Isis Hernández pondera la eficiencia de los sistemas de riego por aspersión semiestacionarios. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 05:18 pm
El agua se desliza con tonos plateados. Hace fresco y en los inmensos campos de plátano de la Empresa de Cultivos Varios La Cuba, en la provincia de Ciego de Ávila, la llegada del invierno ahuyentó el calor que envuelve los sembrados. Aun así, algunos niños no dejan de mojar las piernas en ese riachuelo artificial que bordea las plantaciones.
Unos 50 metros más adelante aparece un hombre con camisa de mangas largas, sombrero, botas de goma y guataca en mano. Como si fuera un pescador, avanza en silencio con la mirada en el agua. Se detiene, hunde el cabo y saca restos de las matas de plátano y tierra que la corriente arrastró. Se llama Anselmo Milián Atencio, jefe de la finca 10, perteneciente a la unidad empresarial de base No. 3 de Plátano, en La Cuba.
«Todo este canal que usted ve es lo que se llama riego por gravedad —dice—. El trabajo con él es muy fácil, no hay que andar atrás de los “tubitos”, como en el microjet; pero dicen los entendidos que el agua se pierde mucho. Aquí el terreno es muy plano y ella casi no corre. Hay que ayudar, porque de lo contrario se para y el suelo se la traga sin mucho trabajo».
Pedro Pujol Leiva, jefe de Riego de la empresa, es más enfático. Quizá sin darse cuenta, el subconsciente lo traiciona y no puede evitar un gesto de enfado al observar ese río artificial que se desliza a sus pies. A su memoria retorna la sequía del año pasado, y el temor de que si no llovía el trabajo de tantos años se podía perder con rapidez.
«Regar por gravedad es ineficiente por completo —afirma—. Dicen que lo barato al final sale caro y esto es un ejemplo. Casi toda el agua se pierde, y si las sequías van a ser más prolongadas y las lluvias más cortas, entonces vamos a tener mayores dolores de cabeza si no se atienden los sistemas de regadío. En Cuba podríamos tener más comida si regáramos mejor».
Agua mía, ¿para dónde vas?
Pujol no es el único con preocupaciones. En una indagación hecha por JR en diversas provincias del país, se constataron las inquietudes de especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, del Ministerio de la Agricultura, y del Grupo Empresarial Azucarero (GEA) por el manejo del agua en la producción de alimentos. La primera conclusión es que ese recurso no recibe todas las atenciones que merece.
El máster Bárbaro Rodríguez García, director técnico-comercial de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico en Ciego de Ávila, y Rafael González-Abreu Fernández, especialista principal de Servicios Hidrológicos, coincidieron con sus colegas de Matanzas en que los sistemas de medición del agua hoy son inexactos en la agricultura y que el sistema de riego por gravedad es el que domina el panorama, con altas cargas de ineficiencia.
«La eficiencia en el regadío es una vieja pelea —explican—. El de gravedad es el más extendido; incluso todo el que adquiere tierras por el Decreto Ley 259 y tiene la posibilidad de regar lo hace por ese sistema, porque casi no lleva costo de inversión inicial. Sin embargo, como promedio, solo el 15 por ciento del agua bombeada se aprovecha, el resto se pierde, y esa situación es preocupante con las sequías tan prolongadas que se están registrando y con períodos de lluvias cortos o desfasados de meses tradicionales, como ocurrió en 2011».
Los especialistas matanceros coinciden con los avileños en que la reserva de agua no era un tema recurrente en décadas pasadas, porque había un «chorro gordo» en determinados lugares, lo que motivaba un gasto al por mayor en energía, combustible y salarios. Ahora se impone tomar medidas, entre estas perfeccionar los sistemas de medición.
