El uniforme verdeolivo, boina y pistola utilizados por el Che se encuentran entre las muestras que más atraen la atención de los visitantes. Autor: Nelson García Santos Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
SANTA CLARA, Villa Clara.— He visto al niño y al joven empinar sus ojos hacia la estatua del Comandante Ernesto Che Guevara que, al pasar las nubes, parece que avanza hacia Sudamérica; frente a su nicho he observado la lágrima desprendida de sus corajudos compañeros de batallas, la emoción de jefes de Estado, de renombrados intelectuales y hasta del ser más humilde.
He tenido el gran privilegio de estar allí desde los inicios de la construcción del Monumento; en su inauguración, cuando llegaron los restos del Comandante Guevara y sus hermanos de lucha, y en cada ocasión en que miles de villaclareños les rinden tributo.
Este 8 de octubre se cumplieron 45 años de su caída en combate en tierras bolivianas, pero cada día resurge más renovado este hombre dotado del encanto supremo de motivar a unos y otros.
Son muchísimos los gestos impactantes sobre la admiración y el cariño que se le profesa al Comandante, que he presenciado a lo largo de casi 15 años. Y los hay que se clavan en la memoria.
El instante más especial, solemne e íntimo que viven los visitantes sobreviene en el recinto donde reposan los guerrilleros, un espacio sencillo que semeja la selva boliviana.
Frente al nicho del Che Guevara hay a quienes les brotan las lágrimas, parejas que se abrazan o susurran y otros que muestran en sus rostros signos de abatimiento.
Inusitada colección
Resulta difícil, a estas alturas, tener la dicha de encontrar algo inédito que contar. Sin embargo, siempre hay historias menos conocidas, como esa de muchísimos que asumen el homenaje al Che en la intimidad más absoluta.
Personas de los más disímiles países le donan objetos de particular valor sentimental, y en la actualidad sobrepasan los 700. La muestra la integran poemas, canciones, cartas, flores, banderas, prendas personales, condecoraciones, dibujos de niños, pinturas al óleo, velas…
El Centro de documentación del Complejo Escultórico registró, como el primer objeto de esta colección, a los pocos días de la llegada de los restos del Che, una flor roja enviada por Chichina Ferreira, la primera novia del Comandante Guevara. La envió con su amiga, Lilia G. Chávez, quien a su vez le dedicó un poema titulado Tu final.
El 8 de octubre de 2000, la boliviana Lena Vicente depositó un búcaro con un ramillete de flores y dos banderas, una cubana y otra boliviana, en el que grabó unas palabras dedicadas al guerrillero Casildo Condorí Coche. Este gesto lo tuvo poco tiempo después de conocer que este era su verdadero padre, y que su madre, por protección, lo ocultó justo hasta ese entonces.
Un chileno envió la llave con que se evadió de la prisión en los tiempos de la sangrienta dictadura de Pinochet, porque prometió ofrecérsela al Guerrillero Heroico dondequiera que este se encontrara y en el momento en que le fuera posible hacerlo.
Hay historias tristes también, que vale la pena desempolvar de nuevo, como la de un matrimonio alemán que gracias a una organización de solidaridad con Cuba pudo viajar a Santa Clara para cumplir un encargo sagrado de su hija Julia Lorez, muerta a los 17 años.
Ella les había pedido a sus padres que si moría debían depositar ante los restos de Guevara un recipiente de cerámica, una foto suya y un poema. Los padres lloraron el día que cumplieron la petición de su hija, pero les reconfortó haber cumplido el compromiso, según declararon.
El alcalde de la ciudad griega de Byron le trajo al Comandante Guevara un escudo de esa localidad. Dijo que lo hacía porque el gran poeta inglés luchó por la libertad de Grecia, y fue un internacionalista como el Che: «Ese hombre que merece honor por sus ideas», dejó consignado en el libro de visitantes.
Entre esos modos impredecibles del ser humano de expresar su admiración está el de los franceses Muriel Jeanne Paulette Couzi y Philippe Maurice Benoit, quienes celebraron su boda allí. Se les veía dichosos aquel día en el que declararon que habían cumplido el sueño de sus vidas.
Uno de los objetos más originales y llamativos lo constituye el enviado por unos campesinos bolivianos que en la semilla de una fruta de durazno plasmaron el rostro del Che.
Son solo simples ejemplos de las numerosísimas ofrendas que conforman hoy la peculiar colección que posee un valor sentimental y hasta artístico. Esto reafirma, además, la admiración que las grandes mayorías le profesan al Guerrillero Heroico.
