Las principales arterias de la ciudad muestran renovadas estampas en la celebración de la gesta del Moncada. Autor: Miguel Rubiera Publicado: 21/09/2017 | 05:37 pm
No hay redundancia. Santiago sigue siendo Santiago. En el espíritu de su gente habita una llamarada que enciende el alma de su pueblo y le indica el camino cuando las sombras intentan apaciguar sus luces.
«Creo que Santiago nunca estuvo triste. No hay tristeza que nos mate la alegría», dijo enfática Marlenis Rosado, una educadora de círculo infantil, para quien la recuperación de su urbe después del paso arrasador de Sandy ha sido «rápida e impresionante».
«Con el 26 de Julio la ciudad reluce, está hermosa», acota, sin dejar de atribuirle parte de las buenaventuras a la combinación del esfuerzo de los dirigentes y del pueblo.
Para muchos así está Santiago de Cuba: de pie. Con prisas para resolverlo todo, aunque no todo se ha resuelto: «ya tengo los materiales de mi techo dañado», dice Mariela Rodríguez, con su casa parcialmente afectada tras el huracán.
Rápido se lee la cifra: 4 700 millones de pesos de la riqueza colectiva de los cubanos se llevó Sandy con sus vientos, que afectaron el 50,2 por ciento del fondo habitacional de la provincia. Un número que no ilustra —no puede— el drama de muchas familias, cuyas historias podrían narrarse de múltiples maneras.
Santiago es Santiago en el vigor con que se alzó sobre sus escombros, levantó paredes destruidas, revitalizó edificios, añadió y mejoró opciones para la gente, continuó empinando casas, asfaltó carreteras, incrementó el transporte público, fertilizó jardines y devolvió los árboles a esta urbe de historias y desafíos. Porque la ciudad vive en las heroicidades cotidianas de su gente.