Conjunto Artístico Maraguán Universidad de Camagüey. Autor: Cubadebate Publicado: 21/09/2017 | 05:21 pm
Son las diez de la noche y el teatro Principal de Ciego de Ávila se encuentra abarrotado. Incluso en lo último de sus balcones está repleto de jóvenes. Luego de casi una semana de competencias, hoy es la última jornada del Festival de Artistas Aficionados de la FEU. Es la noche decisiva.
Los presentadores anuncian el próximo grupo. Es de la Universidad Central Martha Abreu. Las cortinas se abren y una procesión formada por dos columnas de jóvenes bailarines hacen su entrada. Visten ropas de tonos amarillos, pañuelos atados a la cabeza, los hombres lucen pantalones ajustados hasta las rodillas y las mujeres unas faldas anchas con franjas de colores vivos bordados en la punta.
Un frenético toque de tambores comienza a escucharse y a subir los tonos. Los bailarines danzan con movimientos más fuertes, las hileras se deshacen y vuelven a rehacerse en otras figuras, la música se vuelve más violenta y en los palcos y la platea el público está de pie y comienza a aplaudir.
El ambiente en el teatro se ha electrizado. Los aplausos no cesan y acompañan a la música con su ritmo. En el escenario, los bailarines asemejan ahora una lucha entre demonios que asedian a las mujeres, estas los enfrentan y salen adelante. Es el viejo enfrentamiento entre el bien y el mal. Los tambores aumentan su ritmo, el delirio aumenta y al unísono la música cae. Son apenas unas fracciones de silencio. Porque una inmensa ovación estremece las bóvedas del teatro Principal.
Aquel número de los estudiantes de la Universidad Central de Las Villas quedó en la mente de muchos de los que asistieron a esa gala. Sin embargo, el Festival de la FEU ha venido a demostrar en qué medida la juventud se involucra en la vida cultural de un país que apuesta por el arte para defender su identidad y preservar sus valores más genuinos.
Quizá sin tantos bombos y platillos, el acontecer cultural del país enseña rostros jóvenes en sus innumerables espacios. En el listado de los cantantes más aclamados hoy en Cuba prima la juventud.
Pero los ejemplos siguen. La Bienal de La Habana está colmada por una generación de artistas noveles que hacen meditar sobre las nuevas coordenadas del arte contemporáneo cubano. En las comunidades más intrincadas el arte lo lleva la juventud, y jóvenes son también toda una hornada de escritores que protagonizan las letras en la Isla, al juzgar sus principales premios literarios.
Cuba tiene una vanguardia artística juvenil creciente, pero ello no siempre se traduce en una mayor apropiación social de los mejores valores y en barrera para salvarnos de la seudocultura… Ante esa realidad se debaten los asistentes hoy al Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas.
La renovación perpetua
¿Qué pueden traer estos rostros para la cultura cubana en los próximos años? ¿Qué de positivo tienen? Para José Rolando Rivero, miembro de honor de la AHS en Ciego de Ávila, la actividad de los jóvenes artistas o de aquellos que integran el movimiento de aficionados permite mantener el relevo generacional y mantener una renovación constante en el campo cultural.
«La juventud es la que aporta nuevos referentes, temas, modos de comprender y hacer el arte en el país, es la renovación lógica que existe en toda nación y lo que hoy hacen los jóvenes en las casas de cultura y otras instituciones son las líneas por las que se moverá el arte cubano dentro de poco», explica.
Por su parte Jesús Grasso Zamora, instructor de arte en la Casa de Cultura Bonifacio Byrne, en Matanzas, comenta que los jóvenes desempeñan un rol fundamental. «Somos los nuevos formadores del gusto estético, del arte y la cultura, en los lugares más intrincados de nuestro país», refiere este joven de 22 años de edad, y que fuera seleccionado como el instructor de arte más Integral de la Educación en Matanzas en el 2010.
Jesús apunta que con los talleres de apreciación-creación y los de creación, desde las mismas casas de cultura y con el apoyo al movimiento de artistas aficionados, se forma el nuevo talento artístico en los barrios y los proyectos culturales comunitarios, en función de cambiar y transformar hábitos y conductas.
