Mirta López, coordinadora de la Casa del municipio de Plaza de la Revolución. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:42 pm
Una mujer agredida por su esposo; un padre que desea encauzar a su hijo por el camino del bien; una madre que no recibe el reconocimiento y el apoyo económico del padre de sus hijos; un hombre que quedó al frente del hogar y de su familia tras el abandono de su mujer; una adolescente que desea aprender a coser y a bordar; una abuela que quiere sumergirse en el mundo de la computación…
Cada una de esas personas anhela ser escuchada y, sobre todo, lo merece. La orientación adecuada, el apoyo imprescindible y el tratamiento especializado pueden hallarlo en cualquiera de las 173 casas de Orientación a la Mujer y la Familia (COMF) que existen en el país desde 1990, pertenecientes a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Todavía podemos hacer mucho más y estaríamos plenamente satisfechos si toda la población conociera de nuestro trabajo y tocara las puertas de nuestras casas, pero hasta ahora nos sentimos contentos de los resultados y de la profundidad de nuestro alcance, reconoce Ana Mercedes Cruz, coordinadora de la COMF de Santa Clara, la primera fundada en el país.
La masividad no es la esencia de estas casas, añade, sino la posibilidad de estar presentes y ayudar en el momento necesario a las familias, los adultos mayores, las niñas y niños, las parejas y los adolescentes.
Como un vehículo de la Revolución que sirve para erradicar la discriminación de la mujer y favorecer su plena participación en la sociedad, así como una vía segura para alcanzar la dignidad humana, catalogó Vilma Espín, en 1996, a estas casas de Orientación a la Mujer y la Familia.
Mirada adentro
«Lo primero que hay que decir es que a las COMF no solo pueden venir las mujeres, porque los hombres, además de ser bienvenidos, también necesitan orientación y apoyo en el plano personal y de educación y formación de su familia».
Fueron esas las primeras palabras de Mirta López, coordinadora de la COMF del municipio capitalino de Plaza de la Revolución, al recibir a la prensa nacional en un recorrido por su instalación.
«A los hombres todavía les da pena llegar hasta aquí y quizá muchos no sepan que pueden hacerlo, pero las puertas de esta Casa están abiertas para todos, pues cada uno de nosotros puede vivir un conflicto familiar o en la relación de pareja, un período de depresión y de baja autoestima, un mal manejo de un divorcio e, incluso, cualquiera puede padecer el sinsabor de contar en su hogar con un alcohólico o con situaciones repetidas de violencia».
Son estas algunas de las problemáticas más frecuentes que atienden las trabajadoras de esta Casa junto a sus colaboradores, entre los cuales se encuentran psicólogos, psiquiatras, médicos, juristas, enfermeras, deportistas, maestros, trabajadores sociales y biólogos, entre otros.
Hasta el 2012 hemos atendido en las COMF a 20 485 personas, de las cuales 17 671 son mujeres, refiere López, y ha sido posible gracias a la cooperación de otras instituciones que respaldan nuestro trabajo, como el Centro de Investigaciones Psicológicas (CIPS), el Centro Comunitario de Salud Mental, el Hospital Clínico Quirúrgico Joaquín Albarrán, el Centro de Protección a niñas, niños y adolescentes; bufetes colectivos y policlínicos.
«Además de la orientación individual a cargo de los especialistas, desarrollamos la labor de orientación a nivel grupal para adolescentes, mujeres embarazadas, adultos mayores y niños en talleres de manualidades, ejercicios de terapia y de memoria, nutrición, lactancia materna, prevención del VIH, salud sexual y reproductiva, maternidad y paternidad responsable, con la que fueron beneficiadas 12 099 personas el año pasado».
Acciones de capacitación a cuadros y dirigentes de base de la FMC, a trabajadores sociales voluntarios y a brigadistas sindicales, complementan el trabajo de estas casas, acota López, licenciada en Psicología.
Las situaciones que pueden enfrentarse a diario en estas COMF son, en ocasiones, muy complejas, destaca Milagros Samón, socióloga del grupo de Familia del CIPS y colaboradora voluntaria.
«La violencia intrafamiliar, por ejemplo, se trabaja desde un grupo multidisciplinario y, más allá de las reuniones y sesiones grupales que realizamos, nos interesa constatar en la comunidad la verdad de lo que nos dicen los que llegan aquí, y tocar con nuestras manos los resultados posteriores a nuestra intervención».
Cada territorio tiene sus características, y a partir de ellas hacemos un diagnóstico de las necesidades de sus habitantes, pero son los dirigentes de base los que más debemos trabajar, no solo con acciones puntuales, sino en un proceso integrador que amerita seguimiento, subraya Oneida Broche, secretaria de una delegación del bloque 54 del municipio de Plaza.
«¿Cuál es el objetivo del trabajo de la Federación?, nos preguntan algunas personas, sobre todo jóvenes. Lo que hacemos no puede asociarse a cuestiones materiales o económicas, sino, y de manera especial, al enriquecimiento espiritual que cultivamos, en tanto comprendemos que las personas necesitan más de eso que de otras cosas en muchas ocasiones», añadió.
Con una matrícula cuyo costo no excede de los 25 pesos en moneda nacional, los interesados pueden cursar diversos programas de adiestramiento en las COMF, tales como corte y costura, tejido, peluquería y barbería, masaje, artesanía, gestión comercial, idioma, computación, gastronomía y secretaría ejecutiva.
A la joven Yorki Fernández, quien acompañaba a su tía Abigail en la graduación del curso de Artesanía, le motivó estudiar Peluquería, y aunque ya cuenta con el certificado de conocimientos básicos emitido por la institución, prefiere superarse más en la Escuela Internacional de Peluquería, donde aprende además, otras materias relacionadas.
«Pero fue en esta Casa donde aprendí lo fundamental y podía conseguir trabajo inmediatamente. Sucede así con otras especialidades que favorecen la inserción laboral de quien no estudió una carrera o no desea desempeñarse en ella».
La apertura del trabajo por cuenta propia exige también que sus aspirantes estén preparados y nuestras casas ofrecen programas de cursos que contribuyen a esa formación, afirma la coordinadora de la COMF del municipio de Plaza de la Revolución. «No somos los responsables de otorgarles una plaza laboral a nuestros graduados, pero ellos pueden optar por una, cuyos requisitos se satisfagan con nuestra enseñanza».
¿Quién fue Emilia de Córdoba? Es la primera pregunta a la que se enfrentan quienes optan por estudiar secretaría ejecutiva, y la mayoría conoce, en las clases que se imparten en esta institución, que fue la primera mujer secretaria del país. «No solo se aprende a redactar una carta formal, a organizar un evento, a tomar dictado en taquigrafía, sino que profundizamos en nuestra historia y vinculamos los contenidos con otras disciplinas para formar un egresado con un adecuado nivel cultural», asevera la profesora Gloria Salomé.