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Empinarse desde el campo

Alrededor de 50 000 jóvenes cubanos aceptaron cultivar la tierra como forma de empleo. Sin embargo, en ese escenario agrícola debe fortalecerse más su organización de vanguardia, como demostraron los activos juveniles campesinos en Guantánamo y Camagüey

Autores:

Lisván Lescaille Durand
Yahily Hernández Porto

Los números no siempre suenan fríos. A veces arrojan fuego entre las ideas cuando urge una sacudida. El dato de que alrededor de 50 000 jóvenes cubanos son usufructuarios de tierras, tras la aplicación de los decretos-leyes 259, 300 y 311, alegró y luego puso a pensar a los participantes en el activo juvenil campesino realizado en la provincia de Guantánamo.

El guarismo confirma que está siendo bien acogida esa forma de empleo por la juventud en nuestros campos. Sin embargo, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) aún no ocupa los espacios imprescindibles en las comunidades rurales para que haya un intercambio de ideas dinámico y creativo con esa emergente fuerza agrícola.

Trascendió en la reunión que de las 261 cooperativas de la provincia, existen comités de base de la UJC en solo 24. En el resto, que carecen de esa estructura política, hay un universo de casi 230 jóvenes.

En este aspecto son alentadores los resultados del trabajo juvenil en el municipio de Niceto Pérez, donde en menos de tres años incorporaron a más de 70 muchachos y muchachas a la UJC, según expuso la joven Leydis Tamayo, dirigente anapista de ese territorio. Una situación muy diferente a la de Maisí, que apenas suma cuatro comités de base en alrededor de 50 formas productivas.

Aunque quedó claro que el asunto no es crecer para vanagloriarse de un número, los jóvenes campesinos de Guantánamo asumieron como una responsabilidad la de revertir esa situación «procurando que el comité de base sea fuerte, dinámico, imaginativo y que destierre el “no se puede” en cada comunidad campesina», valoró Jorge Enrique Sutil Sarabia, miembro del Buró Nacional de la Juventud.

Por su parte, Rafael Santiesteban Pozo, presidente nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, aseveró que «para que una cooperativa sea sólida verdaderamente debe tener su comité de base de la UJC, porque los jóvenes están aportando en todos los lugares y tenemos que aprovechar sus potencialidades».

Las soluciones están en nosotros

En Camagüey 258 unidades productivas se dedican esencialmente a la ganadería, caña, arroz, cultivos varios y forestales. En estas se agrupan más de 27 300 campesinos. De ellos, un total de 11 136 hombres y mujeres se han beneficiado a partir de las nuevas oportunidades asociadas a los decretos-leyes 259, 300 y 311.

El gran ejército de jóvenes anapistas sobrepasa los 4 100 en esta provincia, cifra que impone a la joven vanguardia política agramontina retos y modos de hacer muy diferentes a los que hoy prevalecen en las cooperativas de crédito y servicios (CCS) y en las CPA, que continúan aletargadas en torno al proceso político más importante de la UJC, el crecimiento a sus filas.

En el activo juvenil campesino realizado en este territorio se supo que existen 39 comités de base en el sector, en los que militan 319 jóvenes. Estos datos motivaron una reflexión del joven Alexey Hernández, campesino del municipio de Sibanicú, quien expresó que «hay que atender el universo juvenil que, aunque crece productivamente y admira la historia de nuestra organización, cuenta con algunos que no desean ser militantes de la UJC».

Otra arista bien polémica la brindó Yunexy Centeno, de la CPA Jesús Menéndez, en el municipio de Céspedes. La muchacha, aunque defendió el criterio de que se oriente desde los niveles superiores a quien lo necesite, aseguró: «Nadie tiene que venir desde “arriba” para hacer lo que le toca a cada quien en su pedacito de tierra. ¿Por qué unos sí y otros no lo logran?».

La interrogante de esta cespedeña llevó el debate a un clima propicio, para que no pocos reflexionaran sobre la importancia de la integración entre todos los factores políticos, administrativos y sociales en las fincas rezagadas.

«La UJC necesita el apoyo de las empresas y del organismo superior, pero somos nosotros quienes tenemos el deber y la responsabilidad de solucionar y transformar, sin tantos paños tibios, nuestros problemas», aclaró Alfredo del Toro, de la CCS Primero de Mayo.

Por otra parte, Jorge Enrique Sutil Sarabia, presente también en este encuentro, expuso que crecer en las filas de la UJC no es ni podrá ser un maratón. «Esa situación, lejos de beneficiar a la organización, la perjudica, pues con la masividad se corre el riesgo de crecer con quien aún no posee todas las condiciones para ser un joven comunista», dijo.

Valoró además que si no se crece con quien posea las condiciones y madurez política necesarias, se afectará la continuidad de la Revolución en esas fincas rezagadas, que necesitan de una estructura de base fortalecida con jóvenes que sean ejemplo, capaces de guiar a los trabajadores en las tareas futuras.

Los activos campesinos, efectuados ya en la mayoría de las provincias, colocaron en su agenda temas de gran interés para los jóvenes que brindan su aporte a la producción de alimentos. Y una idea quedó bien clara en ellos: mientras más fuerte y dinámica sea la UJC en el campo, mayores aportes recibirá la economía del país.

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