«Creo que muy pocas empresas tienen medios para medir con rigor el agua que se bombea. Para medir la cantidad de agua, el caudal, se necesita de un caudalímetro o flujómetro, instrumentos que nadie tiene», enfatiza el ingeniero Gerardo Benítez Guzmán, de la Delegación de la Agricultura de Matanzas, quien añade que a veces los cálculos de los volúmenes se hacen por la capacidad de la bomba instalada, los cuales no son precisos.
Para Ángel Fernando Fernández García, ingeniero hidrotécnico con más de 30 años de experiencia y directivo de la Delegación de la Agricultura en Matanzas, uno de los primeros problemas está en el precio simbólico del agua, lo que desmotiva que ese recurso se incorpore del todo en los indicadores económicos del campo cubano. En su opinión, sin un adecuado sistema de metrado, el consumo irracional será difícil de eliminar.
«Es una medida costosa para el país —advierte—, pero para que las personas usen mejor el agua es imprescindible el metrado junto con un adecuado sistema de control. Hoy se cobra el derecho al uso del agua, no lo que se gasta en realidad, y en la agricultura los sistemas de riego no están metrados».
En opinión de este especialista, el empleo del agua hay que tenerlo presente a la hora de sacar costos y utilidades en el campo, como un indicador económico más.
Nada riego, nada tengo
Para el Doctor Alvis Mujica Cervantes, director del Centro de Estudios Hidrotécnicos de la Universidad de Ciego de Ávila, la superación de los problemas del riego pasa por una mejora tecnológica, por una debida capacitación y de ubicar al especialista en esa materia en el lugar que merece.
El Doctor Alvis Mujica señala que la eficiencia en la producción de alimentos en el campo es determinante en el enfrentamiento de la sequía, pues en una provincia agrícola como Ciego de Ávila, el 70 por ciento del consumo de agua se destina a las producciones agrocañeras, mientras que el gasto residencial es pequeño, a pesar de que también se pierde mucha agua.
«La sequía se ha convertido en un fenómeno permanente en el país —advierte— y eso se aprecia en las altas temperaturas y cambios en el tamaño de las hojas en ciertas regiones de la Isla. Eso es un síntoma de resistencia a la seca. Por ello el reto está en producir mayores cantidades de alimentos con menor volumen de agua y de energía, es decir, con mayor eficiencia».
El especialista señala que la introducción de nuevas tecnologías es vital y debe ser más acelerada en el país, aunque esa rapidez debe combinarse con la preparación del personal. En muchas ocasiones, explica, la introducción de modernas máquinas de riego ha estado aparejada con la ausencia de una preparación de los obreros y técnicos, quienes empiezan a calificarse después que la tecnología llegó y no antes, con las consiguientes improvisaciones.
«Otro problema —dice— es el vandalismo sobre los sistemas de riego y el poco resguardo que en ciertos lugares existe sobre esa técnica. Al que le hace falta una manguera para la casa, se la roba de una máquina. Lo mismo sucede con las boquillas y los aspersores, que terminan fundidos y convertidos en objetos de quincalla en los puntos de venta. Así una máquina no puede trabajar.
«En estos momentos el país hace un esfuerzo grande por introducir tecnología de avanzada, que es muy costosa. Sin embargo, en otros lugares esta puede durar 20 años y en Cuba su promedio de explotación llega a cinco, por los descuidos tecnológicos. Esa situación se debe revertir, como también se deben superar las pobres acciones de capacitación y de aplicación de las innovaciones tecnológicas».
¡Agüita, señor juez!
Si Amado Fiel del Toro observara las cifras de eficiencia por cada sistema de riego, no tendría más remedio que tocarse la boca con la punta de su pañuelo y exclamar: «¡Agüita, señor juez!». Con el riego por gravedad se pierden 70 centímetros cúbicos de agua antes de llegar a la planta. En cambio, con el microjet se obtiene un 90 por ciento de eficiencia y con las máquinas de pivote central, un 80.
