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Jóvenes a pie de surco

Militantes de la UJC de varios municipios tuneros renuncian al asueto dominical para dar su aporte en la siembra de caña, aunque no es esta la única tarea en que andan inmersos

Autor:

Juan Morales Agüero

COLOMBIA, Las Tunas.— Cuando en el ya inminente Primero de Mayo nuestras calles y avenidas se estremezclan con el paso triunfal de los cubanos, los jóvenes tuneros exhibirán su aporte a las principales obras de choque de la provincia, entre las que figura la siembra de caña.

Este municipio, cuyo central azucarero lleva seis temporadas sin moler, es uno de los priorizados en esa importante tarea. Tiene previsto echar a andar sus basculadores en la venidera zafra. Pero como necesitará mucha materia prima para lograrlo, los jóvenes se ofrecieron para colaborar.

Amanecer en La Georgina

Cuando los rayos del Astro Rey se abalanzan tibiamente sobre la comunidad de La Georgina, adscripta a la UBPC Jorge Aleaga Peña, un camión resopla por las proximidades, se detiene en seco y comienza a «liberarse» de su carga de muchachos y muchachas. A juzgar por su indumentaria, quienes echan pie a tierra llegan en zafarrancho de combate con el surco.

Las primeras instrucciones acerca de lo que harán durante la jornada productiva las reciben dentro del campo arado, ya con sus botas atascadas de fango. «Ustedes van a sembrar estas carrileras —les informa uno de los responsables del lote, después del cálido recibimiento de rigor—. La semilla es la que ven en esos bultos. Miren como yo lo hago (les demuestra). Así se siembra. Comiencen cuando quieran».

Y, acto seguido, el heterogéneo piquete se esparce por el área; alguien distribuye las tareas, cada cual asume lo que le corresponde y el trabajo va adquiriendo intensidad. Las bromas saltan como liebres y hasta un número musical cantado a coro hace de simbólico telón de fondo en el ajetreo.

«Nos proponemos venir todos los domingos a apoyar la siembra de caña —dice en un receso Javier Franco Aguilera, primer secretario de la UJC en el municipio de Colombia, mientras se enjuga el sudor de la frente—. Queremos que la convocatoria sea sostenida y por sectores, para que nadie quede fuera. Tenemos fuerza para hacerlo, pues contamos con más de un millar de militantes y con casi cien organizaciones de base».

En esta oportunidad el grupo está integrado por 30 jóvenes procedentes de los municipios de Las Tunas, Jobabo y Amancio, además del territorio sede. El entusiasmo, la motivación y el compromiso resaltan. A todos los asiste le expectativa de que su esfuerzo contribuirá a que las disponibilidades de caña para la próxima zafra lleven también la impronta juvenil.

Guerra al marabú

Las áreas donde los jóvenes tuneros depositan las simientes de los nuevos cañaverales permanecieron por espacio de 15 años cubiertas de marabú. La labor sostenida de los trabajadores de la UBPC, con el auxilio de otras fuerzas, permitió limpiar del molesto arbusto 520 hectáreas y ponerlas a disposición de la agricultura. En total la comarca limpió del odioso marabú más de 840 hectáreas.

«A mí me tiene impresionado el entusiasmo que tienen estos jóvenes desde que llegaron a “tirarnos un cabo” en la siembra —asegura Félix Tamayo Mendoza, el presidente de la UBPC—. Se “prenden” enseguida a trabajar y nunca andan perdiendo tiempo. Claro, sin dejar de fastidiarse unos a los otros con sus bromas y hasta cantando sus canciones. Porque la juventud no puede ser aburrida, ¿verdad? Con ellos aquí avanzamos en nuestros planes y hasta nos divertimos un poco».

En efecto, basta echar una mirada al campo donde laboran para verlos hormiguear de uno a otro lado con sus bultos de caña al hombro, sus camisas empapadas de sudor, sus ocurrencias perennes y sus sonrisas a flor de labios. Ellos saben lo que su ejemplo representa para el país en esos tiempos de grandes definiciones. Saben, además, que el futuro les pertenece.

