Santiago de Cuba.— Contundente, polisémico, el ejemplo caló. Dos estudiantes de Medicina, brillantes en sus especialidades, reciben la propuesta del Comité de Base para integrar la UJC y dan excusas de todo tipo... Al llegar a los años finales de la carrera, a la hora de las evaluaciones de integralidad, entonces manifiestan un súbito interés por la organización...
La anécdota, contada por Yanet Sánchez, militante del Comité UJC del hospital Juan Bruno Zayas, puso en el camino de las esencias a los asistentes a la asamblea de balance de la organización juvenil en el municipio cabecera de esta provincia.
«A esa hora al Comité de Base no le interesa crecer con esos jóvenes. Necesitamos militantes que vean en el ingreso a la organización un orgullo, un mérito; no un medio para satisfacer necesidades personales.
«Debemos decir: crecimos con miles de militantes, pero militantes dispuestos al combate y el sacrificio», acotó Yanet.
Más allá de la dicotomía sobre si crecer o no con esos jóvenes, sus ideas encontraron eco en muchos delegados, para quienes la calidad del ingreso a la organización tiene repercusiones directas en el funcionamiento de las estructuras de base y en la ejemplaridad, que luego es espejo e inspiración para incorporar a otros.
En la falta de rigor con que a veces se asume la selección de los nuevos miembros de la UJC hay un mal de origen que más tarde tiene caras expresiones en militantes que incumplen con sus deberes y se niegan a representar a su organización o asumir responsabilidades dentro de ella.
Un militante sin condiciones es luego un candidato a ser sancionado —razonaba un delegado de la Universidad de Oriente—, alguien incapaz de abordar los problemas desde la óptica de hacer primero y luego pedir, o de volcar su iniciativa en función de intereses sociales.
Otros criterios apuntaron hacia el interior de la propia organización, en la que algunos jóvenes ingresan y hacen vida sin conocer de su historia, reglamentos y estatutos, o sin tener claridad ante aspectos tan claves y cotidianos como el por qué cotizan.
La posibilidad de transformar estas realidades está en manos del propio Comité de Base. Como lo explicó el integrante del Comité Nacional de la UJC y primer secretario en la provincia, Roberto Sánchez Figueras, los principales responsables de la calidad son los propios militantes, pues es la estructura de base la que aprueba el ingreso.
Los instrumentos para defender la organización están en las propias manos de sus militantes, y también los elementos para hacer crecer una convicción: hoy como nunca la Revolución necesita de sus jóvenes, pero ese aporte solo es apreciable con militantes conscientes y enamorados de su organización.