La organización necesita revitalizarse, adecuarse a los tiempos que vive y a los jóvenes que agrupa, sin perder su esencia revolucionaria, auténtica y original
La universidad es un signo que tatúa el espíritu, una marca que no abandona a quien pasa por ella. Congresos, marchas, manifestaciones, discusiones académicas, conferencias, paseos, noches sin dormir, los libros, las canciones, los óleos, el cine, los teatros, los amigos, las traiciones, los enigmas, la cerveza, el ron malo, el amor, los escenarios, el hambre, el frío...«Por ahí anda una foto, yo la miraba: un jacketcito; cara así, no sé si de bravo, de malo, o de bueno, o indignado, porque esa foto no la sacaron el primer día», recordaba nostálgico Fidel —van a ser dos años el próximo 17 de noviembre— en diálogo con los universitarios, al evocar los 60 años de su ingreso a la colina universitaria.
Al igual que muchos jóvenes de hoy al ascender a las colinas del saber, ahora dispersas por todo el país, Fidel llegaba con un pensamiento apenas formado: «era un pensamiento ávido de ideas, pero también de deseos de conocer; un espíritu tal vez rebelde, lleno de ilusiones, de ilusiones no puedo decir revolucionarias, habría que decir lleno de ilusiones y de energía, también posiblemente de ansias de lucha».
El Congreso de la FEU marcó un hito en cuanto al debate crítico sobre la organización. Esa misma energía es la que impulsa este 30 de septiembre a los miles de jóvenes que ingresarán a la Federación Estudiantil Universitaria buscando un nuevo sentido de lucha.
Para ellos, la organización insigne de la universidad cubana necesita revitalizarse.
Así lo confirmó un sondeo realizado por JR a unos cien estudiantes de los centros de Educación Superior de la capital —donde cursan estudios jóvenes de otras provincias— en busca de la significación que tiene la FEU para las actuales generaciones, cuando han pasado 85 años desde su creación por Julio Antonio Mella.
En opinión de la mayoría de los universitarios con los cuales conversó JR, uno de los problemas neurálgicos que presenta la organización es la necesidad de reafirmar en la juventud los principios que guiaron a su fundador y a José Antonio Echeverría, sin alejarse de las nuevas situaciones económico-sociales, y reestructurar, sobre esa base, sus líneas de lucha.
Alumnos de cuarto año de Matemática, por ejemplo, consideran que la organización atraviesa un período complejo, en que debe replantearse muchas cosas de, por y para los estudiantes.
Según ellos, a la FEU en ocasiones le falta el protagonismo que tuvo en otros tiempos, cuando sus integrantes, antes del triunfo de la Revolución, tomaron parte activa en las luchas de nuestro pueblo. Ahora no pocas veces se limitan a cumplir con las orientaciones sin que nazca de ellos la iniciativa de decir: «Vamos a hacer esto o vamos hacer lo otro».
Para Luis Alberto Rueda Guzmán, quien anduvo por las aulas universitarias en los años 90 y ocupó algunas responsabilidades en la FEU, el protagonismo de una organización estudiantil es diferente en cada etapa.
«Ahora son las tareas sociales. En aquellos años la presencia de la FEU estuvo en las labores productivas. Íbamos todos los fines de semana a las obras constructivas para los Juegos Panamericanos de 1991, y también participábamos en obras sociales, como escuelas y policlínicos».
Rubén Andrés Bancrofft, dirigente de la FEU entre 1967 y 1969, asegura que en su época los estudiantes tenían un gran sentido de pertenencia. El orden en las aulas, la dirección de la beca y el trabajo voluntario lo planificaban los muchachos, y la exigencia a la administración era constante.
«Hoy les damos esa posibilidad a los jóvenes, pero no la aprovechan. Las tareas políticas las tiene que asumir la institución. Eso no está bien, los estudiantes pierden espacio y protagonismo.
«La dirección de las universidades ha asimilado más de la cuenta, y eso ha hecho daño. Lo digo con razón de causa, pues fui decano de la Facultad de Arquitectura durante 12 años.
«Cuando les cuento a los jóvenes cómo era mi FEU, les cuesta trabajo creerlo, pero tampoco hacen nada por variar la situación actual, aunque el país ha cambiado y ellos son una consecuencia de esas transformaciones».
Nuevos airesLas manifestaciones culturales son parte de la vida universitaria. Según los estudiantes universitarios sondeados por este diario su organización vive un momento en el que debe transitar por un proceso de renovación. En esa búsqueda de motivaciones perdidas es necesario afrontar los nuevos problemas desde la base, para que en cada brigada se sienta que la FEU funciona y que vale la pena pertenecer a ella.
«La FEU es una organización que está al lado de la Revolución, pero que no deja de tener un carácter de crítica a lo mal hecho y de tener su autonomía, de no repetirse con el resto de las organizaciones. Eso es un reto», reconoce Carlos Lage Codorniú, presidente de la FEU.
