El guardia del embarcadero de pesca deportiva Ramón Consuegra en plena faena. ENCRUCIJADA, Villa Clara.— Cuando le pregunté a Eduardo Zamora quién se comía los manatíes en la Bahía de Nazábal, achicó sus ojos mientras en su bronceado rostro brotaba una sonrisa irónica que se esfumó con un enfático: «¿Y no se sabe?».
Nada en su persona delata los 79 años completos vividos aquí, más tiempo sobre las chalupas que en está tierra sin parajes vírgenes para él.
«Hace más de 50 años que vi el primer manatí y no me impresionó, a pesar de ser raro, porque ya conocía la tonina, otra fea de verdad», recuerda.
«Sí, le puedo afirmar que su carne resulta sabrosísima, más que la de cerdo que es mucho decir. La he comido, claro, hace muchísimos años. Su grasa es muy fina, y dicen que tiene dos o tres sabores, puras habladurías».
—¿El pescador se da cuenta cuando atrapa a alguno de estos animales?
—Cuando le faja al paño de la red tiene posibilidades de salir a respirar, pero si cae en el chinchorro este lo arrastra y se ahoga. El pescador, por el impacto, sabe si le cayó un animal grande.
—¿Es capaz de determinar de qué especie?
—Si el manatí queda cogido en el chinchorro, golpea con la cola, crea un remolino. Es su forma de defenderse y el pataleo se ve desde arriba de la embarcación.
«Mire hacia allí —y extiende la mano para indicar el lugar— usted cree que con esos barquitos y chaplines pueden agarrar un bicho tan grande. ¡No, hombre, no!».
Cuarenta y ocho horas trágicasRestos de manatí hallados recientemente. Desde el 2001 hasta la fecha, de 11 manatíes ultimados, diez fueron en la bahía referida, y casi la totalidad descuartizados, signo evidente de que los capturaron para aprovechar sus carnes para el consumo.
En días recientes, este propio diario denunció la conmoción ocurrida ante el descubrimiento de los restos descuartizados de tres mamíferos, dos grandes y una cría. Se consumaba así la matanza más grande en solo 48 horas, sin que hasta ahora se hayan esclarecido totalmente las causas.
La magnitud del gravísimo hecho se comprende mejor al conocer que la hembra pare cada cuatro años. El tiempo de gestación dura 12 meses y el de amamantar a la cría entre dos años y medio y tres.
La Bahía de Nazábal está bordeada por una parte de la Isla grande y un conjunto de cayos, conectados a través de numerosos canales con otras regiones de la plataforma insular y el mar abierto, explica la máster María Elena Perdomo.
Ese accidente marino cuenta con fondos bajos, que no superan los cuatro metros de profundidad, fangosos, y la circulación de sus aguas depende fundamentalmente de las mareas, altas y bajas. La estabilidad de la zona la determina, en gran medida, la situación vegetal submarina, precisa.
La Bahía debería tener salinidades menores que la del mar abierto, pero en la actualidad resulta mayor debido a que el aporte de agua dulce disminuyó notablemente, y la que llega arrastra grandes cantidades de sedimentos por la pérdida de la cobertura vegetal en la cuenca, explica la especialista.
El represamiento casi total del río Sagua la Chica determinó un cambio significativo en sus características naturales, a lo que se añade que los centrales azucareros durante años vertieron contaminantes a la bahía, lo que disminuyó ahora por el cierre de varios de ellos. De hecho esos fenómenos causaron un efecto desfavorable en la vegetación submarina, como lo confirma la desaparición de los pastos marinos en varias partes y en otras disminuyó su calidad.
Primero el daño acaba con las hierbas de Thalassia, de hojas largas, duras y anchas, mientras que resisten más las de Syringodium, de hojas cilíndricas, blandas y finas. «Estas últimas son el alimento preferido de los manatíes y quizá por esa causa persistan en el lugar, además de la posibilidad de encontrar agua dulce dentro de la plataforma y en afloramientos en varias partes del fondo», enfatiza la Máster en Ciencias.
El escenario de la pilleríaA varios kilómetros de la costa está la llamada Poza de San Juan, más conocida ahora como la de los manatíes. A ese fondo, según estiman, de agua caliente y dulce, acuden a descansar y también a retozar. Allí es donde, frecuentemente, aparecen los adultos con sus crías y ejemplares jóvenes.
La zona cuenta con un proyecto de protección de la Empresa de Flora y Fauna y el Cuerpo de Guardabosques, pero estos últimos carecen de un barco para velar el área, y el de la otra entidad permanece roto, afirma Eddy García Alfonso, especialista de Manatí del Refugio de Fauna Lanzanillo-Pajonal-Fragoso.
—¿Existe alguna pista sobre quiénes atacan a los animales?
—Hay suposiciones, muy atendibles por su lógica.
—¿Cuáles?
—Las encuestas que se han hecho a los pescadores y otras personas de la comunidad señalan como sospechosos a los que utilizan las redes de arrastre.
—¿Cómo operan?
—Van a la Laguna donde cubren las dos entradas con redes, y luego utilizan un bote chiquito con motor para asustarlos con el fin de empujarlos hacia ellas. Luego de capturar al animal, se alejan fuera del área para descuartizarlo y, por lo general, el mar devuelve los restos acusadores a la costa, o se varan en mangles cercanos a esta.
