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Directivos y científicos cubanos destacaron este jueves los nexos existentes entre las universidades y los centros de investigación biotecnológica en la creación de medicamentos, además de los incipientes pasos para garantizar la soberanía alimentaria.
El creador de la vacuna sintética contra el Haemophilus Influenzae tipo B, Vicente Verez, destacó que la biotecnología de la isla ha sido el sistema científico que ha logrado la mayor conexión entre ciencia, economía y sociedad.
Para el investigador del Centro de Química Biomolecular la constante de la disminución de la mortalidad infantil en la nación caribeña (4,7 por cada mil nacidos vivos en 2009) es un logro del sistema de salud apoyado por la investigación científica.
El vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, Carlos Borroto, señaló que esa institución junto a otras del polo científico tratan de crear una agricultura sostenible, alta eficiencia y que garantice seguridad alimentaria.
Al hablar en la conferencia a tres manos sobre el desarrollo de la industria farmacéutica y biotecnológica en Cuba y su nexo con la educación superior como parte del Congreso Universidad 2010, Borroto aseguró que el reto es producir alimentos con alta tecnología.
De nada sirve negarse a utilizar la modificación genética de plantas y animales si luego importamos alimentos transgénicos de Estados Unidos, expresó el investigador.
El director de capital humano del Polo Científico, Pavel Díaz, destacó en su exposición que las garantías para capacitar y formar su personal están en los esfuerzos unitarios entre las universidades y los propios centros de investigación.
Tras los esfuerzos por desarrollar la biotecnología en la década del 60, Cuba cuenta con 25 centros de investigación, 58 plantas de producción, además de 19 asociaciones económicas en el exterior y oficinas de representación en México, Irán, China y Venezuela.
De acuerdo con la agenda del foro, que reúne hasta mañana a unos dos mil 500 expertos de 67 países, los participantes también debatirán sobre universidad y desarrollo sostenible después de la fracasada Cumbre de Copenhague, en diciembre pasado.
Los participantes, entre los que se cuentan 12 ministros y más de 200 rectores, analizan unas dos mil ponencias agrupadas además en 13 talleres que sesionan paralelos al Congreso.