«En determinados momentos varias organizaciones se han acogido a un mismo perfil, pero ese es un problema que tenemos en algunos sectores de nuestra sociedad. Esa no es la esencia. La FEU por muchas razones tiene características muy propias».
Para el presidente de la FEU, como para la gran mayoría de los estudiantes entrevistados, hacia adentro se trata de una organización tremendamente atractiva para los estudiantes, no solo porque organiza los juegos deportivos y los festivales de cultura, sino por la manera muy suya en que defiende la construcción y continuidad de la Revolución.
«Hacia afuera, que se siga consolidando mucho más genuinamente como una organización de vanguardia. El mismo hecho de agrupar a los universitarios le da ese sello. Sin chovinismo, ni creernos cosas.
«Tenemos que seguir construyendo los espacios más apropiados para eso, incluso se tiene que ser más crítico. Lo que no me parece bien es que los estudiantes tengan cosas que criticar y no las digan».
—Hay estudiantes que se cuestionan por qué las tareas de la FEU vienen «de arriba», que falta espontaneidad y decisión por parte de la organización.
—Las tareas más importantes que realizamos son las sociales, y esas vienen dirigidas. Pero cumplimos otras que también son importantes, como la participación en los colectivos de año junto a los profesores y directivos de la facultad, para discutir temas del estudio.
«También tenemos los juegos deportivos, la jornada científica y las actividades culturales. Eso no ha dejado de estar en la “agenda” de la FEU.
«Al igual que la generación de José Antonio, Mella y Fidel, la FEU de hoy tiene que ser una organización de empuje para tratar de transformar y ayudar a conducir a la sociedad hacia un futuro mejor».
Experiencia de dirigenteOtra de las inquietudes que develó el sondeo es que varios jóvenes quisieran sentirse más identificados con sus dirigentes desde la base hasta la dirección nacional. Apuntan que, en ocasiones, falta motivación para asumir un cargo.
Una estudiante de tercer año de Contabilidad asegura que en el proceso mismo de elección no siente que exista un intercambio entre los dirigentes a niveles superiores, y la base algunas veces no conoce a los candidatos.
Otros jóvenes de Alimentación alertan que deberían estrecharse las relaciones entre la dirigencia y los miembros de la organización, de lo contrario los intereses de todos pueden no verse representados realmente.
«Antes de la Revolución la FEU era bien diferente», asegura Juan Nuiry, quien fuera el último presidente de la organización antes del triunfo revolucionario.
«La característica fundamental era el enfrentamiento frontal con la dictadura, pero nunca olvidábamos la cultura y el deporte. De hecho la FEU realizó una importante contribución en ambas esferas.
«Cuando un líder estudiantil como José Antonio Echeverría convocaba a una marcha, se paraba en la Plaza Cadenas —hoy Plaza Ignacio Agramonte— y explicaba al estudiantado el por qué de aquella acción, y muchos se sumaban. Entonces había unos 18 000 estudiantes en la Universidad de La Habana; no te voy a decir que todos, pero sí muchos estaban dispuestos a luchar».
Los estudiantes de hoy sienten que a sus dirigentes les falta el carisma de aquellos líderes que encendían el espíritu a los miembros de la FEU hasta llevarlos a dar la vida por los ideales de su Patria.
«La comunicación entre la base y los dirigentes es un inconveniente serio, y a veces no se entiende que resolverlo sería también la solución a otras situaciones», opinaron algunas encuestados.
Carlos Lage Codorniú considera que «en ocasiones a los dirigentes nos falta preparación, pues el paso por la organización es corto, y el tiempo para formarnos también.
«Esto ha confundido la responsabilidad de los dirigentes estudiantiles con los institucionales, y eso no solo corrompe la esencia de una organización, sino que les resta prestigio.
«El éxito de nuestro trabajo está sobre todo en la labor de la brigada. Hay unas que tienen estabilidad y otras no. Eso depende también del dirigente con que cuenten, y a veces no es fácil encontrar el idóneo».
—¿Existen verdaderos líderes estudiantiles?
Los juegos deportivos universitarios encienden pasiones en busca de la Copa. —En el Congreso se criticó mucho la falta de liderazgo, pero conocemos lugares donde hay buenos dirigentes, por lo cual no se puede ser absoluto.
«Hay que darle mucha más fuerza al proceso eleccionario para que la gente sienta la responsabilidad que asume cuando elige. Que no sea un muchacho para gestionar cosas, sino una persona a la que sigan.
«En la universidad de hoy, que es la misma de siempre, un hervidero de ideas y de constante debate, no se puede tener un dirigente que no sepa llegar a la discusión; no solo tener valentía para hacerlo sino también liderazgo para que lo escuchen y lo respeten cuando habla».
—Según los muchachos hay una ecuación: dirigentes estudiantiles es igual a menos tiempo, más reuniones y más problemas con la gente.
—Perfectamente puede ser, sobre todo si a eso le sumas que hay métodos burocráticos y excesivas reuniones que al final no resuelven nada. Mediante el debate queremos discutirlo todo y hay cosas que deben ser mucho más operativas.