—¿En qué estado aparecen?
—Muchos los encontramos solo con la cabeza, la cola y el espinazo. Los restos de los últimos estaban un poco descompuestos. Esto revela que hacía cuatro o cinco días que los habían matado.
—¿Quiénes pescan en el área?
—Los barcos que trabajan en la zona pertenecen a las cooperativas de Isabela de Sagua; Carahatas, de Quemado de Güines; la Panchita, de Corralillo; y a la de Caibarién.
—¿Nada más que esa flota?
—Hay también 11 barcos pequeños y cinco chaplines que realizan la pesca deportiva en la zona, los cuales son controlados por Guardafronteras, cuando parten y entran de la pesquería.
—¿Cuentan con posibilidades de apresar a los mamíferos?
—No lo creo, ni tampoco las personas de la comunidad como lo expresaron en las encuestas. Un animal tan grande resulta muy difícil para el pescador deportivo, sin contar que carecen de las redes adecuadas.
«Vale subrayar que han apresado ejemplares de tres metros y 60 centímetros y con un peso de entre 1 500 y 1 700 libras».
—¿Alguna novedad en relación con los tres últimos manatíes muertos?
—Sí. Entre el 6 y el 16 de marzo, cuando aparecieron los restos, la pesca deportiva estaba suspendida, no se movió ni un barquito en ese lapso.
«Quizá la mejor noticia es que después de los últimos mamíferos muertos se han vuelto a ver otros en la Laguna de San Juan».
Mamífero amenazadoEl manatí, el único mamífero acuático herbívoro existente en el reino animal, habita en mares poco profundos con presencia de agua dulce y abundante pasto marino. Posee una baja tasa de reproducción y un lento crecimiento, características que, junto a la pesca desmedida a que fue sometido durante años, lo mantienen en peligro de extinción.
Aunque en mucha menor escala, aún persiste esa práctica, a pesar de estar bajo régimen de protección por la legislación cubana, afirma José Antonio Santos Mariño, subdirector técnico de la Empresa de Flora y Fauna de Villa Clara.
La especie se encuentra actualmente en el mar Atlántico y en el Caribe, desde el estado de Tabasco, en México, hasta Recife, en Brasil; y por las costas de Centro y Sudamérica. En lo que respecta a Cuba hay cuatro zonas que presentan las mejores condiciones para que puede subsistir: del Cabo de San Antonio a Punta Gobernadora; de Punta Hicaco a Cayo Sabinal, en la Sabana Camagüey; de Cabo Cruz a Punta de María Aguilar, y de Bahía de Cochinos a Cabo Francés.
Lo anterior no significa que otras áreas carezcan de su presencia, o que puede estar de paso e incluso asentarse en algunos puntos.
Específicamente la Bahía de Nazábal, en Villa Clara, es la de mayor presencia de este animal en la provincia, según confirman pescadores y estudios, aunque habita también en los cayos Arbolitos y Esquivel, cercanos a Isabela de Sagua, y en El verde, frente al puerto pesquero de Carahatas, en Quemado de Güines.
Consecuentemente, a esa área se deben dirigir los mayores esfuerzos en el estudio y protección del animal, sin dejar de tener presentes otras zonas, las cuales pueden constituir corredores para estos, que hacen movimientos migratorios de cientos de kilómetros, puntualiza Santos Mariño.
La constitución del Grupo Nacional para el estudio y protección del Manatí Antillano y la existencia del sistema de áreas protegidas, constituyen un pilar fundamental para su protección, enfatiza el funcionario de Flora y Fauna.
«En ese sentido es muy valioso tener en cuenta las experiencias de otros países en la conservación y educación ambiental y, en la medida de lo posible, garantizar los equipamientos que se necesitan y ubicarlos en los lugares más convenientes», precisa.
«En nuestro país, argumenta, las áreas protegidas marinas desarrollan acciones para la protección, pero estas han carecido de sistematicidad, integración y no siempre se ha podido disponer de los recursos necesarios».
El especialista está consciente del desafío que representa unir el desarrollo socioeconómico y la conservación del referido animal de una manera sostenible.
El hecho de que habite en la zona donde se realiza la mayor parte de la pesca en el país, requiere del concurso de diversos sectores, pero amerita el empeño debido a que el manatí, además de integrar la fauna, forma parte de nuestra cultura e historia.
Para Santos Mariño resultan necesarias medidas legislativas más efectivas a fin de garantizar la supervivencia de la especie, para lo cual resulta determinante que los pescadores y la población de las zonas costeras comprenda y apoye las medidas de amparo.
En ese sentido progresan en las acciones educativas y en el empeño de conocer la distribución del mamífero; el estado de las poblaciones; en la evaluación de los parámetros morfológicos, fisiológicos y genéticos.
También en la actualidad analizan un proyecto para prohibir la extracción de peces con redes de arrastre en las zonas donde está confirmada la presencia de los manatíes, presentado por la Empresa de Flora y Fauna de Villa Clara, a través del Centro Nacional de Áreas Protegidas, al Ministerio de la Industria Pesquera.