Ángel Alberto Cruz Bello es el secretario del comité de base en la Dirección Municipal de Educación de Jobabo. Elocuente como un tribuno, parece un líder natural, aunque se muestre reacio a que por tal lo tengan. Desde que se tiró del camión, temprano en la mañana, apenas se ha tomado un descanso.

«Este es el momento de los jóvenes cubanos —dice—. Tenemos que aprovecharlo. Nuestra actuación en circunstancias así cobra un gran significado, pues ratifica que se puede contar con nosotros. Aquí se suman voluntades y se afianzan definiciones. No se trata solo de un aporte económico, sino también político y moral. Sí, es una tarea ardua, pero no existe nada que los jóvenes de hoy no podamos hacer».

Algo que caracteriza a este contingente juvenil es la ausencia de «capitanes-araña». Nadie viene en calidad de ordeno y mando sin enfangarse las botas o sudar la camisa. El surco los iguala a todos. Lo aprecio cuando distingo entre los que apilan, despajan y siembran caña a Karen González y a Roberto Carlos López, primero y segundo secretarios del Comité Provincial de la UJC. Ellos, hombro con hombro con sus subordinados, convierten la prédica en ejemplo.

«No hay tarea de choque o actividad vital en Las Tunas donde nuestros jóvenes no estén presentes —asegura Karen, entre sorbo y sorbo de refresco al filo del mediodía—. Aquí en este grupo que siembra caña hay delegados a la Asamblea Provincial, reserva de cuadros de la organización, secretarios generales de comités de base, militantes simples, ¡de todo! El panorama político-ideológico es inmejorable. Y todos listos para desfilar el próximo Primero de Mayo».

La presencia femenina se hace notar en el grupo. Las áreas agrícolas en trance de germinación refulgen, admiradas, con el toque de gracia que ellas les impregnan al tiempo que realizan sus labores. Una de estas chicas que va y viene entre los surcos es Yalena Duarte, trabajadora de la Fiscalía Municipal de Las Tunas. Allí milita en su comité de base.

«Soy reserva de la organización y no dudé ni un minuto en aceptar cuando me convocaron para venir a ayudar en estas labores agrícolas —asegura—. No importa que sea domingo. Otro día me pintaré las uñas, visitaré a mis amigas o veré una película. Mi lugar hoy es aquí. La militancia no es para exhibirla como un trofeo, sino para asumirla como un sacerdocio. El trabajo nos forma. Debemos pensar en eso».

Un criterio similar sustenta Yunieski González Viñales, secretario general del comité de base del politécnico Flores Betancourt, de Colombia. Tiene 29 años de edad y funge allí como profesor de Mecánica y especialista en soldadura.

«Seguramente no es obra de la casualidad, pero los jóvenes que estamos aquí tenemos un entusiasmo tremendo por la tarea que realizamos —dice—. Es que cuando uno se siente útil afloran sentimientos así. Lo otro es que hemos aprendido enseguida. Y, según los técnicos, lo estamos haciendo bien».

En la primera línea

Pero no es la siembra de caña la única tarea que absorbe a la juventud tunera por estos días. Sus representantes parecen como poseídos por el don de la ubicuidad y andan diseminados por cuanto proyecto se impulse en el territorio.

«Nuestro muestrario incluye labores en el Hospital Ernesto Guevara, el proyecto Identidad y Desarrollo, la recreación, el deporte, la cultura… Desarrollamos actividades en comunidades, prisiones, unidades militares… Hace poco hicimos una marcha juvenil que resultó un exitazo. Y para divertir el alma, tuvimos por acá a La Colmenita junto al Proyecto Audiovisual PMM y a la orquesta Arnaldo y su Talismán. Todo en saludo al X Congreso de la UJC», agrega Karen.

La juventud tunera no anda perdida, ¡anda encontrada! Por ella aguardan grandes cosas. El proyecto social que la aglutina es su presente y también su futuro. Y —ya se sabe— todo tiempo futuro tiene que ser, necesariamente, mejor.

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