Energía creativa
El rostro juvenil en la cultura está hoy en un abanico grande de instituciones y espacios de la sociedad cubana. Una indagación de JR entre jóvenes relacionados con el mundo artístico así lo demuestra. Universidades, casas de cultura, teatros, becas literarias, editoriales, centros docentes en distintos niveles de enseñanza, galerías, fiestas populares y festivales son algunos de esos escenarios.
Laura Brito García, estudiante del tercer año de Historia en la Universidad Carlos Rafael Rodríguez, de Cienfuegos, señala que el movimiento de artistas aficionados de la FEU permite no solo fortalecer la formación del estudiantado, sino también puede apoyar el trabajo cultural en los municipios del país.
«El movimiento que nosotros propulsamos desde cada aula, se vincula hasta cierto punto con las perspectivas culturales de la provincia. Todo ello se percibe mediante la realización de los festivales universitarios, los carnavales, que muchas veces los trasladamos a centros recreativos de la ciudad, o a los teatros y a la Plaza de actos», expresa.
En las indagaciones se constató que la presencia de la cultura en las comunidades apartadas descansa en las agrupaciones juveniles, pertenecientes a la FEU, la AHS y la Brigada de Instructores de Arte José Martí.
Preocupaciones como el gusto estético, entretenimiento y formación de valores son algunos temas que emergieron entre las motivaciones de esos jóvenes al momento de acercarse a las comunidades, cuya vida espiritual no pocas veces es muy deficiente, conduciendo a hábitos negativos de empleo del tiempo libre como el alcoholismo, y la necesidad de intencionar los consumos culturales, ante un mundo globalizado que acecha también con sus propuestas enajenantes.
«La reanimación de la vida cultural en las comunidades lejanas recae sobre nuestros hombros —asevera Ramón Madrazo Abreu, instructor de arte graduado en la especialidad de Música, en 2005, y que actualmente labora en un preuniversitario de Lajas, en Cienfuegos—. Tanto es así que allí casi solo disfrutan de las actuaciones de la Brigada. Hay que sumarle a esto nuestra inclusión en las actividades que se llevan a cabo en los centros penitenciarios, hogares de niños sin amparo filial, hogares maternos y el pediátrico».
Proyectos como el de Ramón aparecen en otras partes de Cuba. Es el caso de las propuestas de la Brigada de Instructores de Arte en Matanzas o la Cruzada Cultural por la Trocha, un espacio de la AHS en Ciego de Ávila que cada año integra a jóvenes artistas de la provincia y otras regiones para llevar el arte a comunidades intrincadas de la provincia.
Para Daily Montes de Oca, presidenta de la Brigada de Instructores de Arte en Matanzas, en cada despliegue cultural debería tenerse en cuenta los públicos y las particularidades de cada comunidad.
«Depende mucho de tus iniciativas, de la responsabilidad y el compromiso con tu trabajo hacer un buen diagnóstico sociocultural de la comunidad —asegura—. No puedes llegar a implantar algo que tú crees que tendrá aceptación, sino estudiar cómo se comporta esa comunidad, cómo viven, sus preferencias».
En opinión de Indira Fajardo, presidenta de la Brigada de Instructores de Arte, la escuela también debe convertirse en el centro cultural más importante de la comunidad. «Mas, ha faltado combatividad con las instituciones responsables de hacer flexible e integrador un propósito tan sensible como este».
También los miembros de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media reconocen entre sus insatisfacciones no haber logrado que los centros de la FEEM se conviertan en el principal espacio cultural de la comunidad a partir del potencial con que cuentan para el desarrollo de las diferentes manifestaciones artísticas, y más en los momentos actuales en el que los preuniversitarios fueron trasladados al escenario urbano.
Darianna Acuña Polledo, vicepresidenta de la FEEM, refiere que «de igual modo aún son insuficientes los mecanismos que utilizamos para lograr mayor vinculación de nuestros estudiantes de las escuelas de Arte con los movimientos de aficionados y con la comunidad.
«Tenemos que lograr, además, que cada actividad que realicemos se identifique con las tradiciones culturales, no solo las que nos distinguen como cubanos, sino las que singularizan a cada territorio de nuestro archipiélago», precisó.