«Ser dirigente implica una cuota de sacrificio. Pero debemos recuperar métodos más frescos, no solo para las reuniones, sino para la forma de dirigir, acordes con lo que demanda una organización estudiantil».
De afuera, pero adentroMás allá de las distancias y las diferencias culturales, la mayoría de los más de 35 000 estudiantes de 119 nacionalidades que estudian en la Isla abogan por contar con organizaciones estudiantiles en sus países que los representen, con independencia de su estatus económico.
La FEU de Cuba —a la cual están integrados unos 30 000 de esos jóvenes— resulta paradigmática para aquellos que de otras naciones estudian en la Isla. Su nivel de convocatoria, masividad y arraigo en la población es envidiable para cualquier organización estudiantil foránea.
Ellos la reconocen como una entidad que promete mucho en los tiempos actuales, en la vanguardia de la lucha estudiantil, a la par que advierten la necesidad de recuperar o replantear su esencia en las condiciones históricas del presente, teniendo en cuenta los intereses de los universitarios.
Para un estudiante venezolano que cursa el tercer año de Derecho —entre los más de una veintena de interrogados por JR—, la FEU constituye una organización con una trascendencia histórica marcada, que además dice mucho de su línea de trabajo.
Otra joven guatemalteca, que cursa la especialidad de Alimentación, confesó su asombro al llegar y conocer sobre los jóvenes universitarios y su unión en un grupo inmenso, en pos de los derechos de la educación de cada uno.
Para otro estudiante angolano, de tercer año de Derecho, la fortaleza de la FEU radica en su posibilidad de aglutinar a todos los estudiantes universitarios del país y tener un papel activo en la construcción de la sociedad.
Un uruguayo reconoció la relevancia de la FEU en los procesos revolucionarios de Cuba y de América Latina, con figuras importantes como Mella y Fidel.
Asegura que al cambiar su papel —ya no tiene que protestar contra el gobierno porque este le brinda su respaldo— es necesario repensar su objeto de ser, para que no quede como algo del pasado.
Nuevas oleadasEn una ocasión expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro que las nuevas generaciones han de sentirse como los abanderados de aquellos hombres que marcaron historia en el pasado, y deben seguir avanzando por el camino ascendente del pueblo, por la historia gloriosa de nuestra Patria.
«Ustedes son las nuevas oleadas revolucionarias. Y estamos seguros de que sabrán serlas, y que serán dignos abanderados de José Antonio Echeverría y sus compañeros», enfatizó.
Desde las aulas universitarias, estas palabras son retomadas por quienes comienzan su carrera como miembros de la FEU. En este sentido, un estudiante de cuarto año de Filosofía, afirma que la FEU es la cantera histórica de la Revolución, de donde salen los futuros profesionales de este país, y de ahí su importancia y su fuerza.
La FEU requiere entonces adecuarse a los tiempos que vive y a los jóvenes que agrupa. Sin perder su esencia revolucionaria, auténtica y origina
Así era entonces
—¿Cómo era la elección para presidente de la FEU?
—En aquella época solo eran miembros de la organización los presidentes de las Asociaciones de Alumnos de cada facultad. Los presidentes salían electos en un proceso mediante el voto de los matriculados oficialmente en esa facultad, y los mismos elegían también a su ejecutivo, es decir, el vicepresidente, secretario general y otros cargos, recuerda Juan Nuiry.
«Los presidentes de las asociaciones de estudiantes eran uno por cada facultad, en total trece, y al tomar los acuerdos eran los únicos con derecho al voto. Como las reuniones eran a puertas abiertas —excepto en caso de seguridad— cualquiera podía tener voz, pero no voto; este último solo era reservado al presidente de la Asociación de Alumnos o al vicepresidente.
«Entre los presidentes de las asociaciones se elegía a los que ocupaban un cargo en la FEU de acuerdo con el voto de los 13 presidentes. Así, en cada una de las 13 facultades se realizaban las elecciones para delegados de asignaturas, y para el ejecutivo de esa asociación de estudiantes, y una vez realizado este ejercicio se efectuaba la selección del presidente de la FEU.
«Esta ceremonia era seguida con una gran expectación y masiva participación estudiantil, concentrada en el rectorado y la Plaza Cadenas. Las elecciones constituían noticia de primera plana en los medios del país y era seguida por la mayoría de la población.
«El día señalado, y siempre en horas de la mañana, se constituía en el rectorado el colegio electoral, integrado por los 13 presidentes electos y presididos por el rector y el secretario de la universidad.
«Se repartían 13 papeletas en blanco para votar por el presidente. Una vez depositadas en una gran urna, el secretario de la universidad daba a conocer el resultado».
—¿Cuáles era los requisitos para ser dirigente de la FEU?
—Era necesario tener carisma, arraigo entre los estudiantes, para tener acceso al proceso. Además había que tener buenos resultados docentes, lo cual también se exigía para representar a la universidad en el deporte.
«No podía estar en primer año, y tampoco ser estudiante “por la libre”, sino matrícula oficial. Al graduarse quedaba excluido inmediatamente».