —de forma voluntaria— poniendo nuestro granito de arena en esta gran batalla».
Precisamente, sobre este grupo de iniciativas que han asumido los jóvenes, el Primer Secretario de la UJC apuntó que es una manera de funcionamiento de la organización más allá del acta y la cotización como no pocos la miran todavía. «La Juventud tiene que estar viva, aportar, ser protagonista, y la guía de ello tiene que ser la vanguardia que tenemos en los lugares.
«Nos da satisfacción saber que contamos con una generación que se ha formado en los mejores valores de la Revolución y que ello ha florecido durante la COVID-19», dijo el dirigente juvenil, quien a la vez aseveró: «Si nuestra organización no se preocupa por sus militantes, por sus jóvenes, por saber dónde están, qué hacen, qué les preocupa… quién lo va a hacer, ese es nuestro deber.
«En cada momento que se ha demandado el aporte en tareas decisivas los jóvenes han dado el paso al frente. Las misiones de amor y de compromiso que ustedes han asumido —como miles de muchachos en el país— son pequeñas cosas que engrandecen a la juventud y lo importante es su continuidad en la etapa de la recuperación que comenzamos a vivir, pues esta ha sido una batalla por la vida».