Los mejores resultados se obtienen con el riego de goteo, un sistema que permite regar gota a gota directamente a la raíz de la planta y con el que se aprovecha más del 90 por ciento del agua bombeada. Es muy costoso, pues su instalación exige más de 3 000 dólares por hectárea. Sin embargo, los resultados también se aprecian con rapidez. En el caso de La Cuba el potencial de rendimiento en los campos de plátano regados por goteo está en 68 toneladas por hectárea, mientras que en el de gravedad es solo de 17.
La balanza comienza a inclinarse, aunque no a la velocidad que muchos desean. En Holguín, después de atravesar un período semejante al de un callejón sin salida, el riego agrícola concluyó 2011 con una reanimación, especialmente en la producción de granos, con 12 424 hectáreas, de estas 8 700 electrificadas, según precisó Orlando Cintras Ruch, jefe del Departamento de Riego y Drenaje de la dirección del Minag en Holguín.
En Matanzas, junto a otras mejoras, se tiene previsto montar un total de 15 sistemas de riego por aspersión semiestacionarios, de los cuales, según la ingeniera en Riego y Drenaje Isis Hernández, de la Empresa Genética Matanzas, se tienen instalados siete, con capacidad cada uno para regar cuatro hectáreas de pastos y forrajes. De ese total, diez están diseñados para acoplarse a las conductoras de los acueductos y cinco por bombeo, de estos, tres por motores diésel y dos con bombas sumergibles.
En el sector agrícola de Ciego de Ávila se han recibido nuevas tecnologías, entre máquinas de pivote central, aspersión y riego localizado, las cuales hoy cubren un poco más del 40 por ciento de la tierra bajo riego, que asciende a 31 479 hectáreas. Sin embargo, el 54 por ciento de esa superficie se riega por gravedad.
«Hasta ahora las inversiones en riego se han recibido de acuerdo con programas para el desarrollo de determinados cultivos, como la papa o el plátano, y se han instalado en empresas que ya tienen una infraestructura creada para recibir los equipos», explican los ingenieros Emilio Varela López y Jorge Luis Barrios Blanco, jefe y especialista de riego en la Delegación provincial de la Agricultura en Ciego de Ávila, respectivamente.
En el caso de la provincia avileña, la agricultura cañera rebasa la crisis del período especial, años en los que prácticamente desapareció la infraestructura de Riego, además de que esta estuvo montada en buena medida bajo el concepto de regar por gravedad a partir de la abundancia de agua en el manto subterráneo del territorio. Hoy están alistados 70 kilómetros de los 119 que poseen las redes de canales adscritos al GEA. En 2011 se montaron 15 máquinas de pivote central y la intención era concluir con 60 equipos de esta tecnología para cubrir un área de 5 300 hectáreas. Sin embargo, la pelea contra los demonios de la sequía continúa.
¡Cuídala, que se va!
Las mejoras en el riego se perciben con rapidez. En la vaquería 116 de la provincia de Matanzas se recibió un módulo de regadío de aspersión semiestacionario para el desarrollo de pastos y forrajes. El campesino Yosbany Pino, administrador de esa entidad, lo califica de muy bueno y compara los trabajos que debieron enfrentar en 2010 con el actual potencial de ordeño, el cual se elevó a nueve litros de leche por animal.
No obstante, los criterios del Doctor Alvis Mujica coinciden con lo constatado en la base productiva. Aunque el país introduzca nuevas tecnologías de riego, incluso a pequeña escala, eso no significa de inmediato un sinónimo de eficiencia si no se concentran las fuerzas en el aprovechamiento al máximo del bombeo.
Orlando Cintras Ruch opina que el rescate tecnológico no marcha aún en Holguín a la par de la necesaria disponibilidad y preparación de la fuerza calificada. Refiere que los capacitadores viajan a los municipios y dejan recomendaciones, pero a los cursos de superación casi siempre asisten los mismos.
