HOLGUÍN.— No es posible verlo a simple vista, pero quien escucha las historias de quienes conversan en cualquier parte de la ciudad, incluyendo los sitios donde se rinde tributo póstumo a las víctimas de la tragedia aérea, se da cuenta de que cada holguinero lleva un lazo negro prendido a la izquierda del pecho.
Hay quien no puede contenerse y extiende sus brazos para abrigar el desahogo de una madre desconsolada, o baja la mirada ante el dolor de una niña que intenta mostrar fortaleza mientras despiden a su padre. Holguín, aun en medio de la cotidianidad que la vida impone, permanece conmovida ante el dolor.
Durante estos siete días posteriores al accidente, no se puede precisar la cantidad de voces de aliento, muestras de amor y de solidaridad hacia los familiares de las víctimas, provenientes desde innumerables países y de los lugares más recónditos o más céntricos de esta Isla humanitaria.
Como testimonio de esa pena compartida con los holguineros, fuera y dentro de Cuba, han quedado textos que abrazan el sentimiento de la gente sensible que los lee —no dudo que también de quienes los escribieron.
El dolor invadió Facebook
No ha habido, durante todos estos días, quien no dejara al menos una frase, una palabra, unas sigas… Los perfiles se llenaron de velas, rezos, fotografías… Mucha gente añadió marcos con cintas y rosas negras en señal de duelo o banderas cubanas y la etiqueta #FuerzaCuba.
El realizador radial de la CMKO Radio Angulo, Yuniel Cepena, escribió:
«Llueve en la Ciudad de los Parques como si el cielo pidiera disculpas por quitarle las alas al pájaro de metal; llueve y la ciudad se oscurece sabiendo que sus hijos, esta vez, no regresarán a casa. La cruz de la loma contempla los rostros acongojados. Son un padre, un hermano, una esposa o un hijo los que recordaremos cada 18 de mayo. […] Despertó la ciudad con fina llovizna, triste ciudad, y mi mente repite en silencio: “Un pajarillo voló, llevándose en vuelo eterno, lo más dulce, lo más tierno, que el campo me regaló; pero al marcharse dejó, como prenda de consuelo, una pluma de señuelo que yo guardo con cariño…”».
Desde la provincia de Niassa, en Mozambique, el médico cuetense Ciro Jesús Lobaina, quien conocía a varias de las víctimas, transmitió el sentir de toda la Brigada médica radicada en ese hermano país:
«Cuba está de luto. Gracias a los que desde todas partes del mundo se suman al indescriptible dolor por la pérdida de tantas vidas en el desastre aéreo ocurrido en La Habana. La Brigada Médica Cubana llora a sus hermanos con profundo dolor. Fuerza, mi pueblo, mi Cuba».
Lizbet García, holguinera radicada en México, escribió en nombre de la población que la acoge como hija:
«Desde Monterrey —esta ciudad hermanada con Holguín en cultura y en afecto— los cubanos y los mexicanos mandamos un abrazo de consuelo y toda nuestra solidaridad».
Julio César Guerrero, otro coterráneo residente en España, aseguró: «Duele pensar. Duele imaginar. Duele el dolor de nuestros semejantes. Colapsa pensar en las tragedias. Sobre todo las que te rozan tan cerca. Mucha fuerza desde Barcelona».
La periodista gibareña Sayonara Tamayo, quien llegaba ese mismo día a Cuba, apenas dos horas después del accidente, expresó: «Lamento y comparto el dolor de mis queridos Gibara y Holguín por tantas pérdidas. […] Un abrazo sincero de consuelo y fuerza como el que todos los gibareños quisiéramos poder compartir en un momento como este. Una vez más, aun en el dolor, nos juntan la solidaridad, la nobleza y hermandad del pueblo que somos».
Los vecinos, los amigos, la familia…
Esta vez los vecinos y amigos, además de apoyar en todo cuanto comprendieron en que podían servir, sacaron tiempo para decirle al mundo, a través de Internet, cuánta sensibilidad, humildad, conocimiento, profesionalidad… se perdieron aquel fatídico 18 de mayo. Incluso algunos de los familiares de las víctimas, en medio del dolor, accedieron a la red social Facebook para agradecer las muestras de solidaridad de todos los que les escribieron.