Sin embargo, la labor cultural de los jóvenes debe superar no solo estos obstáculos en su quehacer, sino también limitaciones materiales e incomprensiones y la consabida falta de coordinación y de sensibilidad que entorpecen proyectos que no necesitan tantos recursos.
Los entrevistados coinciden en que esas dificultades hay que remontarlas, porque la cultura es espíritu y arma de defensa. Y solo a partir de las mejores reproducciones de las esencias de este pueblo se podrá preservar el futuro de la nación.
Cultura: savia bendita
Aka-Demia es un proyecto de música rap de la AHS en Ciego de Ávila. De acuerdo con Villy Suárez Rodríguez, vocalista y miembro de la sección de Música de la Asociación, hasta el año pasado el grupo poseía una iniciativa, la cual consistía en ir a un barrio de la periferia de Ciego de Ávila, pintar un parque o arreglar un área junto con los moradores y luego dar un concierto.
«Entre otros intereses —dice—, la idea consistía en mostrar otra opción de música a los jóvenes, con temas que hicieran pensar y no reproducir las groserías que a cada rato se escuchan en forma de música. Pero el proyecto decayó por la falta de apoyo institucional».
Criterios como falta de integración, recursos, discriminación o subestimación por parte de artistas más consolidados sobre los jóvenes que aún deben abrirse un camino, incluso hasta desconocimiento por parte de directivos, son algunas de las insatisfacciones que emergieron en las indagaciones.
«Creo que aún falta mucha vinculación, que los directivos culturales tengan más en cuenta al público y los artistas jóvenes —sostiene Laura Brito García—. Creo que falta socializarnos más, tanto con el pueblo como con las demás universidades. Debemos tener más espacios para interactuar. De esta forma todos podrían disfrutar a estos artistas nuevos que surgen».
Entre las insatisfacciones que aparecen se encuentra la situación de muchas casas de cultura en el país, las cuales cuentan con pocos instrumentos musicales, la mayoría en mal estado. Eso, junto con la falta de transporte para moverse hacia las comunidades, es otro de los conflictos que tensionan el trabajo de los jóvenes artistas.
Santa Maciel Rueda Moreno, instructora de arte de la Casa de la Cultura José Inda Hernández, en Ciego de Ávila, y Raibely González Arencibia, instructora de teatro en el municipio cienfueguero de Rodas, reconocieron las dificultades originadas por la falta de transporte y las incomprensiones.
La integración dentro de los proyectos educacionales también resaltó en las indagaciones. Docentes y estudiantes universitarios, vinculados al movimiento artístico en las casas de altos estudios, opinan que la vida en esos centros pudiera flexibilizarse todavía más en aras de lograr un mayor protagonismo de la actividad cultural a través de la extensión universitaria.
En la Universidad Camilo Cienfuegos, de Matanzas, el máster Javier Elizarde Gener, profesor de Danza y Música, y Juan Antonio Alderete Rodríguez, docente en la especialidad de Matemáticas, opinan que los artistas del movimiento de aficionados se presentan en muchos lugares, pero necesitan vestuario o transporte y eso hay que facilitárselos.
Tirar anclas por el espíritu
Para Carlos Rangel Irola, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, la participación de los estudiantes en la vida cultural del país debe partir de una concepción que permita responder a las necesidades donde se encuentre enclavado el centro universitario. No obstante, reconoce que queda mucho por hacer.
«Debemos expresar que el desarrollo del movimiento de artistas aficionados está limitado por la falta de medios para su desarrollo en nuestras universidades —explica—. Por ejemplo, entre otras dificultades, hablamos de locales para ensayo, instrumentos musicales, y materiales para la plástica. Sin embargo, hay hoy referentes nacionales, en la trova principalmente, que han salido de nuestras universidades, en este caso tenemos a Adrián Berazaín, Rey Montalvo...
«Otro eslabón en el que debe trabajarse es en el seguimiento por parte de las instituciones culturales a los principales ganadores del Festival Nacional de Artistas Aficionados. Hoy no se les da un asesoramiento técnico de calidad para profundizar en su desarrollo. Creo que ha faltado una mayor implicación y articulación MES-Mincult-FEU para dar un seguimiento integral a este movimiento».
