La atención médica a las embarazadas ahora enfrenta una situación extrema ante el peligro que representa la influenza, por ser este uno de los grupos más vulnerables Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
Cuando nazca, la hija de Wendy Calzado llevará el nombre de esta reportera. La emoción de su madre al poder contarle a todo el mundo por este medio cuánto agradecía los cuidados del personal médico del Hospital General Docente Enrique Cabrera merece una recompensa, dice ella.
Con el tiempo quizá pocos recuerden que, con apenas 28 semanas de gestación, ambas se encontraban bajo una vigilancia constante para cerciorarse de que estaban fuera de peligro.
Ante la sospecha de estar contagiada con la Influenza A (H1N1), Wendy ingresó en este hospital, a donde se dirigen todas las embarazadas que presenten, al menos, uno de los síntomas.
«Tenía dolores musculares, falta de aire y mucha tos. Pensé que era algo pasajero, pero en mi estado no puede dejarse nada al azar. Al llegar me explicaron el riesgo que significa para una mujer embarazada contraer esta enfermedad y solo ante la sospecha iniciaron el tratamiento.
«Hace días que estoy ingresada y aunque no he empeorado la atención no ha disminuido. Diariamente me reconocen para saber el estado de salud de mi bebé y eso es una garantía de que nada nos sucederá porque estoy donde debo».
A su lado Damitza Puig, con 34 semanas de gestación, acaricia su vientre. Sabe que su niña estará bien. Aunque ella tenga tos y secreción nasal, algunos de los síntomas de la influenza, confía en el cuidado de médicos y enfermeros.
«Lo que más me ha llamado la atención es el hecho de que no se pierde tiempo. Ante la mínima sospecha, el ingreso fue obligatorio y no termina hasta que no exista la certeza de que mi hija y yo estamos bien. La atención médica a las mujeres embarazadas siempre ha sido excelente y ante el peligro de la pandemia lo es aún más, por eso duermo tranquila y confiada».
El embarazo es una de las mejores experiencias que puede tener una mujer y, a su vez, es el momento de su vida de mayor precaución. Es uno de los grupos de mayor vulnerabilidad ante la Influenza A (H1N1), de ahí que las medidas preventivas y la atención médica para con ellas sean una prioridad.
Área roja
Desde que el 16 de julio del presente año arribó al Hospital General Docente Enrique Cabrera el primer paciente con esta enfermedad, han sido atendidas allí más de 1 800 embarazadas. Esta institución es el centro de referencia de la materna crítica, por eso es donde se atienden a todas las pacientes obstétricas, gestantes o puérperas, que se encuentren con la epidemia o bajo sospecha.
«Desde que se hizo evidente el peligro mundial ante la Influenza A (H1N1), nuestro país creó las condiciones para enfrentarlo, no solo desde el punto de vista teórico. Por ejemplo, en nuestro centro, ampliamos la cantidad de camas tanto en la terapia intensiva como en el resto de las salas, y disponemos de los medicamentos necesarios para el tratamiento.
«Eso ha permitido que desde que una paciente con estas condiciones arribe a través del Área Roja tiene garantizada toda nuestra atención. Esa es el área por donde llegan aquellas personas que presenten síntomas de la influenza. Aquí hacemos una clasificación a partir de la evaluación clínica y obstétrica de la paciente y aquellas que tengan menos de 30 semanas de gestación y carezcan de otras patologías asociadas como diabetes y asma, que aumentarían el riesgo para la salud de la madre y del bebé, pueden dirigirse al Hospital Estatal de Cojímar», explicó el doctor Manuel Villar, jefe del Centro de Urgencias y Emergencias.
El doctor Villar añadió que, si se reduce el tiempo desde que se manifiestan hasta que se comienza con el tratamiento pueden reducirse, considerablemente, las posibilidades de agravamiento.
«Por ello, desde el mismo instante en que llega una paciente obstétrica con alguno de los síntomas, le suministramos una dosis del antiviral Oseltamivir o el Tamiflú, ambos indicados para el tratamiento de la influenza. Si permanece ingresada continuamos con esos medicamentos y con otros como la Acitromicina, un antibiótico muy empleado en estos casos».
—Además de la atención a los pacientes, ¿qué medidas se han tomado en el hospital?
—Se ha insistido mucho con el personal que trabaja aquí, sobre todo en las áreas donde el contacto con pacientes de influenza es mayor, en utilizar algún medio para la protección, ya sea el nasobuco o un pañuelo si carecen de aquel, aunque todos los trabajadores de esas áreas lo poseen. También insistimos en el uso imprescindible de la sobrebata en las salas de aislamiento y en el lavado de las manos, algo en lo que debe acentuarse aún más desde el medio familiar.
Además, hemos comenzado a vacunar a todos los trabajadores del hospital por orden de prioridades con el Flulaval que protege contra las influenzas A (H1N1) 2007, la H3N2 y la B».
Rodeada de verde
Cuando mira a su alrededor Marisol Infante solo ve ropas verdes y equipos de control de su respiración y del resto de sus sentidos. Escucha su ritmo cardíaco y el de su bebé, al que aún no sabe cómo nombrarle porque «en 11 semanas algún nombre se me ocurrirá».
Ingresada en la terapia intensiva del hospital reconoce que ha contado con todas las atenciones del personal médico que allí labora. Y aunque el nasobuco no dejaba ver su sonrisa de agradecimiento, sus ojos no podían ocultarla.
«Mi estado es preocupante, lo sé. Tenía coriza, tos y dolor de garganta y del centro de trabajo me llevaron al policlínico. De ahí me trasladaron hasta acá y después de evaluarme ingresé en Cojímar. La falta de aire y la tos se agudizaron y fue necesario ingresar aquí.
«Tuve mucho miedo y mi familia también porque estar en terapia intensiva es sinónimo de gravedad. He oído mucho de esta enfermedad y del gran peligro que significa para una mujer embarazada, pero tengo fe y confianza en todos lo médicos. Ellos están pendientes de mí y de mi bebé y creo que esa es la mejor arma contra esta enfermedad».
Por eso Evelyn Armada, a quien solo le faltan pocas semanas para dar a luz, piensa que no estará mucho tiempo ingresada. A pesar de que es asmática y de que eso podría originar alguna complicación para su estado se siente mejor.
«A veces pienso que los cuidados son exagerados porque no me siento tan mal pero entiendo que así debe ser. Están cuidando a dos personas al mismo tiempo y garantizando una buena salud para ambas. Mi familia y yo estamos tranquilas porque acudí al médico rápidamente, no perdimos tiempo y aquí tampoco».
Posiblemente ninguno de los bebés de estas mujeres se conozca entre sí en un futuro, ni sepan que sus madres compartieron juntas la incertidumbre de tener la pandemia mientras estaban embarazadas. Lo cierto es que seguramente nacerán, en tiempo y con perfecta salud, y la influenza A (H1N1) no habrá sido una amenaza frente a la que nuestros médicos no hayan podido luchar.