«Tengo rota el alma y sin palabras, pero gracias de corazón. No he podido hablar con todos porque salen y entran mensajes, uno detrás de otro, que a veces no puedo ni responder. Solo le pido a Dios que nadie más tenga que pasar por esta terrible desgracia y este inmenso dolor».
El lunes, el profesor universitario José José Romero, vecino de siete de los fallecidos, dejaba la siguiente publicación en su muro:
«Acabo de pasar por la funeraria. Por enésima vez se me volvió a oprimir el corazón en estos días de dolor […] Los holguineros acuden en masa a darles el último adiós a sus coterráneos. Las autoridades políticas y gubernamentales se convierten en un familiar más. Allí estaban, brindando el consuelo que, en estos casos, no es fácil de hallar. A las familias de los fallecidos se les ha garantizado una cobertura médica las 24 horas del día, alimentación y transporte para el momento del entierro. ¡Qué grande eres, mi Holguín!».
Desde La Habana, el holguinero Manuel Alejandro Rodríguez escribió, con el cariño incontenible del amigo: «[…] en quien no dejo de pensar es en su mamá; también en Rafa, el amor de su vida y quien en estos seis años de relación supo ser una PAREJA, y lo pongo con mayúsculas porque esos dos se aman con pasión y el amor nunca será vencido por la muerte. Ayer Grettel (Landrove Font) se fue, pero a una cubana con alma de gitana como ella había que despedirla como se debe. Y ante sus cenizas, sus colegas de profesión cantaron y bailaron una sevillana con el quejido, la rabia y el dolor de la pérdida. Grettel también bailó, y seguro era la única que reía mientras lo hacía, porque sabe que ahora podrá bailar para siempre ante los ojos de Dios».
Yulia Nela Puig, redactora de prensa de Radio Holguín, dejó escrito en su muro refiriéndose a la llegada de los restos de Adonis Díaz Oberto: «Doloroso para quienes, como yo, compartimos su alegría… Quiero recordarlo diciéndole a mi madre: “¡Tía, voy a parquear la moto aquí, tíremele un ojo!”».
Al conocer de la llegada de los restos de Adonayda Morales, su compañero Ángel del Toro, aseguró: «Todo el pueblo de Contramaestre, los compañeros de trabajo de la Empresa de Beneficio de Café y sus amistades más cercanas, lamentamos tan dura noticia. Con destino a Cacocum ha partido una comitiva para dar el adiós final a Adonayda y sus familiares».
Danyer Polanco, amigo del médico Guillermo Eugenio García Rodríguez, quien perdiera en el accidente a su esposa, la joven doctora Mónica Leyva, y a su hija Alexia, le dejó su mensaje de lealtad y apoyo:
«Mi hermano, no sabes con qué dolor estoy escribiendo […] recuerdo que cuando niños nos sentábamos en tu portal a escuchar música […] hoy me toca darte palabras de apoyo que no encuentro por ningún lado. Quiero que sepas que estoy contigo, que siento tu dolor como si fuera mío, porque también soy padre. Mucha fuerza, hermano, mi corazón está a tu lado».
A pesar del dolor inimaginable de padre y esposo, Guillermo Eugenio García redactó un texto cargado de agradecimiento para todos los que le enviaron mensajes de condolencia o se preocupan por su estado:
«Tengo rota el alma y sin palabras, pero gracias de corazón. No he podido hablar con todos porque salen y entran mensajes, uno detrás de otro, que a veces no puedo ni responder. Solo le pido a Dios que nadie más tenga que pasar por esta terrible desgracia y este inmenso dolor».
El hermano de Mónica, José Carlos Leyva, prefirió dejarles, a ella y su sobrina, este recado de ternura:
«Siempre las amaré, estén donde estén, siempre ocuparán el espacio más grande que existe en mi corazón».