Julio Góngora Cruz, director de la UEB de Frutales en el Valle de Mayabe, en las cercanías de la ciudad de Holguín, cifra esperanzas en la nueva fuerza de obreros calificados que hoy se forman en la enseñanza politécnica del país. En su opinión, ante la carencia de técnicos, deberían crearse espacios alternativos en los que los obreros agrícolas se instruyan de manera sistemática.
Llama la atención lo que puede lograrse con motivación. En la UEB de Frutales en el Valle de Mayabe recuperaron las máquinas Fregat, mientras la estación de bombeo ubicada en la presa de Cidra, perteneciente a la Empresa Genética de Matanzas, casi se conserva íntegramente a pesar de estar paralizada desde hace 20 años.
El equipamiento está completo, pendiente de mantenimiento, comenta Ángel Fernando Fernández, quien añadió que están previstos 60 sistemas de riego para dos hectáreas cultivadas por productores pequeños, que pueden ser del Decreto Ley 259 o propietarios acogidos al programa del frijol para sustituir importaciones.
No obstante, pese a las mejoras paulatinas en determinadas regiones, el tema agua constituye un problema que agobia a no pocos directivos y especialistas cuando se inicia la sequía. Según el criterio de expertos en Matanzas, Holguín y Ciego de Ávila, los períodos de seca están mostrando una tendencia a ser más extensos, junto con etapas de precipitaciones que se demoran en llegar, al desplazarse hacia otros meses, como ocurrió en 2011.
El resultado ha sido una depresión de las fuentes de agua, tanto de las embalsadas como de las subterráneas, al punto de suspender el bombeo en los pozos ante el temor de salinizar los suelos o simplemente porque las bombas no llegaban al nivel tan bajo que habían alcanzado las aguas. En opinión de los especialistas de Recursos Hidráulicos en estas provincias, ese comportamiento es reiterativo en los últimos años y marca una tendencia.
Lo sucedido en Ciego de Ávila puede ser ilustrativo de lo que ocurre en otras regiones del país. En las oficinas de Servicios Hidrológicos de la Empresa Provincial de Aprovechamiento Hidráulico, el ingeniero Rafael González-Abreu Fernández muestra las cifras en los libros de registros.
«Al menos en la provincia, el período entre 2003 y 2005 fue seco, como en todo el país. Fue una sequía muy fuerte —enfatiza—. A partir de 2008 comenzó otro déficit de precipitaciones que se agudizó en abril de 2011. No fue tan severo como años atrás, pero golpeó. Lo que indican los estimados es que el cambio climático implica menos lluvia y períodos más largos de seca. Si a eso se le unen los problemas en la eficiencia de riego, entonces es para sentarse a pensar. Porque una de las situaciones en el futuro, ya muy cercano, será aprender a vivir y comer con menos agua».
Hay que revestir canales...
El ingeniero Raimundo Santiesteban Hernández, director de Ingeniería en el Minag, trabaja para que el vital recurso se use racionalmente. Pero con mucho pesar admite que el riego por gravedad es la técnica más extendida en el país, por tratarse de la que menos inversión requiere para regar aún con ineficiencia.
Aseguró que el 73 por ciento de las áreas bajo riego aplican ese sistema. Solo el tres por ciento el pivot central, y un cuatro —principalmente donde se cultivan cítricos y plátano— emplea la técnica por goteo.
Santiesteban advirtió que cualquier variante empleada para conducir el agua desde las presas o micropresas hasta la infraestructura tendrá un nivel de eficiencia que alcanzará solo el 60 por ciento, mientras no se resuelvan los problemas existentes debido a la falta de mantenimiento. Por lo que urge revestir canales y acometer otras acciones.
«Eso cuesta mucho. No obstante, estamos avanzando en el mantenimiento y la reconstrucción de algunos sistemas y ejecutando un importante programa de inversiones, sobre todo en el arroz, donde se requiere de equipos especializados como buldóceres, cargadores frontales, compactadoras y otros que nos permitirán entronizar una cultura sostenible del mantenimiento a nuestras obras hidráulicas», aseveró.