El mayor orgullo de mi vida
En el salón de protocolo del Complejo escultórico destinado al recibimiento de las personalidades, se establece con el visitante el contacto inicial. Este le permite conocer generalidades de la vida económica, política, social y cultural de Villa Clara, además de que se le proyectan documentales relacionados con el Che.
Allí se inauguró el libro de visitantes el 17 de octubre de 1997, cuando llegaron los restos del Che. Fidel escribió aquel día: ¡Hasta la victoria siempre!, mientras Raúl le dedicó un ¡Hasta siempre Comandante!
Comenzó así una tradición que ha permitido que innumerables personalidades de la política, la cultura y el deporte expresen sus más íntimos sentimientos de admiración al Guerrillero Heroico.
El libro ha dejado ya para la historia un testimonio valiosísimo sobre el Che. Aquí les va un pequeño muestrario de lo hilvanado y escrito en medio de la emoción.
«Tu pueblo que es mío», decía el Che a Fidel… y ¡cuánto aportó a la obra revolucionaria en los breves años que estuvo entre nosotros! ¡Y cuán valiosas sus enseñanzas, su ejemplo, vivos hoy en la conciencia de este, su pueblo; presentes en lo mejor de la formación de cada nueva generación de cubanos!
«Que siga siendo por siempre este lugar donde se atesoren sus reliquias, los recuerdos de su vida, consecuente siempre con sus convicciones, lugar donde niños y jóvenes puedan beber de su ejemplo. (Vilma Espín de Castro)
«Hace algún tiempo visito este lugar, desde octubre pasado no volvía, es difícil, yo no voy casi nunca al lugar donde quedan los restos de los hombres, prefiero los lugares donde la vida florece por el recuerdo de esos hombres, pero algo especial me sucede aquí, es donde reposan los restos de mi papá y sus compañeros, pero no reposan en paz, pues por la patria en pie resplandecen y trabajan. Aprovecho para agradecer a mi pueblo su amor y respeto a mi padre y les aseguro mi entrega total a la causa más hermosa: la dignidad plena del hombre». (Aleida Guevara March, Estefanía Machín Guevara y Celia Machín Guevara)
«Che: Siento en prosa lo que el genio poético de Ernesto siente en versos. Che: la poesía es tu vida. Gracias, Che». (Armando Hart Dávalos)
«En este lugar magnífico donde la muerte no existe y la vida sigue a torrentes, donde está el ejemplo exigente de los combatientes latinoamericanos encabezados por el Che, sentimos que los sueños más nobles son realizables, si hay seres humanos más revolucionarios íntegros como el Che». (Gladys Marín, secretaria del Partido Comunista de Chile)
«He sentido el mayor orgullo de mi vida al contemplar la imagen de mi foto cubriendo la lápida del “Guerrillero Heroico”. Esto vale una vida». (Korda, fotógrafo cubano que hizo la foto más impresionante y conocida del Che)
«Se sobrecoge el corazón al visitar este hermoso monumento a la memoria de nuestro Che y de sus heroicos compañeros». (Sergio Vitier, destacado compositor y músico)
«En nombre de Fabio, el muchacho de Copacabana. Che: fue víctima de una bomba el 4 de septiembre de 1997. Los mandantes confesos de la mafia cubanoamericana nunca fueron juzgados y esperamos justicia en tu nombre porque mi hijo te adoraba». (Giustino Di Celmo, padre de Fabio Di Celmo, joven italiano víctima de un atentado terrorista)
«Nunca la historia se vuelve tan aplastante como al entrar a este lugar. Se sienten los gritos de combate, el galope de Rocinante, el tableteo de ametralladoras victoriosas.
«Jamás existirá un lugar más apropiado para gritar a los cuatro vientos Hasta la victoria siempre». (Inti Peredo, hijo de Inti Peredo, combatiente de la guerrilla boliviana)
«Como argentino, como cubano vocacional, como latinoamericano, vengo a rendir homenaje al Che, que nos enseñó a todos a ser mejores, que nos hizo comprometernos para siempre con el destino de nuestro pueblo. Y me marcho conmovido de este extraordinario monumento que lo recuerda junto a sus compañeros. Por la memoria y la lucha, siempre». (Miguel Bonasso, escritor argentino)
Así, entre estas sentidas ofrendas, Che Guevara está colosal, desde que partió, con nuevos bríos, desde la selva boliviana.