SANCTI SPÍRITUS.— El trinitario Ángel Miguel Sánchez escucha la información por causalidad, cuando cambia el dial, y un suspiro de buen augurio espanta unos cuantos recuerdos. Por convenio de organismos meteorológicos internacionales en nuestra zona geográfica no se volverán a utilizar los nombres de Gustav, Ike ni Paloma para bautizar a los huracanes del futuro.
Comunidades en cimientos, sembradíos bajo agua, apagones que parecían eternos. Las imágenes le daban tres vueltas a este muchacho, quien, con sus 17 años, se sentía como el mitológico Atlas con tanta destrucción a sus espaldas. Ha jurado contar a los nietos las secuelas para Cuba de la temporada ciclónica del 2008.
Seguramente también contará cómo en esos días agarró la guardarraya en el lomerío, mientras no pocos cubanos ni siquiera encontraban la brújula del reinicio, sobrecogidos por la bofetada del clima a esta isla.
Como Ángel más de 1 400 jóvenes espirituanos apoyaron la recogida del café en el 2008, cuando el pico de la cosecha coincidió con la recuperación del país, después del azote de los ciclones. Su sudor permitió reducir pérdidas, especialmente en los municipios de Trinidad y Fomento, mayores productores del grano en Sancti Spíritus.
Escambray a ritmo de pilónValle Bonito es de los lugares que desafían la redondez de la Tierra. El mundo parece terminar en el cruce de las montañas. Tal impresión se agudizaba en los amaneceres de los cafetales, cuando la psiquis no solo traicionaba por la lejanía, sino también por el cansancio de las faenas.
En instantes como esos, por aquellos parajes del Escambray, el «cuero» con el gordo o el piropo a la muchachita servían como estocadas para todo el que pretendía aceptar el reto de una nueva jornada en la recogida de café.
La meta quedaba trazada: más de 16 000 latas de grano permanecían en suelo fomentense por los vientos y las lluvias. La acelerada maduración del grano obligaba a rescatar la mayor cantidad del producto entre árboles derribados y viales obstruidos en el lomerío.
Desde septiembre un centenar de jóvenes, entre los que se incluyen trabajadores sociales e instructores de arte, apoyaron la cosecha en el territorio, desde la creación del Contingente Aniversario 50 de la Revolución en la localidad de Manaca Ranzola, donde radicó hace cinco décadas la primera Comandancia de la Columna del Che a su paso por la región. También muchachos de las empresas Electromecánica Escambray y Mármoles del Centro cambiaron por esos días cincel y martillo para desandar con morral al hombro.
El sector estudiantil, mediante las estrategias para la vinculación de las escuelas con las actividades agrícolas, se robó el protagonismo en esta gran «coladita». Según Noelvis López Sacerio, primer secretario de la UJC en Fomento, alrededor de 831 alumnos de Secundaria Básica y de la FEEM rotaron por los campos mientras transcurrió la recogida.
Entidades agrícolas en comunidades como Sipiabo, La Hormiga y La Escalera lograron cubrir gracias a esta mano de obra el déficit de fuerza obrera ante la situación emergente por el huracán, agrega el funcionario, quien no solo reconoce lo difícil de la cosecha, sino también los extenuantes trayectos recorridos, aun cuando las condiciones del albergue no brindaban el alivio demandado en aquellos días por el cuerpo.
«Tradicionalmente el Plan la Escuela al Campo llegaba para estimular la producción fomentense, pero en el 2008 se convirtió en un verdadero exorcismo contra parte de las secuelas de mal tiempo», afirmó Leonel Cardoso Reyes, director de la Empresa Agropecuaria en este territorio.
Buchito a la trinitariaEl estudiante Yariel Mayea casi no logró estrenar el uniforme en septiembre. Como otros jóvenes del IPVCP José Mendoza, en el municipio trinitario, recibió entre los cafetos sus primeras lecciones, cuando apenas nacía el curso.
Con la fanfarria propia del trinitario conoció sobre la malaleche de las santanicas y sobre los latigazos de los ojos al compás de los madrugones. No obstante, sintió por primera vez la cosquillita de cuando elogian el trabajo de uno, «incluso aunque casi todos en la manigua halaban parejo».
El aporte juvenil a la cosecha cafetalera también resultó decisivo en Trinidad, especialmente si consideramos que el municipio estuvo entre los más afectados en la pasada temporada ciclónica en Sancti Spíritus. Cerca de 42 000 plantas en producción cubrieron los suelos para pasar hasta los registros estadísticos.
Pitajones, Algarrobo, Topes de Collantes se erigieron en escalas de los jóvenes en la recogida del grano. Aquí también se creó un contingente bajo el auspicio de la UJC. Los estudiantes de noveno grado, junto con los de la Enseñanza Media sumaron otro grupo con alrededor de 500 voluntarios. El aporte de toda esta fuerza sorprendió a escépticos y defensores de esquematismos.
Como plantea Tamara Vilva Gascón, jefa del Departamento de Café en la Empresa Municipal Agropecuaria, las 1 234 latas compiladas por esta tropa, en circunstancias extremas, nos demostró cuánto podemos esperar aún en condiciones sosegadas con mejor planificación, si conquistamos persuasivamente, el apoyo de los muchachos.
¡Ay, mamá Inés!Cuenta una amiga que despertó el otro día al compás del tema musical de Eliseo Grenet. No se encontraba poseída por el espíritu de Rita Montaner, la Única. La dominaba la sensación que compartimos muchos cubanos, sin la coladita como regente de nuestros matutinos hogareños.
Lamentablemente la anécdota se repite, no solo en las cafeteras cubanas, sino en otras partes del orbe, si tomamos en cuenta la tendencia al ascenso en los precios internacionales del grano. Se dice que la demanda experimenta explosión a nivel mundial, como reflejo de la ansiedad generada por la crisis, aunque no pocos adictos se muerden la lengua frente a la insuficiente oferta, afectada en los principales países productores.
En tal contexto el aporte de los jóvenes espirituanos a la recuperación cafetalera excede informes y discursos, aunque, como destaca Gener Hernández Concepción, asesor de Estudio Trabajo en la Dirección provincial de Educación, «esta fuerza permitió salvar alrededor de 8 500 latas del producto, con especial relevancia para la economía de los municipios del territorio montañoso espirituano». Hoy, cuando logramos que el café alcance su trono mañanero, el aroma de la voluntad se desprende en cada taza, con sudor arrancado a los huracanes.