Pinar del Río. Autor: Abel Padilla/AIN Publicado: 21/09/2017 | 06:00 pm
PINAR DEL RÍO.— Marcada por los paños de tejas rojas en los techos, los portales abiertos y amplios, y una calle principal soleada y amplia en la que confluyen la mayoría de los comercios, Pinar del Río festeja este jueves el aniversario 148 de la entrega del Título de Ciudad.
La otrora Cenicienta de Cuba tiene sus orígenes en un asentamiento a orillas del río Guamá, que después obligó a los moradores, ante las continuas crecientes, a trasladarse hacia la parte alta del poblado, cerca de lo que es, en la actualidad, el parque de La Independencia.
Según explica Juan Carlos Rodríguez, historiador de la ciudad, es a partir de este lugar que comienza a estructurarse un poblado muy irregular sin mucho orden, con calles muy sinuosas y edificaciones vernáculas, de tablas y guano, hasta que llega la teja criolla para distinguir las construcciones del occidental asentamiento. Las columnas toscanas y los portales que permiten un intercambio desenfadado, fueron otras de las características desde los inicios.
«Este proceso constitutivo se consolida sobre todo por el cultivo del tabaco, que es lo que hace posible la organización y crecimiento del poblado. Cuando revisamos los censos del siglo XIX uno ve cómo va evolucionando el lugar progresivamente hasta que alcanza la categoría formal de villa en 1859».
Descubre la historia local que los vecinos tuvieron un sentido de identidad, pertenencia y arraigo muy fuerte y solicitaron en dos ocasiones a la reina Isabel que concediera el título de ciudad, primero en 1863 y después en 1865.
Para tan lejana fecha el territorio alcanzaba grandes dividendos económicos, y aunque su estructura urbana no era tan elevada ya existían aquí figuras de renombre en lo político, económico que beneficiaban a la élite colonial.
Es por ello que el 10 de septiembre de 1867 la reina Isabel le otorga la categoría de ciudad a la villa de Pinar del Río.
Explica el historiador que cuando llega la noticia había grupos conspirativos en la localidad que, aunque se hable poco de ellos, en la historia de la Guerra de los Diez Años también aportaron a la causa independentista.
«Esta es una ciudad con muchas peculiaridades que tiene una plaza central de tres esquinas como hay muy pocas en el país, una arquitectura ecléctica que ya se ha abigarrado tanto que los estilos se van superponiendo, pero es una ciudad de exclusividades: es la ciudad de la canción Nosotros y de la Guayabita del Pinar. Aquí vivió Gertrudis Gómez de Avellaneda; por esta urbe pasó Federico García Lorca y estuvo Dulce María Loynaz. Es una ciudad que acogió a muchos visitantes ilustres como Hemingway, Ernesto Che Guevara. La impronta de Fidel es muy notoria en ella: los lugares donde se reunió con el Movimiento 26 de Julio, su presencia en varios inmuebles, en los altos del actual Telecentro, en el reparto La Flora, al inaugurar el Palacio de Computación y la Revolución Energética», precisa Juan Carlos Rodríguez.
En la actualidad la ciudad está sujeta a un programa de reanimación integral por etapas, que ha ido cumpliendo con los primeros momentos, y cuyo fondo habitacional e inmuebles institucionales han sufrido los embates de huracanes a lo largo de los años.
Cines, teatros, museos y otros centros han sido remozados, pero mucho falta por hacer en esta urbe del occidente del país, donde según afirma el historiador, debe seguir fomentándose la cultura del detalle, el respeto por las normas patrimoniales, la disciplina y la conservación de los espacios públicos.
El centro histórico, aún por declarar, se encuentra en estudio y la ciudad está bajo un análisis historiográfico que permita determinar la fecha de la fundación de la misma, pues se conoce que tiene más de tres siglos y que entre 1686 y 1699 el poblado ya poseía cierta ordenación en lo jurídico e institucional y existía un cementerio y una iglesia.
El reto está, según el historiador, en pensar una ciudad para el futuro, más animada, con nuevas tecnologías, pero en función siempre de aquellas características que definen a los pinareños como personas afables, cariñosas, jaraneras, condiciones registradas hace años a la entrada de la ciudad con un cartel gigante que rezaba: Pinar del Río, la hospitalaria de Cuba.
Con motivo del aniversario se ha preparado aquí en un grupo de actividades para festejar la fecha entre las cuales se destaca la realización de un Taller por los 148 años de la entrega del título de ciudad, con el fin de dialogar sobre la historiografía, los valores patrimoniales y cómo quieren los pinareños una urbe mejor.