El Presidente de la FEU opina que para transformar todo esto se requiere que cada dirigente de la organización, a todos los niveles, entienda la importancia que implica para un país fertilizar estos movimientos y que tienen que exigir con más fuerza a todos los involucrados.
Precisamente, la problemática del reconocimiento dentro de la sociedad fue un punto polémico en el intercambio con los jóvenes artistas. Es un criterio extendido, en especial dentro de la AHS, que no existen los mecanismos suficientes para promocionar ni para reconocer la labor de un creador, ya sea de la FEU, la Hermanos Saíz o las Brigadas de Instructores de Arte.
Al igual que otros jóvenes, Eduardo Pino González, escritor avileño laureado con el Premio Eliseo Diego 2007 en poesía, opina que se necesita de una infraestructura y una estrategia más fuerte para hacer visible en la sociedad cubana el papel de los artistas menores de 35 años de edad.
A menudo, según trascendió, los jóvenes deben enfrentar la desconfianza, aunque sea superada con el resultado de su trabajo. En Cienfuegos, como en otras partes del país, esa fue una de las vivencias de Ramón Madrazo Abreu, quien recuerda que al comienzo de los instructores de arte algunos no depositaron confianza en ellos, incluso varios desconocieron el papel de la Brigada, para luego ver cómo los muchachos ganaban su espacio al demostrar su capacidad.
En opinión de Luis Morlote Rivas, presidente de la AHS, esa interacción entre el público y los artistas jóvenes es la principal vía para hacer visible el papel de los creadores.
«Hay proyectos de los miembros de nuestra organización cuya esencia está justamente en la relación que se establece con la comunidad —expresa—. Las Romerías de Mayo, por ejemplo, se conciben como una gran fiesta popular en la ciudad de Holguín; la Cruzada Literaria, en Camagüey, va al encuentro de un público nuevo para la literatura que hacen los más jóvenes. Durante los meses de verano el trabajo de la AHS sale de las Casas del Joven Creador, su espacio natural; es notable la labor de la filial de Santiago de Cuba con una experiencia de trabajo en las montañas o la manera en que la Brigada 25 Aniversario ha tratado de acortar distancias en Mayabeque».
Morlote reconoce que en la infraestructura institucional aún hay carencias que atentan contra un mejor trabajo, pero «estamos obligados a sortear esos problemas. Debemos proteger y ayudar al desarrollo del talento y trabajar por elevar el gusto del público. También a velar por nuestra identidad.
«Como organización nos toca potenciar las maneras de promover a nuestros artistas. Para nosotros no valen las fórmulas preestablecidas, hay que cambiar las dinámicas todo el tiempo. Tenemos que lograr que los jóvenes artistas y su obra estén más presentes en los medios de comunicación, y en la medida en que lo hagamos podremos también contribuir mejor a establecer jerarquías.
«La Asociación Hermanos Saíz ha participado en la toma de decisiones de la política cultural, ejerciendo un diálogo crítico con las instituciones culturales, siempre desde una postura revolucionaria. La joven vanguardia artística ha estimulado el intercambio sobre temas que algunos creen fuera de la competencia de una organización de jóvenes artistas, y que sus miembros han defendido y asumido con la convicción de que es imprescindible no permanecer impasibles ante ningún abordaje sobre la cultura.
«El artista debe obrar desde el compromiso con el aquí y el ahora, esa es una condición del arte, que ha de ser siempre un espacio de problematización de la realidad. Se trata entonces de participar desde la obra misma y también desde el debate».
El futuro de Cuba depende de enriquecer los imaginarios sociales con la reproducción simbólica de nuestras mejores raíces. Ante ese desafío, los jóvenes artistas tienen que nutrir con más empeño los mejores valores que ha creado la Revolución: el sentido humanista, la justicia social, la autonomía y la libertad.
Como reconocieron los entrevistados, cada día son más sofisticadas y atractivas las maneras en que penetra la industria cultural, con toda su carga de enajenación y desmovilización.
Para salvar el alma de la carga contaminante de la globalización y de las camaleónicas tácticas para desintegrar el país, resulta estratégico entonces desarrollar en cada individuo la capacidad de discernir, y reproducir sin cansancios, con toda su belleza y fuerza, las genuinas esencias de esta nación.