El especialista dijo que hay lugares, como el Valle de Caujerí, donde se comienza a instalar caudalímetros para medir el agua consumida en cada forma productiva, aun cuando esos instrumentos son igualmente costosos, pero necesarios.
Subrayó que las áreas arroceras son priorizadas en el mantenimiento de las obras hidráulicas, pues este cultivo necesita el 50 por ciento del agua que consume el Minag, cuya demanda en 2012 es de 4 000 millones de metros cúbicos.
Garantes del líquido
Según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), de las necesidades del Minag para 2012 se podrá cubrir el 94,2 por ciento de la demanda. Esta cifra representa 1029,8 millones de metros cúbicos más de lo real consumido en 2011 por el organismo.
El año anterior se planificaron 8 195,7 millones de metros cúbicos del preciado líquido para todo el país y la agricultura demandó el mayor volumen —3 662,3 millones. Al cultivo de arroz fueron asignados 2 219 333 millones.
En el caso de Azcuba se planificaron 827,8 millones de metros cúbicos, de estos 375,4 millones correspondieron a la agricultura cañera y 48,5 millones a la industria azucarera.
«Al cierre del año 2011 el volumen consumido en todas las actividades económicas y sociales fue de 7 167,42 millones de metros cúbicos. Eso representa un 87,5 por ciento del cumplimiento del plan», afirmó Yanisy Droville Pompa, especialista de la Dirección de Obras Hidráulicas del INRH.
Explicó que el Minag cumplió al 88 por ciento el plan previsto. Consumió 3 223,5 millones de metros cúbicos, una cantidad que supera en 518,8 millones de metros cúbicos el real consumido en el año 2010.
«Este comportamiento se debe a la falta de disponibilidad de agua en las fuentes en lugares como Pinar del Río. También a incumplimientos en las siembras por falta de combustible, energía eléctrica y a la morosidad en la terminación de las inversiones en territorios como Matanzas.
«También influyó el comportamiento de las precipitaciones, lo cual provocó dificultades en la preparación de tierras en Ciego de Ávila y Holguín. En el caso de Camagüey la escasez de recursos para algunos cultivos impidió la preparación de áreas planificadas», significó.
La especialista destacó que el Grupo Empresarial Azcuba, de un plan de 827,8 millones de metros cúbicos consumió 599,2 millones, para un 72,4 por ciento de cumplimiento.
«El aprovechamiento de la humedad en las áreas de cultivo, las afectaciones a los planes de energía, el comportamiento de las precipitaciones que dificulta la preparación de las tierras, así como la falta de combustible y las roturas en los equipos de bombeo fueron factores que atentaron contra el cumplimiento del plan del organismo», estimó.
Para 2012 —informó— se planificaron 9 252,4 hectáreas por metro cúbico (hm3). Esta cifra supera la aprobada para el año 2011 en 1 056 735 hm3 y en 2 205,6 hm3 el real consumido por todas las actividades económicas y sociales en el año 2010.
«Los principales incrementos se deben al aumento de la actividad arrocera y la agricultura cañera; además 258 nuevos usuarios demandaron nuestro servicio».
Droville Pompa aclaró que las principales insatisfacciones con la demanda de agua recaerán en Camagüey (8,1 millones de metros cúbicos), Artemisa (4,8 millones de metros cúbicos) y La Habana (1,4 millones de metros cúbicos).
Para la producción arrocera, de una demanda total de 2 458,04 hm3 se prevé asegurar 2 391,5 hm3, el 97,3 por ciento de lo demandado. Este volumen representa el 25,7 por ciento del total del agua balanceada para el país.
«El déficit para este cultivo es de 66,4 hm3. Esta afectación no existiría si se incrementara la eficiencia en los sistemas y redujera el consumo de agua por hectárea», acotó.