CIENFUEGOS.— Compartir las regulaciones urbanísticas con la población, las empresas y los organismos implicados en el cuidado y mantenimiento de las ciudades patrimoniales constituye una de las misiones principales de las oficinas del historiador o conservador de la ciudad existentes en el país.
Con el fin de fiscalizar con mayor intencionalidad las acciones concebidas para el mantenimiento y la restauración de dichos enclaves citadinos se han organizado aquí varios talleres, donde se debaten las regulaciones por las que se debe regir el trabajo en las diferentes zonas, definidas según su intensidad urbana o calidad de su patrimonio material e inmaterial.
Roxana Labairu Batista, jefa del Departamento de Plan Maestro en la Oficina del Conservador de la ciudad de Cienfuegos, explicó que en esta urbe sureña se ha logrado sistematizar el trabajo a partir de la organización de las diferentes áreas, cuyo conocimiento de sus límites ayuda a socializar las labores que en ellas pueden realizarse.
Especificó que en el centro histórico, zona de mayor calidad urbana y mejor conservación patrimonial, las principales acciones arquitectónicas van a estar dirigidas a la rehabilitación y restauración. Y así sucederá en todas las de este tipo existentes en las ciudades cubanas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Las experiencias de estos talleres, que buscan el consenso de las regulaciones urbanísticas en urbes patrimoniales, contribuyen a sistematizar las gestiones de cuidado y mantenimiento, teniendo en cuenta la morfología del espacio característico de cada territorio, dígase estructuras de las manzanas, disposición de las parcelas, tipos y elementos de fachada, uso de suelos, áreas verdes y espacios públicos.
Además, las intenciones de que todas estas regulaciones queden registradas en un libro asequible a los ciudadanos y a los organismos que conviven en estas zonas apoyan el concepto de cuidado colectivo, el cual implica a todos en una comunidad enriquecida culturalmente.